lunes, 6 de diciembre de 2010

EN EL NOMBRE DEL PADRE Por Alfredo Leuco


¿Lo vio a Ricardo Alfonsín en su acto de lanzamiento? 

Es impresionante el parecido que tiene con su padre, el ex presidente de la Nación. No digo nada nuevo porque su aspecto, su estilo y hasta sus inflexiones de voz son prácticamente clonadas. Hacerle un ADN sería quemar la plata, como dijo una vez el hijo de Bravito. Pero una cosa es verlo en un estudio de televisión o en una entrevista mano a mano y otra es ver como crece su figura en la tribuna. Es un orador extraordinario. Apasionado, contador de anécdotas que terminan con una sentencia política, campechano pero profundo y con todos, pero absolutamente todos los gestos de quien fuera su padre y el padre de la democracia recuperada. El radicalismo puede mirar satisfecho el humito blanco y decir como en el Vaticano: “Habemus candidato”. 

Hay candidato. Tiene madera, le da el cuero, tiene con que sostener su diálogo con las multitudes a lo largo y lo ancho del país. Hay mucho que se proclaman como candidatos. Pero es muy distinto cuando uno ve arriba del escenario a alguien que sin duda tiene alma de candidato. ¿Eso significa que va a ser presidente igual que su padre? De ninguna manera. Todavía falta mucho. Diez meses en la Argentina es una eternidad. Y además le falta recorrer un camino inmenso. Recién empieza. Tiene que hacerse creíble en sus propuestas, rodearse de la mejor gente, las mas capacitada y la mas honrada, ganar las elecciones internas, garantizar la unidad de su partido, sumar al socialismo y al GEN y después de todo eso, ver si logra ganar las elecciones generales. Es una carrera de montaña para llegar a la cima. Esta llena de curvas y acechanzas y siempre con el precipicio al lado. 

Eso obliga a un esfuerzo intelectual y físico notable. Sus probables competidores internos son dos mendocinos que también tienen con que: uno fue gobernador y es vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, y el otro, es el presidente del partido y fue intendente de San Rafael, Ernesto Sanz. Por ahora el radicalismo tiene algo a favor: se nota que renació de las cenizas que dejó Fernando De la Rua y que ha producido cierta renovación. De hecho sus tres candidatos probables no tuvieron actuación relevante en 1983. Con su discurso, Alfonsín emocionó a sus seguidores y los hizo entonar varios de los cantos esperanzados de aquellos tiempos. Uno dice que “vamos a ser gobierno de la mano de Alfonsín”. Esa es la gran incógnita que la ciudadanía deberá despejar. Por ahora su batalla es argumentar y contestar todos los cuestionamientos que su figura y su partido despiertan. Salió al cruce de aquellos que lo critican porque dicen que nunca tuvo un cargo ejecutivo. Lo hizo con ejemplos más que contundentes. 

Dijo que Kennedy, Mandela, Felipe González, Lula y hasta Perón llegaron a ser presidentes sin haber sido intendente ni gobernadores previamente. Tuvo picardía para elegir a semejantes figuras y además para mostrar de paso cuales son sus referentes en la política. Porque el contenido ideológico de lo que dijo Ricardo Alfonsín también fue similar al que propuso su padre. Un radicalismo popular que tenga siempre presente el bienestar de los trabajadores, un primo de socialismo como el mismo dijo. Por eso muchos definieron a Raul Alfonsín como el más peronista de los radicales. Por su vocación de poder, por su liderazgo carismático y por su preocupación por la justicia social además de las banderas históricas de libertad, honestidad y respeto a las instituciones democráticas, los valores fundadores de su partido. Nada esta dicho. Todavía puede pasar cualquier cosa. Con el paso de los días Ricardo Alfonsín podrá consolidarse o quedar en el camino. Eso ya se verá. No podemos hacer futurología. Pero la crónica de estos días dirá que el radicalismo, o la socialdemocracia en la Argentina ya tiene un candidato. Tal vez tenga otros. Pero este picó en punta. Y lo hizo en el nombre del padre.

1 comentario: