viernes, 25 de febrero de 2011

El día que José Pedraza (me) contó todos sus secretos. Por Jorge D. Boimvaser


“YO LO QUISE CAGAR A TROMPADAS A DUHALDE”


Tuve que pensarlo unos días antes de acceder a redactar este informe. ¿Es ético escribir sobre una charla informal que en ningún momento fue concebida como entrevista? Hoy, dadas las circunstancias, creo que lo es.

Fue en noviembre del 2009 que me encontré con José Pedraza en el patio de comidas del shopping Paseo Alcorta. Hubo un tercer parroquiano en la cita, un periodista amigo que casualmente estaba por el lugar y accedió a compartir la mesa. El encuentro tuvo un motivo. Yo estaba firmando contrato esos días con la productora “Pampa Films” (la misma que recientemente estrenó “Sudor Frío”) para llevar al cine mi libro “Las Manos de Perón”. La ambición de la productora era realizar una película a lo grande, que pueda ser exhibida en todo el mundo como corresponde a la historia de un líder como Juan Domingo Perón. (1)
 Yo preferí acercarme a los viejos caciques sindicales, los veteranos a quienes Perón les dio el visto bueno para liquidar al sindicalismo montonero antes de su muerte en 1974. Y liquidarlos a punta de balas y golpes, como lo hizo la patota sindical que hoy relame su amistad con sus propias víctimas de aquellas matanzas, hoy parte del gobierno de Cristina K.
Pedraza fue alguna vez un dirigente combativo que posteriormente se engolosinó con las cajas del sindicalismo corrupto hasta que, por criminal, dio sus huesos en un calabozo.
Retacón, bien vestido y con semblante cansado pasó desapercibido en el amplio patio de comidas del shopping que suele visitar, entre varios, Enrique Nosiglia y otros personajes de la política y el sindicalismo.
La muñeca de Pedraza relucía con pulseras gruesas de oro y reloj al estilo de los narcos mexicanos, bien ostentoso.
“José, te corto la mano y con lo que vendo vivo un año en Miami”, le dije con mi habitual humor entre negro y estúpido. La mirada de Pedraza, fría y directa, mostró que no le gustaba la broma. No sería ni mi única idiotez ni su última mirada a lo doctor Lecter.
Su impronta era la de un hombre cansado. Con fortuna pero también hastiado de todo. Seguí metiendo cuña. El día anterior Cristina K. había inagurado la biblioteca de la Unión Ferroviaria y fue con la comparsa de medios oficial quien centró las miradas de la jornada.
“José… si hubiera sabido que estabas tan oficialista no te invitaba el café..”. Allí refunfuñó: “Se metió en el acto y lo copó ella (por Cristina). Nosotros invitamos de protocolo a todo el mundo y un día antes me avisan de Presidencia que la oradora central sería Cristina, sin pedirme permiso. ¡Si el acto era en la casa de los ferroviarios…!”
Le pregunté si no se podía negar, o imponer sus condiciones. Respondió algo así como que no estaba en condiciones de exigirle nada. “Los ferroviarios tenemos muy buenos sueldos gracias a los subsidios y otros privilegios. Nos sacan ese dinero y estamos fritos…, y yo me tengo que rajar”.
El tema se derivó a un punto desconocido. Pedraza contó que cuando en 2002 Eduardo Duhalde le dijo a los caciques sindicales que el candidato del peronismo iba a ser Néstor Kirchner, varios —de los que hoy acompañan al gobierno como perritos falderos— lo insultaron en todos los idiomas…
“Nos encontramos con el cabezón (dijo el lugar, pero no lo recuerdo) y cuando ratificó que Kirchner sería candidato a Presidente yo lo quise cagar a trompadas… Le dije que el tuerto era un traidor, un cagador que siempre había mordido la mano a quienes le dieron de comer… me tuvieron que agarrar para que no lo boxeara a Duhalde… y ahí lo ves, no me equivoqué… pero ahora el que se jodió fue Duhalde, no nosotros.”
Después Pedraza se despachó fuerte contra Hugo Moyano. “Hugo no tiene que sacarle afiliados a otros gremios. Eso no se hace entre nosotros… se los podés sacar a los zurdos pero no entre nosotros… Fijate que aquí, por ejemplo, (se refería a los mozos del Shopping), aunque sean gastronómicos, los mozos pertenecen a empleados de comercio porque la actividad principal del Paseo Alcorta corresponde a comercio.. a Luisito (Barrionuevo) no se le ocurriría venir a sacarle los afiliados al Gitano (Cavalieri)…”
Es cierto que si no se conoce el argot sindical la charla con estos hombres ingresa en un laberinto sin salida.
“¿Cómo termina Moyano…?” En otros tiempos terminaría con un tiro en la cabeza, pero ahora veremos… a Néstor (con vida en esa época) le conviene por ahora y cuando no lo tirará a la basura… pero Hugo no llega a los 70 (años)… termina mal…”
Después confió que se tuvo que mudar de Morón por cuestiones de seguridad, que no quería andar con mucha custodia y confesó que estaba viviendo por Boedo (mintió: ya estaba en Puerto Madero, pero el hombre aún guardaba algo de pudor para confesarlo).
Le dije que me parecía extraño el electorado de Morón. Votaba un tiempo a Rouselot (Juan Carlos, ya muerto) y como si nada se pasaba a Martín Sabbatella.
“…Si los dos son lo mismo, pero con otro disfraz. Yo soy muy amigo de Sabbatella, es un buen chico, me recibió varias veces. Hicimos cosas juntos, incluso por el gallito (Deportivo Morón)… Me quiso poner custodia del Municipio pero yo prefiero el perfil bajo que andar con mulos (guardaespaldas) a cuestas”.
Alguna que otra cita sin mucha trascendencia y con el mismo andar cansino de hombre cansado se levantó de la mesa y partió.
“¿Hablamos de la película “Las Manos de Perón”..?, le recordé que ese era el motivo del encuentro.
“Llamá a mi secretaria la semana próxima y venite al sindicato, doná algunos libros a la biblioteca y ahí hablamos…”, dijo y se fue.
No hubo feeling como para que yo insistiera. Nunca nos volvimos a encontrar.

Jorge Boimvaser
(1) Estos días Pampa Film pretende, a través de su manager-socio Jorge Zonzini, que trabaje en el proyecto Florencia Kirchner, quien estaba estudiando cine en EEUU cuando se produjo la muerte de su padre).

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