sábado, 26 de febrero de 2011

El fuego sagrado de los malos. Por Alejandro Borensztein


Los artistas son unos inútiles. Se creen poseedores del fuego sagrado y no son otra cosa que el vasito de agua que le damos a la sociedad para que se trague la pastillita de maldades que, desde antaño, elabora el Club de los Malos. En otras palabras, mientras los muy pavotes cantan, bailan, actúan, escriben, pintan y hacen todas esas monerías, sin saberlo, distraen a los pobres corderitos de Dios, para que desplomemos sobre ellos, nuestra catarata de iniquidades. ¡Oh, los artistas! Ingenuos colaboracionistas del mal. Hablan del fuego sagrado. ¿¡Qué saben de eso!? ¡Aprendan! ¡Esto es el fuego! Con estas fervorosas palabras, el CEO del Club de los Malos (CDLM) cerró el evento “artístico” que precedió al acto de incineración de las montañas de billetes de 100 pesos que fuimos retirando de circulación a fines de 2010 para emputecerle la vida a la sociedad durante las fiestas de fin de año y el comienzo de las vacaciones. En un basural del Cinturón Ecológico, dos mil millones de pesos en billetes de 50 y de 100, ardieron frente al palco de autoridades del Club de los Malos e invitados especiales. Por supuesto, estaba presente todo el equipo de encarajinadores del kirchnerismo, festejando esta nueva maniobra para destrozar al gobierno nacional, que se sumó a la ya tradicional escasez de nafta y los infaltables cortes de luz.
El fuego ha estado siempre asociado a la idea del mal. Desde la iconografía que rodea al concepto de infierno, hasta un simple incendio en los juzgados del doctor Oyarbide, la semana pasada, para quemar expedientes que comprometían a varios miembros del CDLM.
Allí donde está el fuego, están los Malos. Desde una simple tira de asado reseca y pasada, que se posa sobre la mesa ante el fastidio del comensal que la pidió jugosa, hasta el fuego de la chimenea de la sala de armas del Club, donde los jerarcas más conservadores y perversos del CDLM han hecho juramentos de sangre y han tomado decisiones históricas, como el establecimiento de la Inquisición Medieval en Languedoc, en 1184, o la designación de Cobos en la fórmula presidencial de 2007 .
El fuego es a los Malos, lo que el shampoo es a Marcela Kloosterboer.
Obviamente, el evento sirvió para discutir estrategias ante el gran objetivo del año: las elecciones de octubre. ¿En qué fuerza política deberíamos poner nuestros mejores cuadros para garantizar que otra generación de argentinos acabe su paso por este mundo de la peor manera posible? ¿A cuál candidato deberíamos infiltrar más profundamente para asegurarnos un mejor emputecimiento gubernamental? Respuesta: por las dudas, a todos. No podemos correr riesgos. Ya nos pasó en los comicios de 2003, cuando dejamos a nuestros mejores guachos en las filas del menemismo, de puro golosos nomás. Desatendimos a un entonces desconocido gobernador de Santa Cruz, suponiendo que no podía ganar las elecciones.
Por eso, los primeros años del kirchnerismo fueron buenos, lamentablemente. Pero de a poquito fuimos entrándole con nuestros mejores encarajinadores, y hoy tenemos esta realidad que nos enorgullece.
Por más que lo echen a Jaime o se desprendan de dudosos sindicalistas, o hagan lo que hagan, el daño ya está hecho. Nuestro equipo está sólido. Los encarajinadores K salen a la cancha sabiendo perfectamente lo que tienen que hacer. Juegan de memoria.
Para evitar repetir aquel descuido de 2003, iniciamos el operativo “Aspas en mi cabeza”, sobre Alfonsín y Sanz. No sea cosa que un candidato desconocido como Sanz transcurra el año sin hacer o decir barbaridades y después sea demasiado tarde. Hemos enviado allí a los encarajinadores que estaban apostados en el PJ federal, porque en ese sector político ya no son necesarios.
Se encarajinan solos.
En el PRO, todo va muy bien. Al menos es lo que se comentó la semana pasada en un acto realizado en la esquina de Blanco Encalada y Cabildo, donde se descubrió una placa conmemorando los primeros “20 años bajo el agua”.
Cabe decir que esta esquina ya figura en la guía turística del Mal. Turros de todo el mundo viajan especialmente para visitarla. Ya es costumbre arrojar una moneda en el sumidero y pedir 3 deseos, uno de los cuales suele ser: “Macri, no te vayas nunca”.
Algunos nostálgicos desaprovechan el segundo deseo con un estéril: “Que vuelva Carlos …” Mientras las llamas iluminaban el cielo del basural, se recordó el exitoso proyecto de los 90 “Ramal que para, ramal que cierra”, que nos permitió triturar todo el sistema ferroviario nacional, y se presentó una versión superadora: “Sindicalista que encierran, sindicato que para”.
Es una idea más amplia y arrancó muy bien.
¿Para qué vamos a triturar sólo el sistema de transporte, si podemos destrozar el estado de derecho entero? Finalmente, luego de felicitar a los veteranos encargados de sabotear hasta último minuto, como hacemos todos los años, el comienzo de las clases, cerramos el acto con la entrega del tradicional Premio Gaby Alvarez 2011, al Pelotudo del Verano.
En esta ocasión, ganaron los padres del pibe de 6 años que, manejando un cuatriciclo por la playa de Pinamar, atropelló a otro pibe de 4 años causándole serios politraumatismos.
La simpática parejita de infradotados, agradeció el premio y prometió que el año que viene, cuando el nene cumpla 7 añitos, le van a prestar el auto para que ande por la Ruta 11.
El fuego todo lo puede. Un verdulero en Túnez se despierta una mañana, compra un bidón de nafta y se inmola en la calle. Horas después, comienzan las revueltas y a los pocos días cae el gobierno. La onda se expande por Bahrein, Yemen, Argelia, Marruecos. Cae Mubarak en Egipto, tambalea Kadafi y comienzan los problemas en Irán y hasta en China. El mundo cree que la salida de todos estos Malos traerá algo bueno. Puede ser, pero no deberían subestimarnos.
Tal vez, las filiales del CDLM en esa región, tienen preparada una sorpresa. Todo gracias a un simple bidón y un fósforo. ¿Qué mejor ejemplo para definir el fuego sagrado? Y pensar que después vienen los artistas y dicen poseerlo.
Feliz desconocedor de su condición de colaboracionista del mal, Enrique Pinti canta aquello de Pasan los años, pasan los gobiernos … quedan los artistas.
Ingenuo. Tarde o temprano, los artistas también pasan. Sólo quedan los eternos poseedores del fuego sagrado. Nosotros, los Malos.


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