miércoles, 6 de abril de 2011

Emergencia médica. Por Alfredo Leuco

Es imposible escuchar a la doctora Mónica Danduglia sin estremecerse. Ella trabaja en la guardia del hospital Piñero, en el Bajo Flores y dijo que es tanta la inseguridad que sufren que necesitarían ser cuidados por “el grupo Halcón o el GEOF” que son brigadas policiales especiales de elite de gran entrenamiento para enfrentar situaciones de extrema gravedad.

En una sociedad civilizada los médicos están para salvar vidas y los hospitales para ser los cuarteles generales desde donde se combate la enfermedad de los sectores más vulnerables. 

En una sociedad donde no se valora la ley ni el respeto por los demás ser médico se ha convertido en una profesión de riesgo y los hospitales en lugares peligrosos. Solo hay que escuchar los dramas que cuentan quienes trabajan todos los días en esos lugares y los miedos que sienten porque se les acaba de sacar la mínima custodia policial que tenían. Ya era insuficiente frente a los ataques y amenazas que sufren cotidianamente. 

No quieren ni imaginarse lo que van a ser los hospitales sin policías. Sienten la angustia de tener que salvar vidas en una tierra de nadie. Salvar la vida de los demas sin que nadie se preocupe por cuidar la vida de ellos. Y terminan temerosos tratando de no perder su propia vida en el intento. 

Y no estoy exagerando. Son realidades que cuentan los médicos, los enfermeros, los pacientes y sus familiares. Hasta los empleados administrativos en algunos lugares tienen que atender detrás de vidrios blindados. ¿Escuchó bien lo que le dije? Empleados de hospitales que deben protegerse detrás de vidrios blindados como si fueran bancarios. ¿Le suena insólito? Espere que hay más. Ayer uno de los enfermeros le contó a Fernando que una banda de delincuentes entró por la fuerza al quirófano y se llevó a uno de sus integrantes mientras lo estaban operando para extirparle una bala. 

Todas las historias que uno escucha son de esa gravedad. Sobre todo en el hospital Piñero, en el Penna o en los centros de atención primaria que están en las villas miserias y dependen del Santojanni. Los que tienen que ira buscar a los enfermos o los heridos en las ambulancias la pasan mucho peor. Uno de los trabajadores contó que primero dejaban el reloj y el anillo en el hospital. Después dejaron los zapatos y empezaron a ir en zapatillas. Nada de llevar una campera porque se la roban. Terminó el relato en forma tragicómica:” vamos a terminar yendo en taparrabos a buscar los enfermos”. A esta altura los médicos se han convertido un objeto de agresión por parte de pacientes y sus familiares. 

El doctor Jorge Gilardi contó que fue amenazado con una pistola para que se salteara unos turnos y atendiera primero al amigo del sujeto que estaba armado. En un hospital. En ese templo donde los médicos se rompen el lomo para salvar vidas tienen que andar cuidando primero su propia vida. Y muchas veces por sueldos muy pobres. Lo hacen realmente porque son héroes sociales. Porque tienen una profunda vocación de servicio. Cumplen con el juramento hipocrático que les obliga a entregar su vida al servicio de la comunidad y a poner en el primer plano la vida y la enfermedad del próijimo. Hipócrates fue considerado el padre de la medicina porque fue el primero que rechazó la hechicería, las supersticiones y la magia irracional. Pero fue Alejandro Dumas el que dijo que la esperanza era el mejor médico que conocía. 

Esa esperanza de que algún día ser médico o enfermero recupere ese lugar de respeto y admiración. Y para que el hospital retome su principal mision que es la de salvar la vida de los pacientes y no la de proteger la de los médicos. De lo contrario será el país el que va a entrar en terapia intensiva. Y no habrá emergencia médica ni ambulancia que nos salve.Para que aquel sueño de la movilidad social ascendente de Florencio Sanchez resumido en “Mi hijo el doctor” sea una realidad. Para que los padres sientan orgullo y no miedo por tener un hijo médico. Y para que el himno nacional diga la verdad cuando cantemos al gran pueblo argentino salud. Y que no sea cierta esa frase agorera que dice que este país no tiene cura.



fuente: Continental

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