sábado, 8 de enero de 2011

Las dos caras de la moneda. Por Nelson Castro


La ausencia de efectivo describe con precisión el impacto de la inflación, pero no sólo eso: también deja al descubierto la imprevisión del Gobierno.


“Parece que ahí adentro siempre tenemos un enemigo”, decía con fastidio una voz del kirchnerismo en referencia a la falta de previsión de las autoridades del Banco Central, conducta que ha generado esta insólita situación de falta de billetes que, por estos días, está complicando la vida de la gente. 

Empleados de la administración que cobran sus salarios a cuenta gotas, jubilados que no saben cuándo van a terminar de percibir sus magros haberes, turistas que deben hacerse de una mayor cantidad de efectivo ante la falta de dinero en los cajeros automáticos distribuidos en los principales centros vacacionales del país, con los consiguientes peligros para su seguridad. “Ya se sabía que esto iba a ocurrir. Hace más de un año que los cuerpos técnicos del Banco Central advirtieron a sus autoridades sobre la necesidad de imprimir más billetes; sin embargo, no les llevaron el apunte”, señala con precisión Carlos Pellegrini, dirigente de la comisión interna del BCRA. Ahora se sabe que este inconveniente habrá de extenderse por casi todo el mes de enero. 

El problema deja al descubierto dos situaciones muy claras: una es la falta de previsión por parte de la conducción del Banco Central; el otro, la inflación. Al respecto vale señalar que esta es una de las consecuencias derivadas de la utilización de reservas del Banco Central para hacer frente a los pagos de la deuda externa, asunto sobre el que advirtieron la mayoría de los economistas y que le costó el cargo de presidente de la entidad a Martín Redrado. De los mencionados informes técnicos se desprendió la idea de emitir billetes de doscientos pesos para ser usados en las transacciones de las grandes empresas a fin de dejar el resto del circulante para su utilización por parte del público en general, con el objetivo de evitar dar una señal que implicara el reconocimiento del significativo aumento de precios que se verifica en el país. La idea se rechazó y ahora las consecuencias están a la vista, con el consiguiente malhumor social.

Otra causa de malhumor social han sido los cortes de energía eléctrica que han complicado y aún complican la vida diaria de miles de ciudadanos. “En la Capital Federal los insultos se los llevaron las empresas pero aquí, en el Conurbano bonaerense, la cara ante los vecinos la tenemos que poner nosotros”, era la queja de varios de los intendentes K del Gran Buenos Aires vertidas ante los medios y ante el ministro de Planificación, Julio De Vido. 

La realidad que se vive en el sector energético –y que lleva años- es de una precariedad alarmante. En el verano es la falta de electricidad cuando hace mucho calor y en el invierno, cuando hace mucho frío, la de gas. Hay aquí culpas compartidas. Los que conocen el tema señalan, sin hesitar, que hay un déficit de inversiones de las empresas encargadas de la distribución de energía eléctrica. “Esto no es de ahora”, remarcan.

La política de congelamiento de tarifas y subsidios adoptada por el gobierno kirchnerista ha sido la peor forma de encarar el problema. No es que la empresa no sea acreedora de críticas, reproches y sanciones. Lo mismo le toca a sus pares de Edenor y Edelap. Lo que ocurre es que en Edesur no están las empresas de los amigos del Gobierno. Por ahí andan merodeando Electroingeniería y Cristóbal López, buscando ingresar a la compañía. 

Cuando alguien le advirtió al ministro De Vido que auditar sólo a Edesur y no a las otras no hacía más que generar sospechas de querer favorecer a dichos grupos, se apresuró a hacerla extensiva a Edenor y a Edelap. El capitalismo de los amigos del poder es uno de los grandes problemas de la Argentina. Yabrán y el CEI son algunos de los casos que nos trae el ayer. Hoy los nombres son otros pero los males son los mismos.

En las arenas de la política, sus protagonistas van calentando motores con miras a la vorágine del año electoral. Donde las aguas están más revueltas es en el radicalismo.

“Cobos no se baja”, afirma un intendente que permanece a su lado y está dispuesto a dar batallas por su candidatura. Las encuestas muestran que el vicepresidente está lejos de su pico de mayor popularidad. El proyecto de Cobos es que haya internas abiertas y simultáneas en agosto. “Allí las cosas pueden ser distintas”, remarca la misma voz. Desde sus adversarios señalan que si Cobos no se presenta en las internas de abril, podrá tomar parte de las de agosto pero no ya como candidato de la UCR. El lanzamiento del presidente del radicalismo, Ernesto Sanz –comprovinciano suyo–, ha complicado aún más las aspiraciones del vicepresidente. “Alfonsín y Sanz abren la posibilidad de generar acuerdos que la figura de Cobos dificulta”, reconocen desde algunas de las fuerzas satélites de la UCR. Hasta hoy las encuestas creíbles ponen a Ricardo Alfonsín con una ventaja clara sobre todos sus competidores.

Es en el peronismo en donde las aguas están más revueltas. “La ausencia de Néstor Kirchner se siente y cada día más. Alineaba, a favor y en contra”, reconoce la voz de un intendente K que va a buscar su reelección. Los así llamados “barones” del Gran Buenos Aires enfrentan problemas de gestión importante, conectada a los fondos que le debe girar la Nación y a los efectos de la inflación que les complica la vida “tanto como Moyano”, agrega el intendente antes aludido.

Las encuestas muestran que, a pesar de estar adelante en cualquier sondeo, el período de gracia producido por el efecto político del duelo de la Presidenta ha terminado. La rodea ahora la soledad del poder y la insatisfacción. La insatisfacción alude a su disconformidad con los comportamientos de varios de sus ministros; mientras que a la soledad, que hace a la personalidad de la Dra. Cristina Fernández, la exacerba el poder.

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