miércoles, 24 de agosto de 2011

Un sistema vetusto que el Gobierno se resiste a cambiar. Por Joaquín Morales Solá


Fraude, travesuras, robos, descuidos. La novedad electoral argentina -comicios que no habrían reflejado el verdadero estado de la opinión pública- mereció tantos calificativos directos como eufemismos e insinuaciones. Unas 3000 mesas han sido impugnadas en la provincia de Buenos Aires. La jueza electoral María Servini de Cubría abrió en la Capital una urna en la que Ricardo Alfonsín, supuestamente, no tenía ningún voto, pero había 22 sufragios para el candidato radical, que nadie registró.
Un votante de la provincia de Buenos Aires le contó a La Nacion que protestó ante el presidente de mesa porque en el cuarto oscuro no estaban todas las boletas. "Vote con lo que hay o vote en blanco", le respondió el responsable de la mesa. En territorio bonaerense hubo un desmesurado 8% de voto en blanco. El macrista Federico Pinedo se quejó públicamente tras recibir muchas denuncias de que su boleta no estaba en mesas de la Capital. Fajos con boletas de Alfonsín fueron encontrados también en tachos de basura.
Es la primera vez desde 1983 que unas elecciones son tan cuestionadas en su instrumentación, aunque ya en 2007 se había denunciado un masivo faltante de boletas de Elisa Carrió, que salió segunda en las presidenciales de ese año. El reclamo de Carrió fue entonces admitido, en reserva, por dirigentes peronistas bonaerenses. La diferencia es que entonces fue sólo Carrió la denunciante; ahora lo son casi todos los partidos opositores.
Primera conclusión: la intensa polémica que está creciendo no pone en duda el arrasador triunfo de la Presidenta el 14 de agosto. Cristina Kirchner ganó, y ganó en buena ley. Abre, en cambio, una pregunta crucial sobre por qué la Argentina es casi el único país sudamericano que sigue votando con el mismo sistema que se usaba a principios del siglo pasado. El sistema ha sufrido, incluso, algunas degradaciones. Antes eran maestros los presidentes de mesa; ahora nadie sabe cómo se seleccionan. A veces son personas que por su edad no tienen experiencia ni tampoco han recibido la necesaria instrucción. La oposición sospecha que hubo muchos voluntarios identificados con el oficialismo entre los presidentes de mesa.
Los presidentes de mesa fueron un problema. Otro conflicto está resultando de la disidencia que hay entre muchas actas y sus respectivos telegramas. Unas 1500 mesas fueron impugnadas por eso en la provincia de Buenos Aires por el radicalismo. En otras mesas no hubo relación posible entre votantes y votados. El cero voto para algunos candidatos se pareció a una epidemia, sobre todo en provincias con un alto grado de hegemonía oficialista, como Tucumán y Santiago del Estero. Pero el problema central pareció consistir en la desaparición permanente y sistemática de boletas. "No seamos elegantes: se robaron las boletas", denunció Pinedo. Pinedo fue candidato a diputado nacional en la Capital, pero el problema mayor se detectó en la provincia de Buenos Aires.
La Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados (se supone que con su composición sólo opositora) irá mañana a La Plata para reunirse con el juez electoral de Buenos Aires, Manuel Blanco, para plantearle una revisión del escrutinio. El problema son las actas. Si un candidato sacó cero voto en una mesa, si no tuvo fiscales y si las actas están firmadas por el presidente de mesa y por los otros fiscales, los argumentos para la impugnación son muy débiles. El juez debería abrir las urnas sólo respaldado por una suposición.
La oposición podría denunciar penalmente en las próximas horas a algunos presidentes de mesa. Estos firmaron un documento público, como es el acta del escrutinio, con datos que serían falsos. "El método del fraude fue la designación de los presidentes de mesa", aseguró Ricardo Gil Lavedra, presidente del bloque de diputados radicales. La oposición teme que una nueva experiencia de este tipo en octubre la despoje de muchos diputados.
Cada candidato opositor fue arrasado en las mesas donde no tuvo fiscales. "¿Para qué se presentan si no tienen fiscales?", fue la respuesta mordaz de un funcionario kirchnerista a un opositor quejoso. Segunda conclusión: un sistema electoral es demasiado vetusto si su transparencia necesita de fiscales para evitar la distorsión de una elección. Un partido que decidiera pagarles y darles de comer a sus fiscales durante una jornada electoral necesitaría de unos tres millones de pesos nada más que para controlar los comicios en todo el país. Las elecciones serían, en tal caso, sólo confiables para los partidos ricos, y no hay partidos ricos en la oposición argentina.

BOLETA ÚNICA

Distintos bloques opositores comenzaron a firmar ayer un proyecto de ley para establecer la boleta única en las próximas elecciones de octubre. Los ejemplos de boleta única en Santa Fe y en Córdoba son aleccionadores: la sociedad votó con más libertad, no hubo impugnaciones y los resultados no demoraron en llegar. Miguel del Sel, por ejemplo, ganó en Santa Fe en mesas donde no tuvo ni fiscales ni candidatos. Si hay una sola boleta con el nombre de todos los candidatos, el robo no puede existir.
En la Cámara de Diputados hay varios proyectos para establecer distintas variantes de boleta única. Patricia Bullrich, una aliada de Carrió, incorporó ayer el último; en éste sólo se instituye el sistema de boleta única y se le delega a la Cámara Nacional Electoral la facultad de elegir cuál método será el mejor. "Los jueces decidirán más rápido que los políticos", señaló la diputada. Hasta la tarde de ayer, el proyecto de Bullrich ya había sido firmado por el radical Gil Lavedra; por Gustavo Ferrari, en nombre de Francisco de Narváez, y por Pinedo, por Pro. El peronismo disidente evaluaba si firmaría el proyecto de Bullrich o si iría con uno propio, pero siempre con boleta única.
El Gobierno no quiere saber nada con la boleta única. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, ya lo anticipó públicamente: "Pone en riesgo la gobernabilidad", dijo. La afirmación del ministro se explica en que la boleta única puede elegir con buenos porcentajes a un jefe del Ejecutivo, pero puede, al mismo tiempo, construir un Parlamento con mayoría opositora. Es lo que pasó en Santa Fe.
La oposición es consciente de que se encontrará con un gobierno dispuesto a pelear una mayoría en el Congreso capaz de rechazar ese proyecto o decidido, incluso, a vetar la ley, si ésta tuviera sanción parlamentaria. El precio político, en cualquier caso, podría ser alto.
Después de todo, Cristina Kirchner fue votada también por un porcentaje enorme de argentinos que pertenecen a la clase media seducida por los progresos políticos. El monumental caudal de votos recibidos por la Presidenta, y extraídos de distintos sectores sociales, es un paraíso político que también, paradojalmente, la limita.
EL FAP PRESENTA SUS INTERBLOQUES LEGISLATIVOS 
El Frente Amplio Progresista (FAP) avanzará hoy con su consolidación como espacio político con la presentación de sus interbloques parlamentarios. Será con una conferencia de prensa en el Salón Illia del Senado, donde estarán presentes los 21 diputados nacionales y los tres senadores que compondrán la fuerza legislativa del frente que impulsa la candidatura presidencial del gobernador de Santa Fe, Hermes Binner. En este espacio convivirán las bancadas del socialismo, del Frente Cívico de Luis Juez, del GEN de Margarita Stolbizer, de Libres del Sur, de Buenos Aires para Todos, de Solidaridad e Igualdad (SI) y la radical Sandra Rioboó.

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