martes, 19 de julio de 2011

Confiscador imaginativo se busca. Por Roberto Cachanosky


Salvo el caso de Roberto Lavagna, ninguna de las personas que ocupó el sillón de ministro de Economía cumplió esa función durante la etapa kirchnerista. Todos pasaron inadvertidos, aunque alguno tuvo un problema con una bolsa de dinero que se olvidó en el baño. Incluso el actual ministro Amado Boudou parece tener menos poder que Guillermo Moreno y sus discursos lejos están de inspirar la confianza que tiene que generar un ministro de Economía.
¿Por qué los ministros de Economía del gobierno kirchnerista no tienen relevancia? La respuesta podría estar en que no hay un proyecto económico de largo plazo dentro de la concepción kirchnerista. Más bien todos los días tratan de ver cómo arreglan el lío que armaron el día anterior. Por ejemplo, hoy están tratando de ver como arreglan el lío de la energía que armaron a partir de los controles de precios en el gas o pueden estar concentrados en intentar nivelar el mercado de cambios dado que el saldo de balance comercial, que es el que financia la fuga de capitales, cae por efecto del deterioro del tipo de cambio real y por causa de las crecientes importaciones de combustibles, las que suben por la pésima política energética que aplicaron. Ante este último problema, en vez de pensar estratégicamente, Moreno se dedica a frenar importaciones. Pero no es que las frena porque apuntan a un modelo de sustitución de importaciones. Ese es el argumento con el que "venden" la intervención. Las frenan para que les quede menos margen para financiar una fuga de capitales que cada vez es más intensa. Así que dentro de un tiempo, tal vez lo veremos a Moreno pensando qué puede inventar para abastecer de insumos a los productores locales ante el cierre de las importaciones para que no se le frene la actividad interna.
Unos días atrás me preguntaban quién podría reemplazar a Boudou en caso de que Cristina Fernández consiguiera la reelección. Mi respuesta apunto a definir más las características que debería tener esa persona para un eventual nuevo mandato kirchnerista.
Si uno entiende que el modelo de Cristina Fernández se limita a impulsar una política populista que estimula un consumo artificialmente alto, las características del próximo ministro caen solas.
"¿Por qué los ministros de Economía del gobierno kirchnerista no tienen relevancia?"
Veamos, el kirchnerismo no acepta el proceso lógico de crear previsibilidad en las reglas de juego para atraer inversiones, crear puestos de trabajo, mejorar la productividad de la economía para incrementar el salario real y entonces sí tener un mayor nivel de consumo que sea sustentable en el tiempo. El kirchnerismo obvia todo el proceso previo y estimula el consumo sin incrementar el stock de capital por trabajador. Por lo tanto, al no crecer la productividad de la economía, el salario real no puede aumentar en forma sostenida a lo largo del tiempo.
¿Cómo ha hecho el Gobierno para sostener el consumo hasta ahora? Mediante diferentes mecanismos, pero uno fundamental fue el consumo de stock de capital. Por ejemplo, para tener por un tiempo gas y energía artificialmente baratas se consumió el stock de capital en reservas gasíferas, cuyo costo de reposición han estimado en U$S 100.000 millones los ex secretario de Energía.
También el Gobierno confiscó los ahorros que la gente tenía en las AFJP y además se apropió de los flujos que antes iban a parar a cuentas individuales.
Otro mecanismo consistió en intervenir en el mercado ganadero y se tuvo carne barata por un tiempo a costa de consumirse 15 millones de cabezas de ganado. Hoy pagamos la carne como oro y entonces inventan el Milanesas Para Todos o que la carne de cerdo es afrodisíaca y cosas por el estilo.
"Si uno entiende que el modelo de Cristina Fernández se limita a impulsar una política populista que estimula un consumo artificialmente alto, las características del próximo ministro caen solas"
Otra manera de financiarse es deteriorando el patrimonio neto del BCRA. Basta con ver su balance para advertir que su activo muestra un estancamiento en el stock de divisas y un incremento fenomenal de letras intransferibles del tesoro. Es decir, se financia deteriorando el activo y el patrimonio neto del BCRA.
Considerando los problemas que el Gobierno ha generado y se negará a resolver y que, además, querrá mantener la actual distorsión de precios relativos y un consumo artificialmente alto, las características del próximo ministro de Economía de un eventual gobierno kirchnerista son muy claras: deberá tener una gran imaginación para ver qué stocks o flujos puede confiscar en nombre del modelo de inclusión social para seguir financiando la fiesta de consumo. Es decir, el próximo ministro deberá tener una definitiva inclinación confiscatoria de activos y flujos para poder asesorar a Cristina Fernández en dónde hay espacio para confiscar algo. Personalmente ya me imagino porqué irían, pero no lo voy a decir para no dar malas ideas.
En rigor no estoy diciendo ninguna novedad cuando afirmo que el próximo ministro tendrá inclinaciones confiscatorias, porque cuando Cristina Fernández anunció a Boudou como su compañero de fórmula destacó que una de las razones había sido porque le había llevado la idea de confiscar los ahorros que la gente tenía en las AFJP.
Por eso, ante el hipotético caso que Cristina Fernández lograra otro mandato, las características del próximo ministro de Economía lejos estarán de ser una persona que inspire confianza, diseñe un plan de largo plazo o vea la forma de aplicar políticas de incentivo a la inversión competitiva. Eso no lo necesita el kirchnerismo. En todo caso, si tuvieran que buscar a un ministro de Economía con un aviso en los diarios deberían poner: confiscador imaginativo se busca.
Esta tendencia confiscatoria es tan clara que, en gran medida, explica la persistente fuga de capitales.
¿Qué pueden confiscar en otro eventual mandato del actual oficialismo? Insisto, no voy a dar malas ideas, y tampoco necesitan de mi ayuda para imaginar por quienes van. Solo puedo afirmar que nadie puede sentirse a salvo y alejado de todo riesgo.
Fuente: La Nación

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