martes, 8 de marzo de 2011

ENORME HIPOCRESÍA DEL G-7 SOBRE GADAFI


El dinero libio en Glaxo, Shell, Vodafone, BP, Exxon, Chevron, Pfizer, Halliburton, etc.


Muy despacio, con enorme prudencia, se movilizan los países europeos + USA a la hora de congelar el tesoro de Muajar el Gadafi.

Declaraciones del financista franco-tunecino Tarak Ben Ammar desnudaron que si se cumple la promesa de congelar los bienes de Muamar el Gadafi en Europa, puede ocurrir un escándalo de proporciones.
 
Es capital opaco, una compleja tela de araña, aclarada en parte por Tarek Ben Ammar, quien hizo públicas algunas participaciones libias. 
 
Para dar idea de la complejidad de esas inversiones, él citó el caso de Quinta Communications, el canal que pone en contacto el régimen del coronel Gadafi con el mundo del espectáculo, desde Túnez a Francia, pasando por Italia. 
 
Mediante la sociedad maltesa Lafi Trade, controlada por el fondo Lia (Lybian investment authority), Gadafi compró el 10% de Quinta Comunications, sociedad en la que Fininvest, de Silvio Berlusconi, tiene el 22%, a través de la compañía luxemburguesa Trefinance, S.A., y el propio Ben Ammar posee el 68%. 
 
Siguiendo ese hilo se llega a una estrecha red de otras inversiones en el negocio cinematográfico y televisivo.
 
Quinta Comunications es apenas una de las muchas sociedades en las que Libia tiene participación. 
 
En total, los fondos soberanos árabes tienen invertidos en Europa US$ 340.000 millones. 
 
Habitualmente no se hace pública la integración accionaria. 
 
Pero Ben Ammar dispone de algunos detalles relevantes de los 2 fondos libios. 
 
En Gran Bretaña, dinero libio ha participado en GlaxoSmithkline, Royal Dutch Shell, en la banca Standard Chartered, en Vodafone, en Pearson y en BP. 
 
Pearson, sociedad editora del Financial Times, es el único grupo que hizo pública la congelación de la cuota libia (3,2%). 
 
Los otros no han reaccionado al decreto del Tesoro británico que pidió congelar los bienes del dictador. 
 
BP (British Petroleum), que en 2004 desempeñó un papel importante en la mejora de la relación entre el Reino Unido y Gadafi, congelada desde el atentado criminal de Lockerbie, tiene hoy concesiones petrolíferas e inversiones superiores a los € 1.000 millones en Libia.
 
Sorprendentes también son las participaciones libias en USA: Exxon, Chevron, Pfizer, Xerox y 2 grupos que trabajan en el Pentágono, como Halliburton (la sociedad de infraestructuras petrolíferas dirigida en los años '90 por el ex vicepresidente Dick Cheney) y Honeywell (aeroespacial). 
 
En los últimos días, USA ha anunciado que ha congelado bienes libios por valor de US$ 30.000 millones, pero sin especificar de qué inversiones se trata. 
 
Participaciones en sociedades de capital sensible ha comprado también Gadafi en Francia: Alcatel Lucent (comunicaciones y defensa), en Lagardère (periódicos, tv y el 7,5 % del grupo aeroespacial EADS), en EDF, Vinci y en la banca Bnp Paribas.
 
Por eso todos los países se están moviendo con gran cautela. Italia, por ejemplo, hizo públicas las participaciones libias, pero no las congela porque pone en duda el control "directo" o "indirecto" de Gadafi sobre ese dinero (?).
 
En Italia, la compañía de gas y petróleo ENI, la mayor de Italia, tiene proyectos de inversión por US$ 25.000 millones en Libia, país del que procede el 13% de su producción.
 
La mayor constructora italiana, Impregilo, tiene el proyecto de gran autopista en Libia por valor de € 5.000 millones. 
 
La Autoridad Libia de Inversiones tiene una participación del 7,6% en el grupo bancario italiano Unicredit. El banco central libio también tiene participación en ese banco.
 
En 1977, Libia acudió al rescate de la Fiat y compró 15% de sus acciones. La participación de capital libio en Fiat es del 2%.
 
Pero Gadafi tiene el 7,5% de las acciones de la Juventus, de la familia Agnelli, dueña de Fiat. Libia ha invirtió también en el club Triestina.
 
Algunos expertos piden a la Unión Europea que no se precipite, porque se corre el riesgo de que algunos países árabes podrían retirar sus fondos, ante el temor de que se produzcan revueltas en sus países y sus inversiones puedan ser congeladas por Occidente.



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