EMPRESARIOS Y OTROS REFERENTES YA LO HABÍAN DICHO
La corrupción del kirchnerismo es un estigma del que hablan empresarios, políticos y hasta diplomáticos foráneos. Solo los funcionarios oficiales junto a su séquito de bloggers rentados y medios afines —con Sergio Szpolski y Diego Gvirtz a la cabeza de los más beneficiados por la pauta oficial—, se atreven a poner las manos en el fuego por el oficialismo de turno.
Para estos, no existe la corrupción gubernamental: los fondos de Santa Cruz, las coimas de Skanska, la droga en Southern Winds, las valijas de Antonini Wilson y los negociados con Venezuela, solo por mencionar algunos pocos escándalos oficiales, jamás serán publicados por los medios que estos dirigen.
Sin embargo, los desaguisados son reales y ahora han sido refrendados por cables de Wikileaks que, no solo dan cuenta de la preocupación norteamericana, sino también de empresarios europeos.
El periodista español Juan Jesús Aznárez da cuenta de ello, al desmenuzar esos documentos en la edición de ayer de diario El País. “Casi todo está bajo sospecha en Argentina, desde el vértice del Estado hasta el funcionario, el comandante de provincias o el policía de comisaría enlodado con la prostitución y el tráfico ilegal, según se desprende de los documentos del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks a EL PAÍS, en los que la Embajada estadounidense alerta sobre la fragilidad del sistema judicial y, por ello, la impunidad de quienes delinquen”, asegura el periodista.
Su artículo es imperdible, porque allí se habla de los pedidos de coima a los empresarios por parte de Julio de Vido y hasta de la eyección del fiscal Manuel Garrido por investigar la corrupción oficial. Dice la nota de marras:
“El fenómeno de la corrupción oficial en Argentina preocupa a Estados Unidos, cuya Embajada en Buenos Aires envió al Departamento de Estado más de 100 despachos confidenciales, a lo largo de varios años, alertando sobre la fragilidad del sistema judicial en el país sudamericano y, consecuentemente, sobre la impunidad de quienes delinquen.
Sin auténtica voluntad política para erradicarla, la corrupción es generalizada en la judicatura y la policía, y alcanza a la política, según denuncia un informe enviado a Alberto. R. Gonzales, entonces Fiscal General de Estados Unidos, poco antes de su viaje a Buenos Aires.
La mayoría de los países de América Latina ocupan, con Venezuela a la cabeza, puestos lamentables en la clasificación de Transparencia Internacional (TI), ya que la corrupción atraviesa los negocios y la política, y las denuncias no resueltas sobre comisiones ilegales y sobornos son innumerables. Venezuela, Argentina, Paraguay, México Honduras, Ecuador o Bolivia figuran entre las naciones más castigadas por la corrupción oficial y la impunidad.
La renuncia del fiscal anticorrupción argentino Manuel Garrido, en marzo del 2009, alegando la imposibilidad de cumplir con su trabajo, maniatado por restricciones normativas, fue recibida con desagrado por la legación diplomática norteamericana. La Embajada había seguido atentamente las investigaciones de Garrido sobre el sospechoso incremento patrimonial del matrimonio Kirchner y de funcionarios del entorno presidencial. "Los recientes movimientos del Gobierno argentino socavan la independencia y la eficacia de los organismos con jurisdicción sobre casos de corrupción", condenó la Embajada.
A pesar de que el ministerio de Justicia y Derechos Humanos dispone de una oficina anticorrupción, ésta se ha centrado fundamentalmente en investigar los casos ocurridos durante las Administraciones de los presidentes Carlos Menem (1980-1999) y de Fernando de La Rúa (1999-2003). "Pero apenas se ha ocupado de las acusaciones contra la Administración Kirchner", subrayan los funcionarios norteamericanos. Las apreciaciones sobre el matrimonio Kirchner son imputables a todos los Gobiernos argentinos, cuyos responsables ignoraron o minimizaron en su día las denuncias en su contra.
La frustración del juez Garrido, que después de más de 100 investigaciones no pudo lograr una sola condena, es entendible a tenor del promedio judicial argentino: desde el año 1986, únicamente se han registrado 50 sentencias condenatorias. La mayoría de las causas que llegan a los tribunales acaban extinguiéndose puesto que los procesos se eternizan una media de 14 años, según el Centro para el Estudio y la Prevención de los Delitos Económicos. Solo 15 de cada 750 acaban en el procesamiento de los denunciados.
Casi todo está bajo sospecha en los cables de la Embajada: desde el vértice del Estado hasta el funcionario, el comandante de provincias o el policía de comisaría enlodado con la prostitución y el tráfico ilegal.
El formato del fenómeno es variado. El ex-Ombudsman, Eduardo Mondino, confesó al entonces embajador, Anthony Wayne, que investigaba denuncias sobre "la sistemática comisión del 15% cargada por el Gobierno argentino a todos los contratos privados con un tercer país". La oficina de Mondino trataba de determinar si se trataba de soborno o de malversación, y si el dinero obtenido fue depositado en un banco de Estados Unidos. El embajador prometió ayudar con cautela dado lo "delicado" del asunto.
Un cable implicó, de nuevo, al ministro de Planificación, Julio De Vido, en un caso de cohecho: el consejero delegado de una empresa alemana se quejó ante el ministro de que uno de sus ayudantes le había pedido dinero. ‘De Vido no tuvo interés en conocer el nombre del funcionario que ofendió [al consejero delegado] y en cambio le recomendó que grabara y filmara la próxima solicitud de soborno’.
Los episodios vividos por empresarios y banqueros de diferentes nacionalidades podrían certificar la veracidad del contenido de las denuncias recogidas por la Embajada norteamericana. Un banquero español escuchó una y otra vez en Buenos Aires, al principio con incredulidad, que debía contactar con el denominado grupo K para "solucionar" sus problemas.
La conclusión del diputado conservador Federico Pinedo fue que las relaciones con Néstor Kirchner, fallecido el pasado año, ‘son más importantes que las instituciones’. Las declaraciones fueron efectuadas a raíz del escándalo por presunta corrupción en el manejo de fondos públicos que golpeó directamente al jefe del Ejército, el general Roberto Bendini, en 2008.
La Embajada alude también a la corrupción entre los militares, cuyas consecuencias rara vez son penales. ‘Los escándalos por corrupción en Argentina comienzan con mucho ruido para disiparse después en el olvido, debido a la parsimonia de las 'investigaciones' y el interminable peloteo judicial a los que son sometidos’, resume un despacho, que cita la debilidad de la arquitectura anticorrupción nacional como fundamento de todos los males.
Otro informe recoge otra forma de corrupción: la captación política de los jueces con causas importantes a su cargo. Los magistrados, si aceptan, deben abandonar esas causas o paralizarlas, el objetivo pretendido por quienes les ofrecieron espacio en su listas electorales.
La envergadura del problema es enorme: los argentinos sacaron del país en torno a 130.000 millones de dólares, la mayoría procedentes de la evasión fiscal y la corrupción política. Para tratar de lograr su regreso, el Gobierno aprobó una ley de amnistía impositiva, sobre cuyos resultados y verdaderas intenciones aun existen recelos.
Dos abogados consultados por la Embajada norteamericana coincidieron en que el Gobierno de Kirchner presionó tanto para que se aprobara esa ley, pese a las dudas sobre su efectividad, para ‘permitir a funcionarios del Gobierno y sus cómplices en el sector privado blanquear el efectivo procedente de las comisiones, sobornos y otras formas de corrupción oficial, y legitimar negocios turbios, por ejemplo el juego’.”
Concluyendo
En los primeros años del kirchnerismo, los empresarios habían bautizado a la incipiente gestión como “teléfono celular”, porque “antes de hablar (de negocios) hay que poner el 15”. Como puede verse, el número es el mismo que han pedido a empresarios foráneos para que pudieran ingresar con sus negocios a la Argentina.
Otro tópico que preocupa es el del lavado de dinero, de lo cual ha hablado in extenso Tribuna de Periodistas. Es por ello que el kirchnerismo no combate el blanqueo de capitales: porque lo necesita para legalizar sus negocios ilegales. Eso explica por qué los Kirchner tienen tantos hoteles y están relacionados con el juego: ambos son negocios que facilitan el lavado de fondos.
En fin, esto explica por qué el país ha descendido a la hora de las preferencias de los inversores extranjeros: a nadie le interesa hacer negocios donde impera la corrupción y las reglas no son claras.
La Argentina se ha transformado en tierra fértil solo para empresarios vinculados a funcionarios del Ejecutivo, quienes se han beneficiado de manera exponencial desde 2003 a la fecha. Quienes se atreven a criticar siquiera la gestión K, por el contrario, sufren permanentes ataques y hasta expropiaciones de sus empresas.
Lo más triste no es lo todo descripto, sino que aún haya quienes crean que esa matriz de corrupción es sinónimo de progresismo.
Christian Sanz
Es increible lo que genero esta pagina al rededor de todo el mundo!! Yo estaba en uno de los apartamentos en buenos aires cuando se conocio en argentina. Tuvo muchisima repercucion la verdad!!
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