MEJOR QUE NUNCA
En la Argentina son usuales los comentarios socio-políticos y económicos que contienen mucha carga emocional y distorsionan cualquier mirada sobre la realidad. La mayoría de los intentos de racionalizar el tema, para poder establecer un diálogo más igualitario, se frustran ante la incoherencia, la descalificación agresiva y persecutoria, y la carencia de inteligencia emocional. Recordemos que ésta es el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada en el terreno personal y social. “Siente el pensamiento, piensa el sentimiento”, decía el filósofo y escritor español Miguel de Unamuno (1864-1936), precursor del movimiento filosófico existencialista.
Días atrás, el periodista Eduardo Aliverti publicó una nota en el oficialista Página 12, haciendo un análisis sobre los candidatos presidenciales que presentaría la oposición. Según ya su belicosa costumbre, se despachó con una innumerable cantidad de descalificaciones, algunas de ellas llegan a ser tan groseras que terminan volviéndose en su contra porque lo anulan como un interlocutor válido.
Defensor del gobierno de los Kirchner, utilizó varios argumentos para ello: sugirió que hay dudas sobre la existencia o no de la inseguridad; afirma que estamos bien conectados con el mundo; y opina que la economía de los argentinos está mejor que nunca. También hace gala de una prosa agresiva insultando a todos aquellos que no acuerdan con la política del gobierno K. Los califica como el “componente reaccionario de la sociedad” y afirma que forman “parte de la Argentina tilinga, facha e individualista”.
Más allá de las abundantes expresiones fanáticas y casi intelectualmente pueriles que este conocido periodista exhibe en su nota, me interesa referirme a esa parte en la que opina que nuestra economía está mejor que nunca.
Por Enrico Udenio
LA FARSA DEL INDEC
“El éxito es una pintura rara que oculta toda la fealdad.” Sir John Suckling (1609-1642) Poeta inglés.
Muchos piensan que la farsa del INDEC, si bien es molesta y perjudicial para la imagen del gobierno, es sólo una cuestión formal de relativa importancia. No es así. Por el contrario, este es el principal sostén del discurso exitista y uno de los causantes de la inflación y de la desinversión en el país.
Recordemos que se nos decía que los porcentajes de la desocupación habían bajado drásticamente para luego enterarnos de que las personas que recibían los planes sociales (justamente por estar desocupados) eran considerados como “ocupados”, lo que distorsionaba el índice. Se nos decía que bajaba la pobreza y la indigencia, que subían las inversiones y el crecimiento económico, que implementaban créditos personales para facilitar la compra de viviendas, y créditos para la pequeña y mediana industria. Que los industriales estaban felices, los agricultores exultantes, y el mundo observaba asombrado cómo la Argentina renacía como el Ave Fénix y se convertía, por fin, en la nación soberana y poderosa que merecía ser.
Pero un día nos enteramos de que ya no se podían comprar viviendas porque no existía el crédito y salían más costosas que en la época del “1 a 1”, y que, para agravar más aún la situación habitacional, los alquileres en dólares costaban el doble o el triple que antes. También un día nos enteramos de que se habían modificado los índices y las formas para evaluar las estadísticas que marcaban el comportamiento social y económico del país. Que el organismo que las controlaba, el INDEC, estaba siendo avasallado y cooptado por el gobierno para que divulgara las cifras que éste necesitaba, y que aquel que se resistía a aceptar estas estadísticas era castigado casi como un traidor a la patria.
Más allá de que los deseos de los adherentes al “modelo K” tiendan a una evaluación positiva del gobierno, si no se cuenta con datos reales socio-económicos, la inflación no tendrá posibilidades de ser controlada. Su resultado está a la vista: en este año del 2011, y después de que pasaron diez años desde el colapso financiero del país, descubrimos que el “1 a 1” de entonces se ha convertido en el “4 a 4” del hoy. La inflación argentina ya no es sólo en pesos, sino también en dólares. Y una canasta de alimentos básicos (1) cuesta hoy en dólares 12,7% más que en el año 2001.
HIPOCRESÍA CON ALEVOSÍA
“La naturaleza no confiere la virtud; ser bueno es un arte.” Lucio Anneo Séneca (A.C. 3-65 D.C.) Filósofo y escritor. Máximo representante del "estoicismo nuevo".
Las estadísticas del PBI, evaluadas con una moneda constante, demuestran fehacientemente que la atipicidad de la economía argentina la ha llevado a ser el país de menor crecimiento económico real de los últimos sesenta años en la América Latina continental.
Desde ya que el desarrollo integral de una nación no se mide únicamente por su Producto Bruto Interno pero el Gobierno kirchnerista ha insistido, una y otra vez, con un discurso económico positivista apoyándose sobre los datos que emite el INDEC.
Pero desde hace cuatro años este organismo está intervenido por el Gobierno de Néstor Kirchner, que modificó la metodología utilizada en la construcción de las estadísticas nacionales. A partir de allí, la mayoría de los datos emitidos fueron directamente manipulados para que mostraran resultados positivos.
Creo necesario que el lector tenga una idea de la importancia que tiene para un país contar con estadísticas socio económicas fidedignas e independientes a las presiones de los gobiernos de turno.. Para no aburrir, me referiré sólo a uno de sus principales datos: el de la inflación.
Debemos saber que con sólo modificar los porcentajes de la inflación mensual, se alteran todos los demás datos referidos a la pobreza, indigencia, producción, crecimiento económico, desarrollo, déficit o superávit fiscal, etcétera. Por ello, difundir la inflación verdadera significa conocer el verdadero estado socio económico de una nación. Esto no está sucediendo en la Argentina porque su gobierno ha inventado su propia realidad, muy alejada de la que vive el país.
Afirmar, como lo hace el periodista Eduardo Aliverti, que la Argentina está “mejor que casi nunca” y que la inflación, el déficit fiscal, el aumento de la pobreza y la indigencia, la distorsión del PBI (2), el aislamiento del país, la inseguridad y otros acuciantes males que sufren los habitantes del país son sólo mentiras “que venden Clarín y sus acólitos” es, lo menos, un acto de hipocresía alevosa. Lo califico de esta manera porque se supone que un periodista de la experiencia de Aliverti, y considerando los contactos que seguramente tiene con importantes funcionarios kirchneristas, debe conocer que los datos del INDEC no son los correctos. También debemos suponer que si opina sobre economía debe saber que con sólo modificar los porcentajes de inflación mensual, se alteran casi todos los demás datos.
Entonces, cuando Aliverti dice que los argentinos “están mejor que casi nunca”, seguramente es consciente que está mintiendo. Y cuando uno finge o propaga cualidades que sabe que no son ciertas, la lengua castellana le da el nombre de hipocresía. Y cuando se lo hace con la finalidad de engañar al más pobre –que es el que más sufre con el engaño y la inflación- traicionando sus propios ideales, la academia española le da el nombre de hipocresía con alevosía.
Enrico Udenio
Autor de “Corazón de derecha, discurso de izquierda”, Ugerman Ed.(2004); y “La hipocresía argentina”, Ed.DeLaRed, 2008.
8 de febrero 2011
(1): Dato extraído de una canasta de 26 alimentos nacionales básicos con los valores convertidos a dólares y adquiridos en el mismo supermercado. Comparación: Abril 2001 y Enero 2011.
(2): Leer nota “Ironías para esconder el desconcierto” en la sección Nota de Terceros de Los Anteojos del Tata.
Nota: El dibujo de tapa fue extraído del blog La Pugna, de la República Dominicana.
En la Argentina son usuales los comentarios socio-políticos y económicos que contienen mucha carga emocional y distorsionan cualquier mirada sobre la realidad. La mayoría de los intentos de racionalizar el tema, para poder establecer un diálogo más igualitario, se frustran ante la incoherencia, la descalificación agresiva y persecutoria, y la carencia de inteligencia emocional. Recordemos que ésta es el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada en el terreno personal y social. “Siente el pensamiento, piensa el sentimiento”, decía el filósofo y escritor español Miguel de Unamuno (1864-1936), precursor del movimiento filosófico existencialista.
Días atrás, el periodista Eduardo Aliverti publicó una nota en el oficialista Página 12, haciendo un análisis sobre los candidatos presidenciales que presentaría la oposición. Según ya su belicosa costumbre, se despachó con una innumerable cantidad de descalificaciones, algunas de ellas llegan a ser tan groseras que terminan volviéndose en su contra porque lo anulan como un interlocutor válido.
Defensor del gobierno de los Kirchner, utilizó varios argumentos para ello: sugirió que hay dudas sobre la existencia o no de la inseguridad; afirma que estamos bien conectados con el mundo; y opina que la economía de los argentinos está mejor que nunca. También hace gala de una prosa agresiva insultando a todos aquellos que no acuerdan con la política del gobierno K. Los califica como el “componente reaccionario de la sociedad” y afirma que forman “parte de la Argentina tilinga, facha e individualista”.
Más allá de las abundantes expresiones fanáticas y casi intelectualmente pueriles que este conocido periodista exhibe en su nota, me interesa referirme a esa parte en la que opina que nuestra economía está mejor que nunca.
Por Enrico Udenio
LA FARSA DEL INDEC
“El éxito es una pintura rara que oculta toda la fealdad.” Sir John Suckling (1609-1642) Poeta inglés.
Muchos piensan que la farsa del INDEC, si bien es molesta y perjudicial para la imagen del gobierno, es sólo una cuestión formal de relativa importancia. No es así. Por el contrario, este es el principal sostén del discurso exitista y uno de los causantes de la inflación y de la desinversión en el país.
Recordemos que se nos decía que los porcentajes de la desocupación habían bajado drásticamente para luego enterarnos de que las personas que recibían los planes sociales (justamente por estar desocupados) eran considerados como “ocupados”, lo que distorsionaba el índice. Se nos decía que bajaba la pobreza y la indigencia, que subían las inversiones y el crecimiento económico, que implementaban créditos personales para facilitar la compra de viviendas, y créditos para la pequeña y mediana industria. Que los industriales estaban felices, los agricultores exultantes, y el mundo observaba asombrado cómo la Argentina renacía como el Ave Fénix y se convertía, por fin, en la nación soberana y poderosa que merecía ser.
Pero un día nos enteramos de que ya no se podían comprar viviendas porque no existía el crédito y salían más costosas que en la época del “1 a 1”, y que, para agravar más aún la situación habitacional, los alquileres en dólares costaban el doble o el triple que antes. También un día nos enteramos de que se habían modificado los índices y las formas para evaluar las estadísticas que marcaban el comportamiento social y económico del país. Que el organismo que las controlaba, el INDEC, estaba siendo avasallado y cooptado por el gobierno para que divulgara las cifras que éste necesitaba, y que aquel que se resistía a aceptar estas estadísticas era castigado casi como un traidor a la patria.
Más allá de que los deseos de los adherentes al “modelo K” tiendan a una evaluación positiva del gobierno, si no se cuenta con datos reales socio-económicos, la inflación no tendrá posibilidades de ser controlada. Su resultado está a la vista: en este año del 2011, y después de que pasaron diez años desde el colapso financiero del país, descubrimos que el “1 a 1” de entonces se ha convertido en el “4 a 4” del hoy. La inflación argentina ya no es sólo en pesos, sino también en dólares. Y una canasta de alimentos básicos (1) cuesta hoy en dólares 12,7% más que en el año 2001.
HIPOCRESÍA CON ALEVOSÍA
“La naturaleza no confiere la virtud; ser bueno es un arte.” Lucio Anneo Séneca (A.C. 3-65 D.C.) Filósofo y escritor. Máximo representante del "estoicismo nuevo".
Las estadísticas del PBI, evaluadas con una moneda constante, demuestran fehacientemente que la atipicidad de la economía argentina la ha llevado a ser el país de menor crecimiento económico real de los últimos sesenta años en la América Latina continental.
Desde ya que el desarrollo integral de una nación no se mide únicamente por su Producto Bruto Interno pero el Gobierno kirchnerista ha insistido, una y otra vez, con un discurso económico positivista apoyándose sobre los datos que emite el INDEC.
Pero desde hace cuatro años este organismo está intervenido por el Gobierno de Néstor Kirchner, que modificó la metodología utilizada en la construcción de las estadísticas nacionales. A partir de allí, la mayoría de los datos emitidos fueron directamente manipulados para que mostraran resultados positivos.
Creo necesario que el lector tenga una idea de la importancia que tiene para un país contar con estadísticas socio económicas fidedignas e independientes a las presiones de los gobiernos de turno.. Para no aburrir, me referiré sólo a uno de sus principales datos: el de la inflación.
Debemos saber que con sólo modificar los porcentajes de la inflación mensual, se alteran todos los demás datos referidos a la pobreza, indigencia, producción, crecimiento económico, desarrollo, déficit o superávit fiscal, etcétera. Por ello, difundir la inflación verdadera significa conocer el verdadero estado socio económico de una nación. Esto no está sucediendo en la Argentina porque su gobierno ha inventado su propia realidad, muy alejada de la que vive el país.
Afirmar, como lo hace el periodista Eduardo Aliverti, que la Argentina está “mejor que casi nunca” y que la inflación, el déficit fiscal, el aumento de la pobreza y la indigencia, la distorsión del PBI (2), el aislamiento del país, la inseguridad y otros acuciantes males que sufren los habitantes del país son sólo mentiras “que venden Clarín y sus acólitos” es, lo menos, un acto de hipocresía alevosa. Lo califico de esta manera porque se supone que un periodista de la experiencia de Aliverti, y considerando los contactos que seguramente tiene con importantes funcionarios kirchneristas, debe conocer que los datos del INDEC no son los correctos. También debemos suponer que si opina sobre economía debe saber que con sólo modificar los porcentajes de inflación mensual, se alteran casi todos los demás datos.
Entonces, cuando Aliverti dice que los argentinos “están mejor que casi nunca”, seguramente es consciente que está mintiendo. Y cuando uno finge o propaga cualidades que sabe que no son ciertas, la lengua castellana le da el nombre de hipocresía. Y cuando se lo hace con la finalidad de engañar al más pobre –que es el que más sufre con el engaño y la inflación- traicionando sus propios ideales, la academia española le da el nombre de hipocresía con alevosía.
Enrico Udenio
Autor de “Corazón de derecha, discurso de izquierda”, Ugerman Ed.(2004); y “La hipocresía argentina”, Ed.DeLaRed, 2008.
8 de febrero 2011
(1): Dato extraído de una canasta de 26 alimentos nacionales básicos con los valores convertidos a dólares y adquiridos en el mismo supermercado. Comparación: Abril 2001 y Enero 2011.
(2): Leer nota “Ironías para esconder el desconcierto” en la sección Nota de Terceros de Los Anteojos del Tata.
Nota: El dibujo de tapa fue extraído del blog La Pugna, de la República Dominicana.
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