lunes, 7 de febrero de 2011

Moe, Larry y Curly o Aníbal, Héctor y Amado

Cristina intenta evitar o, al menos, limitar la fuga de intención de votos hacia el centro, pero sus colaboradores la sabotean: Aníbal Fernández (Moe), Larry (Héctor Timerman) y Curly (Amado Boudou), gente muy peculiar del gabinete nacional, según el autor.


(N. de la R.: Los tres chiflados (The Three Stooges), fue un grupo cómico estadounidense, activo entre 1922 y 1970. El conjunto conoció varias formaciones, y sus integrantes más festejados son mejor conocidos por sus apodos que por sus nombres: Moe, Larry y Curly / Shemp. Se hicieron famosos por una comicidad basada en la violencia física y en el juego verbal, género que se conoce en inglés como "slapstick". La larga permanencia del trío en actividad (48 años) se debió a su popularidad y al lamentable hecho de que, por disposiciones contractuales, los 3 Chiflados no fueron propietarios de su obra sino empleados a sueldo por semana, lo que los obligó a actuar incansablemente hasta que los alejaron las enfermedades, la vejez o la muerte).
 
 
por CARLOS SALVADOR LA ROSA
 
MENDOZA (Los Andes). Como ya comienza a ser habitual, la Presidenta Cristina Fernández pronunció, durante la semana, varios discursos que incluyeron frases en extremo sensatas, acerca de las cuales es posible conjeturar que su marido Néstor habría censurado o al menos no habría acordado con ellas. 
 
Sin que nuestro comentario posea la más mínima intención de sembrar una cuña entre el pensamiento de él y de ella, por el contrario, la otra parte sustancial de los discursos de Cristina no cesa en homenajear o proponerse continuadora de la obra de Néstor Kirchner, de un modo tan sentido que sería poco honesto buscar algún atisbo de insinceridad. Sin embargo, las frases están y no parecen ser dichas por casualidad.
 
1) Cristina dijo que un político de veras es quien soluciona conflictos, no el que los genera. Algo que no sólo contradice la actuación de Néstor (y de ella misma) desde el conflicto del campo hasta la muerte de él, sino que también contradice a una amplia corriente de opinión ideológica oficialista que defiende al “conflicto” como eje central de toda política transformadora.
 
2) Cristina dijo acerca de los piquetes que “cuando protestemos, hagámoslo un poco en la vereda y en el cordón para que la gente pueda circular y llegue a la escuela, al trabajo, para que pueda llegar”, incluyendo dentro de su crítica también a las huestes de Moyano, las cuales al tradicional piquete le vienen sumando el bloqueo contra cada vez mayor número de empresas. Mientras esos bloqueos eran dirigidos a la “prensa canalla”, el gobierno nacional miraba para otro lado, pero ahora parece que el bloqueo moyanista se les fue de las manos y sus ejecutores ya no los hacen al servicio del gobierno sino de sí mismos. No obstante, por las razones que fuera, la advertencia de Cristina fue oportuna, adecuada y pertinente.
 
3) Cristina dijo que “sería bueno que pudiéramos articular con el gobierno local (el de Macri) las jurisdicciones y competencias que han sido perfectamente delimitadas”, al tiempo que ordenaba a su ministra de Seguridad “articular juntamente con el gobierno local y la Policía Federal para no enredar a la sociedad en falsas discusiones”. Notable. Y eso lo decía justo cuando su canciller acusaba a Macri de instruir policías en técnicas de golpismo y tortura con el apoyo de EEUU. Como si Cristina y Timerman vivieran en mundos paralelos, ya que mayor contradicción es imposible.
 
Es preferible reír que llorar
 
Curly, Larry y Moe, los tres chiflados originales de los legendarios cortos de cine, transparentan con sus tropelías el caos que se encierra dentro del aparente orden social. Son tres buenos para nada convencidos de que lo pueden todo y siempre lo intentan todo con resultados catastróficos. Al principio los demás los miran con desdén, luego se horrorizan con los daños causados; después algunos maleantes buscan usarlos para sus propios fines (infinitamente más perversos que los torpes infantilismos de los tres chiflados) y al final todos terminan tirándose tortas en la cara, mientras los tres chiflados detienen a los maleantes, recomponiendo el orden social.
 
En la Argentina, los émulos de los tres chiflados son fanáticos de twitter; a través de esa nueva y fenomenal arma libran sus combates contra los maleantes, no dejando de cometer torpezas infinitas, pero siempre yendo al frente; militan pero no trabajan, aunque no por vagos sino porque no tienen trabajo aunque tengan empleo. No cualquier empleo sino los tres más importantes del gobierno nacional, después de Cristina.
 
El empleo de Aníbal Fernández es el de jefe de gabinete de un gobierno que no tiene gabinete, sino ministros que hablan individualmente con la presidenta. El empleo de Amado Boudou es el de ministro de Economía de un gobierno que sólo tuvo en esa función a Néstor Kirchner hasta su muerte y hoy el cargo está vacante. El empleo de Héctor Timerman es ser canciller de un gobierno cuya presidenta fue, hasta la muerte de su marido, la única encargada de las relaciones exteriores (porque era lo único de la política que a Néstor no le gustaba y era casi lo único que a ella le gustaba) y aún lo sigue siendo. 
 
Vale decir, ninguno de los tres tiene trabajo aunque tengan empleo y sueldo. Y en su tiempo libre, que es todo su tiempo, se dedican a imitar a los tres chiflados. 
 
1) Aníbal Fernández (una impresionante reencarnación de Moe pero con bigote en vez de flequillo) es el único de los tres que pretende que lo tomen en serio; al menos siempre parece querer hablar en serio (igual que Moe, ése es su modo de hacer reír). Al ser el único peronista de los tres, es imposible discernir cuándo actúa de puro chiflado y cuándo se hace el chiflado, mientras que los otros dos son siempre chiflados, jamás simuladores. No obstante, las locuras de Aníbal han menguado un poco, porque aunque las siga haciendo, la Presidenta no lo escucha y por ende no lo escucha nadie del oficialismo. Eso de ser mitad chiflado y mitad simularlo, no gusta en el cristinismo, que es más principista que el nestorismo.
 
2) Héctor Timerman, que ha heredado de Larry su simpática calvicie, no es tan gracioso en sí mismo como el Aníbal, sino que trasciende por las locuras que hace o dice. No es preciso verle la cara para reírse. Basta con leer las cosas que es capaz de inventar por twitter. En tanto canciller, nada del gobierno le es ajeno excepto las relaciones exteriores, salvo esta semana que se ocupó enteramente de las mismas. Es que enojado porque Barack Obama no quiere venir a la Argentina, acusó a los EEUU de educar en técnicas de tortura y golpismo a los policías de Macri (después se descubrió que educaban a casi todas las policías del resto del país, pero eso no añade nada nuevo a la chifladura).
 
Con su valiente desafío al imperio, nuestro inefable canciller acaba de demostrar, por el absurdo, la verdadera razón de por qué Obama no viene a la Argentina, ya que si esas mismas acusaciones hubieran sido dichas por el canciller de Brasil, o incluso por el de Chile, la cuestión hubiera obtenido repercusión mundial, conmocionando la diplomacia global. Pero como fue el canciller de la Argentina el que acusó a EEUU de formar golpistas y torturadores, no pasó nada de nada en ningún lado, demostrando así la intrascendencia exterior de nuestro gobierno. Los tres chiflados demuestran, con el absurdo de sus acciones, la realidad que se quiere ocultar.
 
3) Curly es un gordito simpático, tierno, encantador y destructivo a su pesar. Nuestro Curly, el inefable Amado Boudou, no es gordito pero sí simpático a más no poder y encantador a decir basta. Es motoquero, guitarrista y cantautor. Aparte de ser una reencarnación más atildada de Curly, lo es también de María Julia Alsogaray, Adelina de Viola y Alberto Albamonte, esos tres legendarios ultraliberales que en los ‘90 cruzaron el Rubicón peronista y se pusieron a cantar la marchita. Sólo que nuestro chiflado actual lo hizo en versión nac y pop, aunque con un setentismo extraído de sus visiones reiteradas de las andanzas de Bombita Rodríguez, el Palito Ortega montonero. Es un continuador fashion, perfumado y pintón de Guillermo Moreno, pero Boudou no sostiene tanto la inexistencia de la inflación sino que la poca inflación existente la sufren los ricos y para nada los pobres. Tan mentiroso como Moreno pero mucho más ingenioso.
 
La política en la era CFK. Abajo de Cristina y los tres chiflados, el mundo político de la era CFK  sin NK, se divide más o menos así: 
 
1) El kirchnerismo serio que quisiera construir un progresismo populista, creyendo en las ideas que defiende pero sin fanatismos. Allí revistan Garré, Abal Medina, Zannini, Rossi, Marcó del Pont, entre varios otros, no muchos pero tampoco pocos. Gente con la que uno puede coincidir o no, pero que hace política, no show, chifladuras ni ideologismo. 
 
2) Los fundamentalistas K, que son bastante más que los otros. Creen estar en las vísperas de una revolución castro-chavista-iraní y se concentran básicamente en el área comunicacional, reclutando un enorme ejército en el sinfín de medios oficialistas donde los revolucionarios, aparte de hacer patria denunciando periodistas enemigos, pueden aportar algún que otro pesito a la olla familiar. 
 
Nadie sabe aún si dentro de este complejo universo político K que Cristina heredó de Néstor ella simpatiza más con los serios, los cómicos o los ideológicos. Ni si podrá sintetizarlos entre sí, para mantenerlos en un equilibrio inestable pero equilibrio al fin. De ello depende no sólo la continuidad de su gestión sino la efectividad de la misma.
 
3) Abajo del universo K espera el universo peronista peronista, al cual Cristina trata con cortesía, pero casi todos los suyos consideran parte del enemigo a vencer. Scioli es la principal cara visible de ese enemigo.  
4) Más abajo están los opositores, quienes por ahora  viven disputando entre ellos el segundo puesto en las elecciones de octubre.


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