lunes, 11 de abril de 2011

De los 5 errores de Garré a la avaricia de Moyano

Cristina Fernández, la ministra de Seguridad, Nilda Garré,
el jefe de la Policía Federal, comisario Enrique Capdevila,
y el subjefe, Alejandro Di Nizo. Foto:
Presidencia de la Nación/Telam (14/03/2011).
No es un secreto que en la Casa Rosada cayó pésimo que Nilda Garré embistiera contra la Policía Federal de Néstor y Cristina. Pero que se calmen: podría haber sido peor porque, por ejemplo, Garré ni habló del narcotráfico ni de Aníbal Fernández. Pero en su editorial por Radio El Mundo el autor agregó algunos adicionales.


por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). La ministra de Seguridad, Nilda Garré, cometió cinco grandes equivocaciones en una semana: 
 
> el retiro de la Policía Federal de los edificios públicos de la Ciudad, 
 
> creer que la opinión pública no se daría cuenta que fue una medida política, 
 
> no tener argumento de peso para contestar los ataque de Mauricio Macri y su equipo acerca de la jurisdicción porteña de la Federal, 
 
> decir que la Federal es el principal problema que tiene el gobierno y 
reconocer públicamente que la fuerza en manos del kirchnerismo desde 2003 extorsiona comerciantes, vendedores ambulantes y inmigrantes sin papeles... y nada dijo de los negocios de los desarmaderos, las zonas liberadas, el narcotráfico y la prostitución...
 
La medida decidida por la ministra de Seguridad espantó a la clase media, pero también, a la clase baja que se atiende en los hospitales públicos porteños. Tan dura fue la reacción de la opinión pública, que los argumentos oficiales se tornaron vacuos y endebles.

Pero no todos son errores: la decisión es piantavotos, pero coloca a Mauricio Macri como el enemigo elegido para las elecciones de octubre.
 
¿Por qué el Ejecutivo Nacional hizo el anuncio en este momento? 
 
La Casa Rosada sabía que las presiones sobre Mauricio Macri para que retire su candidatura presidencial y busque la reelección en la capital federal eran muy fuertes dado se impone la necesidad de asegurar el distrito y no dividir el PRO, ya que crecen los rumores sobre la ruptura de Gabriela Michetti si Horacio Rodríguez Larreta es elegido candidato a Jefe de Gobierno porteño.
 
En un primer momento, las fuerzas cristinistas tomaron casi en broma la reacción del Gobierno porteño ante el retiro de la Policía Federal, pero la medida postró a los tres candidatos oficialistas,Daniel Filmus, Amado Boudou y Carlos Tomada, que quedaron descolocados ante el electorado capitalino dado que se dieron cuenta que sus postulaciones no le interesan al entorno de Cristina Fernández, que no tiene problemas de sacrificarlos en función del proyecto CFK capitana.
 
La estrategia cach all (atrapa todo) de la Casa Rosada termina por embarrar su armado electoral. Por ejemplo,

> Daniel Scioli ya mostró su enojo por los intentos del oficialismo de imponerle un candidato a vicegobernador;

> en Córdoba, la irritación de Juan Carlos Schiaretti por una silbatina a causa de apoyar una lista colectora puso en duda la alianza con el delasotismo; y

> en Salta, Cristina Fernández apoyó a 2 candidatos, lo que llevó a Juan Manuel Urtubey a decir que no era un representante del gobierno en la provincia.
 
Como el entorno presidencial ya nota el fastidio y el enojo del interior, se reflotó una vieja herramienta para el ajuste en las provincias (el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial, creada por Domingo Felipe Cavallo para financiar la privatización de bancos, sistemas jubilatorios y empresas de servicios públicos locales), que administrará ahora el Banco de la Nación, con $ 12.000 millones para hacer frente a la caída de coparticipación por el aumento de mínimo no imponible para el Impuesto a las Ganancias y el impacto que tiene las subas salariales a los trabajadores municipales y provinciales sobre las cuentas de cada distrito.
 
Según estimaciones privadas, el rojo provincial llegaría este año a $ 20.000 millones, por lo que la Casa Rosada usará las necesidades de fondos de cada provincia para imponer candidatos y armar las listas desde Buenos Aires, además de los giros de fondos para obras públicas, refinanciaciones de pasivos y planes sociales. Un dineroducto seductor.
 
Pero muchas veces el dinero no alcanza. La relación entre el gobierno y Hugo Moyano es una muestra. 
 
Cada semana, el camionero redobla la apuesta con un nuevo pedido, con una nueva exigencia, y no le importa si son proyectos que colaboran o no con el armado político de la Casa Rosada.

Por ejemplo, frenar los pases de las obras sociales a la medicina prepaga o la creación de un gravamen sobre las ganancias extraordinarias de las empresas para armar un fondo antidespidos.
 
Hay que entender que cada pedido de Hugo Moyano mezcla poder y negocio al mismo tiempo, y es oneroso:

> el aumento de mínimo no imponible le quitó $ 1.500 millones a las provincias,

> el fondo antidespidos espera recaudar cerca de $ 1.000 millones anuales, piso; y

> frenar los pases a las prepagas son casi $ 3.000 millones  anuales.
 
El camino al intento de reelección de Cristina Fernández ha sido y será pavimentado con cantidades inimaginables de dinero. 

No importa si el costo es inflación creciente, caída del poder adquisitivo del salario, suba de la conflictividad gremial, perforar las cuentas públicas y colocar al sistema productivo y el mercado laboral bajo estrés. Como Hugo Moyano, para el gobierno, el dinero no sólo es un instrumento para ganar o retener poder.
 
La Casa Rosada puede intentar seducir a la clase media creando un organismo especial para enfrentar a las aseguradoras con sus clientes, cambiar la forma de pago de las sentencias judiciales por ajustes salariales o repartir $ 3.000 millones entre productores ganaderos. 
 
Pero el gobierno pierde votos cuando

> Luis D´Elia hace una entrevista a uno de los sospechados del atentado a la AMIA,

Hebe de Bonafini dice que sus hijos viven en Amado Boudou Felisa Miceli, y

> cuando Cristina Fernández simula que no irá por la reelección.
 
Desde el triunfo en Catamarca, el Ejecutivo Nacional potenció la sensación de invencibilidad y la oposición aceleró su reacomodamiento.  Sin embargo, todavía faltan 195 días para la elección y queda mucha agua por correr. 
Si mucho está por jugarse, mucho se verá.

FUENTE: U24

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