lunes, 8 de agosto de 2011

El Gallego y el Gringo Por Alfredo Leuco


El Gallego y el Gringo fueron los dos grandes ganadores. Así llaman los cordobeses a José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, gobernador saliente y electo, respectivamente. Son un equipo de trabajo que motoriza al peronismo provincial desde hace muchos años. La gestión de uno y las bondades como candidato del otro, fueron ratificadas en las urnas por una diferencia mucho mayor que en los comicios anteriores.
El discurso de De la Sota fue el primero de su carrera presidencial hacia 2015. La realidad lo anotó en esa carrera en la que también aspira a acaudillar al peronismo no kirchnerista primero, para conducir el peronismo a secas después. Es uno más de los nuevos liderazgos que asoman sin el sello K como Scioli, Urtubey, Macri y Binner.
Por eso, De la Sota dijo que anoche nació algo que el denominó: el cordobesismo . Es algo superador de los partidos y las ideologías y tiene que ver con la defensa de la dignidad y la autonomía frente a los intentos de domesticarlos desde la cima del poder central. Por eso De la Sota agradeció el saludo de la Presidenta sin mencionarla por su nombre y apellido y en medio del agradecimiento a otros candidatos (Duhalde) y gobernadores (Scioli). Quien fuera su vice, su hermano justicialista, Schiaretti fue mucho mas explícito cuando dijo "nada ni nadie nos puso ni nos va a poner de rodillas. Defendemos en forma irrestricta, con uñas y dientes" los intereses de los cordobeses. Una tonada que exige un federalismo equitativo.
El Gallego y el Gringo enviaron el mismo mensaje. Quieren seguir construyendo justicia social y progreso y "A la Nación (planteó De la Sota) le decimos lo que ya saben: cuenten con Córdoba para trabajar para unir y no para dividir y para resolver problemas en forma conjunta y no para crearlos artificialmente". Mas claro, agua. Apuestan a la memoria pero también a la imaginación. Fue explícito: miramos al futuro y no solo al pasado. No hay intenciones beligerantes hacia Cristina pero tampoco hay vocación de chupamedias. De hecho, un acuerdo que se venía trabajando se rompiócuando se le quiso imponer a De la Sota, con altanería, su compañero de fórmula y la lista de diputados. El Gallego dijo no. Se plantó. Igual que otros peronistas como Carlos Verna en La Pampa. Se jugó a buscar los votos propios y a no deberle nada a nadie. Y lo consiguió. Córdoba es una provincia que tiene una potencia productiva tremenda. No solamente es la segunda del país por cantidad de habitantes. Es la primera productora de soja, de maíz, maní y de leche. Cuatro de cada diez autos que se venden en la Argentina se fabrican en esas míticas fábricas proletarias. Hay 150 mil alumnos originarios de los cuatro puntos cardinales del país, estudiando en su prestigiosa universidad. Schiaretti recordó que muchos se quedan a vivir en Córdoba porque se reciben y se casan. Ese arco iris de identidades culturales convierte a Córdoba en un vértice de argentinidad. En un símbolo de convivencia diversa y de enriquecimiento con los aportes del otro. Córdoba es un faro del progreso nacional, dijo De la Sota. Las cifras demuestran que los pueblos de la ruralidad respaldaron al gobernador que supo tomar distancia del gobierno nacional durante la batalla por la 125. Y que nadie tiene el voto atado.
Es muy probable que dentro de una semana tanto Cristina Fernández de Kirchner como Ricardo Alfonsín hagan una buena y pareja elección en esa provincia. Se votan cosas distintas y el ciudadano, cada vez más maduro, sabe distinguir. El peronismo de Córdoba demostró que es cosa seria a la hora de gobernar y de mantenerse en el poder. Son atributos que le vienen desde la cuna de la fundación de su movimiento. Pero los cordobeses en particular, además, ratificaron su vocación de rebeldía. Aquel 29 de mayo de 1969 una rebelión popular hirió de muerte la dictadura de Juan Carlos Onganía. Desde ese momento el diccionario político sumó un nuevo término: cordobazo. Entre otras cosas significa defender la liberad. Algo de eso pasó ayer.
Fuente: La Nación

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