jueves, 23 de diciembre de 2010

Cristina se enojó con Hebe, y Schoklender renunció... pero sigue

Notable relato del backstage en la Quinta de Olivos de las agitadas jornadas de las ocupaciones ilegales.



De lectura aconsejable la crónica de Oberdán Rocamora en Jorge Asis Digital. Pero el siguiente fragmento es de lectura obligatoria:
 
 
"(...) Emerge De Vido con más fuerza, pese a su vulnerabilidad física, después de haberse atenuado la influencia de Aníbal.

El (fragilizado) Premier. El único miembro del gabinete que podía (a De Vido) enfrentarlo. Porque, igual que De Vido, El Premier es un cuadro salido de la superstición del peronismo. Sea Partido, o Movimiento, paulatinamente estancado. Tan reversible que La Elegida, que lo desprecia, hoy lo tiene a su merced. Para acentuar, acaso, la honda sonatina de su tristeza.

Cae, Aníbal, en cierto modo, como consecuencia del exabrupto declarativo de Sergio Schoklender.

Es -Schoklender- el CEO. El ejecutivo fundamental de la pujante empresa constructora de las Madres de Plaza de Mayo. Organización que arrancó como modelo humanitario, y hoy es equiparable a Los Roggio.

El CEO Schoklender denuncia a los narcotraficantes que se querían introducir en el obrador de las Madres, en Villa Soldati. Entonces “los narcos” debían recibir el merecido castigo que iba a terminar con su propia condena.

Por las repercusiones, La Elegida, según nuestras fuentes, llamó, para quejarse, a la señora Hebe de Bonafini. Para recriminarle, ya sin tono de sonatina, la verborragia perjudicial de su gerente. Entonces la señora Hebe, con su moderación clásica, levantó en peso al p… incontinente de Schoklender.

La reprimenda motivó que el ejecutivo, en un rapto breve de dignidad, decidiera renunciar. Pero Hebe, por su grandeza espiritual, supo perdonarlo.

Conste que Bonafini accedió, incluso, a situarse como adorno habitualmente escenográfico. Junto a su detestada señora de Carlotto.

Fue cuando La Elegida, enojada con Aníbal, y sin la menor capacidad para perdonar, anunció la creación menemista de la sonatina del Ministerio de Seguridad. A cargo de la señora Nilda Garré (quien se merece, también, su respectiva sonatina melancólica. Acaso la que el general César Milani, aún, no se atreve a componerle).

A esta altura, el Parque Indoamericano se encontraba tomado por los pobres avispados. Los que especulaban con el pretexto de la “vivienda digna”. Pero con la carpa disuasoria adentro. Cargada de infiltrados que respondían al funcionario utilitario. Sergio Berni.

Nace entonces otra estrella que procede, también, del sur. Berni es Secretario de Gestión y Articulación Institucional del ministerio de Alicita. Es Médico. Ex militar. Alcanzó el grado de teniente coronel.

Al cierre del despacho (probablemente el último del año) el teniente coronel Berni, el doctor Berni, no puede -y es una pena- multiplicarse. Con la sucursal de su banquito a cuestas. Para instalar las carpas entre las siete decenas de terrenos usurpados, por los consumidores voluntarios de las “viviendas dignas”. 

Ni siquiera Berni puede asegurar su eficacia, hasta hoy, en el Club Albariños.

Mientras regateaban las ofertas del Parque Indoamericano, Guillermito Ferreyra impulsaba la toma del Club Albariños. Con un objetivo venerablemente conmovedor. Casi festivo. Instalar, según nuestras fuentes, una bailanta.

Ni Alicia, la ministro, ni Berni, el secretario, pueden -debe reconocerse- resolver solos las apelaciones multitudinarias de la pobreza. Ni con el banquito.

Antes que lo degollaran, el comisario Vallecas, ex titular de la Federal, planteaba la recreación de La Armada Brancaleone. Era aquel Gabinete de Crisis que regenteaba Rafael Follonier, alias El Rafa. Fue en el comienzo del ciclo kirchnerista. Pese a las reticencias de Oscar Parrilli, el Secretario General, al que descalificaban con cierto entusiasmo.

“Parrilli se ponía a discutir de política con los piqueteros”, dice la Garganta.
Pero recrear la Armada Brancaleone, o el “gabinete de crisis”, era algo imposible. Una manera de reconocer la existencia de la crisis. La que no debía tener lugar. Menos, aún, en el año festivo del bicentenario. La kermesse que termina entre temores, tristezas y congojas.

Soportables Fiestas."



fuente: http://www.urgente24.com/noticias/val/1784/ficha.html

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