jueves, 16 de junio de 2011

Schoklender, Hebe, Cristina, Oyarbide y el desasosiego de la impunidad

Una ciudadanía muda, adormecida asiste a otro acto de robo de sus dineros. A medida que pasan las horas el show de la justicia aumenta, la inocencia de Hebe se torna inaudita, el gobierno trata de tapar el caso y el castigo a los culpables se convierte en una nueva utopía.


por JORGE HÉCTOR SANTOS
 
Si los valores en que se desenvuelve la sociedad argentina no se encontraran destruidos, cualquier episodio de tremenda magnitud de corrupción como el último de la larga lista que saltaron a lo largo de toda la administración kirchnerista no solo hubiese requerido una explicación pública de la presidente de la Nación sino que le hubiera costado el puesto a una lista no menor de funcionarios de primer rango.
 
Nada de todo esto sucede y el argentino parece vivirlo como un hecho más de su vida cotidiana en el cual parece no estar perjudicado, cuando en realidad es el verdadero damnificado. Es que la corrupción no figura como una de las principales preocupaciones de la comunidad cuando debería ser la primera.
 
El atroz robo de los dineros públicos el pueblo lo padece desde mucho antes de los Kirchner y durante el gobierno del matrimonio que deliraba con la alternancia y perpetuación en el poder no solo sigue vigente sino que se multiplicó.  
 
La inconsciencia o resignación ciudadana es tan grande que no se llega a discernir que la plata que roban los deshonestos administradores del Estado proviene del esfuerzo del trabajo de toda la población.
 
Todo aquello que el habitante de este suelo debería recibir de un Estado decentemente gestionado el argentino lo paga dos veces, en la medida que su bolsillo alcance. Frente a la mala educación pública, paga escuelas privadas; frente a la inseguridad y falta de policía en las calles, paga seguridad privada; frente a malos hospitales públicos, abona una prepaga; frente a malos transportes públicos, paga transporte caro y trucho; frente a la falta de infraestructura vial, lo paga con su propia vida. Los ejemplos sobran de las diversas consecuencias de la corruptela de los gobernantes.
 
Así como el Estado municipal estuvo ausente en el contralor de Cromañon y con la muerte se pagó la ineficiencia y la corrupción; del mismo modo el Estado se muestra ausente y ajeno a la supervisión de los dineros girados a la Fundación de Madres. La responsabilidad cuando no es asumida por el gobierno y los miembros del Ejecutivo se cubren entre sí, lo que se está protegiendo en un sistema donde los retornos de los recursos empleados van a parar a bolsillos de personas inescrupulosas que en la función pública sobran. 
 
Para que todo esto suceda hay complicidades múltiples y una cuota de ignorancia o desentendimiento social muy alta; además de una justicia sometida al poder político por motivos de diversa justificación, todos los cuales no están alejados de aprietes a jueces con actitudes non santas que el Ejecutivo conoce y las aprovecha para obtener impunidad.
 
Como si fuese parte de una ficción televisiva y no un muestra de la degradación argentina los hechos que se fueron y se siguen conociendo respecto de los pormenores del caso en cuestión, acumulan datos que deberían al menos irritar, como por ejemplo, el citado por  la prensa escrita según la cual un intendente de la zona sur del GBA señalaba en una reunión:
 
"Cuando las Madres se atrasaban en las viviendas y no les pagábamos, al rato me llamaba

"Los convenios que firmábamos con la Nación decían que la construcción de las viviendas estaba a cargo de la Fundación Madres de Plaza de Mayo".

"Todo se basaba en la emergencia habitacional que afecta a los sectores populares con el propósito de eludir el llamado a licitación pública y para que las viviendas fueran construidas por Meldorek, la empresa de Schoklender. En la práctica, no había ninguna posibilidad de controlar costos ni obra. Y cuando no le pagábamos, llamaba él (Néstor Kirchner)".
 
Conociendo la meticulosidad con la que el ex mandatario muerto controlaba todos los negocios que involucraba dinero público, alguien puede imaginar que estas declaraciones escapen a la realidad. Difícilmente; sin embargo todo se toma como algo natural, que es normal que suceda. ‘La sociedad argentina está enferma’, decía un psiquiatra amigo; seguramente está en lo cierto, ejemplos sobran.
 
Otra anécdota es porqué Hebe de Bonafini, según se conoció a través de los diarios, designó a  Hugo Omar Gallardo como nuevo coadministrador de la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo cuando es un abogado cercano a Pablo Schoklender, a quien defendió en el último tramo del proceso por el crimen de sus padres; y luego, cuando trascendió en los medios, la misma Hebe decidió sacarlo.
 
Por estas horas, otro medio da cuenta de una investigación que encabeza el presidente de laAsociación Antidrogas de la República Argentina, Claudio Izaguirre, para saber el motivo de los 77 viajes a Chaco realizados, desde 2009, por el avión Cessna Citation, de Meldorek, que utilizaba Sergio Schoklender especialmente muchos de ellos habrían realizado vuelos de ida y vuelta a Santa Cruz de la Sierra, el centro de tráfico de cocaína más importante de la región. A pesar de haber ido Schoklender  77 veces a esa provincia, de las 2.500 viviendas a construir en la misma solo se habrían construido 250. 
 
Una avanzada de voces dentro de este escenario salen a señalar desde que ‘el pañuelo blanco no se mancha’ hasta que ‘Madres de Plaza de Plaza es una institución de todos los argentinos’ tratando de poner al margen de cualquier responsabilidad judicial a su titular Hebe de Bonafini.
 
Hasta el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni, se sumó a las voces que no diferencian entre Hebe, madre de un desaparecido, y Hebe  titular de una Fundación donde se produjo una superlativa defraudación de dineros del Estado.
 
Si realmente Madres debe ser tenida en cuenta como una institución por qué no pueden recaer sospechas de indecencia sobre algunos de sus componentes, o no se ha hecho eso con integrantes de instituciones de la República como son las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de seguridad, etc. O pertenecer a una entidad del dolor implica un salvoconducto para la comisión de posibles ilícitos que no deben ser investigados y eventualmente condenados.   
 
A nadie puede tomar por sorpresa  que esos desatinos y la masiva falta de respeto a las normas o el cambio abrupto de las reglas de juego que regulan el ejercicio del Estado por parte del gobierno  de Cristina Kirchner haya llevado al país a ubicarse entre los siete países que más han caído en el ranking mundial de calidad institucional, elaborado por la Fundación Libertad y Progreso; ocupando el lugar 125 sobre 194 naciones analizadas. La situación se agrava si se comparaba el posicionamiento actual con el que tenía en 2007, cayó 32 posiciones. Una barranca debajo de tal magnitud la paga el hombre de a pie en su calidad de vida.
 
El gobierno que encabeza Cristina, hasta el momento, sigue atando su suerte a la de Hebe de Bonafini, así como la ata, con idas y vueltas, a la de Hugo Moyano.

De esto se infiere que las autoridades nacionales y Hebe confían plenamente en que nada sucederá porque el juez Norberto Oyarbide enmendará cualquier problema que a ellos los envuelva, como siempre sucedió hasta ahora.
 
Por lo tanto, el desasosiego de una nueva impunidad se cierne sobre el escándalo del robo de cuantiosos fondos públicos, dinero de todos.
 
Si bien hasta el presente, no existe prueba alguna de enriquecimiento contra Hebe, ella es la presidente del Consejo de Administración de la Fundación y  fue quién recomendó a Schoklender como apoderado.
 
Como Ud. puede comprobar nuevamente  "igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón".

 Fuente: Urgente24

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