miércoles, 15 de junio de 2011

RECORDANDO A JORGE LUIS BORGES.

de Luis Agustin J Brasesco

Despedida a Jorge Luis Borges


Su Sepelio



En 1996 el mes de junio en Ginebra brindaba días insólitos por su sol y calurosa temperatura de unos 22º grados. esta ciudad antigua, llena de encantos y secretos, se convierte para esta época del año en el centro de acontecimientos internacionales que le dan un movimiento intenso, pero que no perturban su modalidad y menos aún su optima calidad de vida.-

                     A pocos metros de donde residía -Place Chevelú-  quien escribe estas líneas, vivía Jorge Luis Borges, frente al río   Rhone y Lago Léman, en el Hotel Les Berges, ante el cual todos los días pasaba por la vereda del mismo, camino al edificio mis tareas, y siempre tentado de encontrar el modo de poder llegar a visitarlo o formalizar una entrevista, pues no era nada fácil, sabiendo que no estaba bien de salud. Ya para los festejos del 25 de Mayo que  anualmente se realizan en la Embajada Argentina, Borges se había disculpado por su inasistencia invocando causales de salud. También sospechabamos que el poeta había decidido residir definitivamente en Ginebra, por los trámites que efectuaba para adquiri una propiedad.-

                        El 14 de Junio, al anochecer, al prender el televisor ne ebtero que oficialmente se da la noticia del fallecimiento de Borge y junto a la información la televisión suiza y francesa, muy reticentes en elogios, rompen su modalidad y comienzan pasar por pantalla secuencias que mostraban distintos pasajes de su vida, acompañándolas con comentarios elogiosos a su persona y obra literaria. En la lejanía del terruño natal, mi estado de ánimo era una mezcla de tristeza por la muerte de uno de los mas grandes hombre de letras, con el de l sorpresa agradable que entusiasmaba ser argentino, por lors elogios, respeto, beneración y reconocimiento del talento de Borges.-

                     Los comentarios de la prensa escrita sorprendían más, no solo por su contenido, sino por su extensión. no cabía la menor duda que para los suizos y franceses había fallecido alguien que amaban como a uno de sus hijos mas apreciados.-

                    Con los Señores Embajadores Tetamantti y Quintana, asumiendo la representatividad de nuestro pais, dimos el pésame a la esposa de Borges, en el Hotel Les  berges. El anuncio oficial del fallecimiento por un pedido  de las autoridades comunales de Ginebra  que trataban de oficio la necesidad de peticionar a los deudos de Borges recibiera sepultura en esa ciudad, en el cementerio de Plainpalais donde solo  reposan los restos de personas  que Ginebra considera sus hijos ilustres más alla de su religión, raza o nacionalidad.-

                    La petición fué aceptada atento a que el extinto deseaba que sus restos descansarán en esa ciudad que sin duda amaba como a su Buenos Aires, pero recuerdos de momentos vividos  en ella en ella habían calado muy dentro de su alma.-

                       El velatorio era privado, pero  atento a la representación que investíamos junto a los embajadores antes mencionados, llegamos acompañando a su esposa, y allí en la capilla ardiente vi a Jorge Luis Borges, en su ataúd, vestido impecablemente de traje oscuro, rodeado de sobrios adornos florales. Contemplándolo trasmitia una serenidad  y paz que contagiaban. Mi emoción fué muy grande, pensé muchas cosas pero fundamentalmente en las circunstancias impensadas que me llevaron hasta allí. Pasó por mi mente como una pelicula muy rápida la obra de Borges, sus actitudes que provocaban polémicas, sus tangos y milongas y la paradoja de que hombres que habitaban paises muy lejanos de su tierra lo admiraban y lo querían, mientras que en su hogar patrio había más indiferencia que afecto, más alla de aquellos aue le reconocían y lo querían.-

                    Luego el  ortejo se encolumnó a la Catedral de San Pierre, donde se ofició un acto religoso ecuménico ya que efectuaron el responso un clérigo católico y un pastor calvinista. El ataúd se encontraba rodeado de flores, en la parte donde se levantan los altares, los deudos se encontraban en la primera fila de los asientos. El público que acompañaba el sepelio caminaba por la entrada del centro hasta el ataúd y desde allí pasaba saludando a los deudos. Algunos estrechaban sus manos, otros simplemente hacían una reverencia, luego se ubicaban en los asientos de la catedral histórica de Ginebra, mientras que sus puertas se cerraban.-

                     Al terminar la ceremonia, las puertas de la catedral se abrieron y detras se encolumnó la gente. Muchos jóvenes, sin duda estudiantes, formaron la concurrencia que oscilaría entre trescientas a cuatrocientas personas, número  insólito para un hecho de este tipo en Europa, según los entendidos.-

                     Las ofrendas florales, muchas por sierto, demostraban que los reyes, jefes de gobiernos, académias de letras, personalidades ilustres de los principales del mundo, estaban presentes. De la Argentina salvo algún olvido involuntario, solo la del gobierno, sin perjuicio de que pudo haber otra,y cartas y telegramas.-

                    El cementerio de Plainpalais es un parque con árboles muy añosos, donde se encuentran muertos ilustres, cerca de la tumba de Ginastera y de Calvino fué sepulktado borges.-

          La ceremonia fué sencillam pero muy emotiva, hubo palabras pronunciadas por oficiantes religiosos, se arrojaron flores  cuando caían paladas  de tierra sobre el ataúd. El sol brillaba y el verde del follaje de los árboles era lustroso e insolente, ginebra saludaba al poeta ofreciéndole como despedida un día diferente, a los frescos y nublados que la caracterizan.-

                    Junto con Marcos Aguinis, que se había sumado a la delegación argentina, nos retiramos comentando la demostración circunspecta de afecto y reconocimiento que habíamos vivido.-

                    Los días siguientes ofrecieron trambién  sorpresas. La vidrieras de Ginebra y Paris, por cierto de las librerías, presentaban fotografias de Borges rodeado de sus libros como homenaje a quien los ediles de Ginebra, con sus trajes de gala que vienen de la Edad Media, hicieron guardia de honor, y la ciudad quiso ser la custodia de sus restos.-

                    Pasaron algunos años y llegue al cementerio, cuando me acerqué a la tumba de Borges estaba parado, vistido de oscuro, circunspecto Don Atahualpa. Ese día, en horas cercanas a la media mañana, había dado un concierto. Vivia otra gran emoción, mi pueblo estaba rindiendo otro homenaje en la persona de otro grande de nuestra tierra.-

                       Articulo publicado en "El Diario", de Paraná (Entre Rios)

                       en fecha 15 de junio de 1996.-

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