domingo, 18 de septiembre de 2011

El poder da impunidad. Por Nelson Castro

Resonantes escándalos de ayer y hoy parecen tener siempre el mismo destino: no pasa nada. Por qué la corrupción mata.



La Presidenta continúa con su serie de actos difundidos a través de videoconferencias en los que usa un estilo informal –tipo Susana Giménez–, alejado de aquel otro profesoral que supo ser la norma en vida de su esposo. Lo ideológico fue dejado de lado y lo que abunda ahora es la buena onda y la informalidad. Esto ilustra a la perfección el momento especial que vive el Gobierno, en esta verdadera luna de miel política en que se ha transformado este transcurrir inercial hasta llegar al mero trámite en que han quedado transformadas las elecciones del 23 de octubre.
En efecto, la campaña electoral de la nada que hasta aquí viene protagonizando la oposición hace que las cosas sean fáciles –muy fáciles– para el oficialismo. Entre los hechos de la semana que resumen esta circunstancia, podemos señalar los siguientes:
Alberto Rodríguez Saá diciendo que entre Eduardo Duhalde y Cristina Fernández de Kirchner votaría por Ella.
Fernando “Pino” Solanas criticando duramente a Hermes Binner.
El entredicho entre los diputados de la oposición sobre la conveniencia de citar o no a Sergio Schoklender a declarar ante las comisiones de Vivienda y de Asuntos Constitucionales.
Mario Das Neves molesto con Duhalde –su compañero de fórmula– por sus denuncias acerca del supuesto fraude informático en las primarias.
Una de las consecuencias de esta cuesta abajo irrefrenable es la falta de fondos que padecen los partidos opositores. Oficinas que se cierran, contratos con asesores que se cancelan y pedidos de encuestas que se suspenden sin fecha son hechos que están sucediendo día tras día.
A pesar de todo este marco que le es tan favorable, el Gobierno no ceja en la utilización de la dádiva como manera de cooptar voluntades. Las crónicas de camiones enviados desde el Ministerio de Desarrollo Social, que encabeza Alicia Kirchner, hacia municipios que gobierna la oposición y que de la mano de punteros que responden al kirchnerismo desembarcan sorpresivamente su carga de colchones, frazadas y alimentos no perecederos se multiplican en todo el país. Esta no es más que la repetición de una vieja y repudiable forma de hacer política basada en la explotación de la pobreza. En esto, como también en otros aspectos, el kirchnerismo es más de lo mismo.
Por sobre los avatares de este tiempo electoral atravesado por esta campaña de la nada, la presencia de la realidad es fuerte, independientemente de que no pese en lo que vaya a ser el resultado de la contienda electoral. En la semana que pasó, el episodio de más alto impacto social fue, sin duda, la tragedia de la estación Flores. Allí, junto con los 11 muertos, los más de 200 heridos y la negligencia del conductor del colectivo de la línea 92 afloraron las deficiencias del servicio prestado por la empresa concesionaria del Sarmiento a las que hay que sumar la falta de control por parte del Estado nacional. Nada puede llamar la atención cuando se trata de un área por la que anduvo Ricardo Jaime. Las obras de soterramiento del Ferrocarril Sarmiento fueron anunciadas en cuatro oportunidades durante estos ocho años de gestión kirchnerista. Los estudiosos del tema señalan que dichas obras fueron acordadas en el año 1901, tiempo en el que transcurría la segunda presidencia de Julio Argentino Roca. A modo de defensa, pues, el Gobierno salió a mostrar la tunelera recientemente arribada al país, como si ello pudiera atenuar en algo las consecuencias del trágico accidente.
Juan Carlos Cena, un hombre que conoce al dedillo la desastrosa realidad de nuestros ferrocarriles, señala, además, las severas deficiencias técnicas que presenta todo el sistema. Es la confirmación de que nuestro país es República Cromañón: un universo en el que se enseñorean la falta de cumplimiento de las normas y las leyes y una ausencia de controles, una combinación letal que deja al descubierto, también, la impronta de la corrupción. Y, como ha quedado demostrado una vez más en esa fatídica jornada del martes 13, la corrupción mata.
La presencia de Schoklender ante las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Vivienda de la Cámara de Diputados fue seguida desde el Gobierno con atención, a pesar de las desavenencias exhibidas por la oposición. Uno de los aspectos que hay que remarcar de todas estas denuncias que viene haciendo el ex apoderado de la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo es que él también formaba parte de esa trama en la que anidaba la corrupción. Por lo demás, el núcleo de su relato no hace más que confirmar una mecánica de la corrupción que tiene sus reales en el Ministerio de Planificación. La pregunta sigue siendo qué fue lo que sucedió para que Schoklender haya pasado de ser un hombre con semejante nivel de acceso a funcionarios clave a constituirse en un denunciante feroz. Lo tremendo del escándalo es la alta probabilidad de que nada pase y todo muera en los cajones de algunos de los juzgados que hoy responden a este Gobierno, así como antes lo hicieron con otros.
En medio de todo este clima, se produjo el increíble fallo del Tribunal Oral en lo Penal Económico N° 3 que absolvió a los 17 imputados por la venta ilegal de armas a Croacia y a Ecuador por parte del gobierno de Carlos Menem. Este fallo, de cuyos fundamentos nos enteraremos varios días después de las elecciones (sic), habrá de hacer historia por haber consagrado la impunidad. En efecto, ese caso fue un delito harto probado que se ha quedado sin culpables. Ha sido llamativo apreciar la poca repercusión que el veredicto tuvo en la mayoría de la dirigencia opositora. En el oficialismo está claro que se la recibió con beneplácito. Es que Menem ahora pertenece al kirchnerismo.
En 1997, al ser interrogado en el programa Hora clave por Mariano Grondona sobre qué era para él el poder, Alfredo Yabrán contestó sin inmutarse que “el poder es impunidad”. Este fallo ha venido a confirmar la vigencia de esa definición brutal.
fuente: Perfil

1 comentario:

  1. Exactamente, el poder es impunidad, lo que ha quedado demostrado ampliamente por Menem y Zaffaroni, por Shoklender y la Bostafini, por los pañuelos convertidos en pañales de geriátrico usados, en un tacho de basura, cagados y meados, mientras el pueblo argentino se suicida al estilo DODO el el altar corrupto del gomierdo de la K K.

    Un castillo edificado sobre celos, odio, envidia y codicia. Lo peor de lo peor, arenas movedizas que son el regocijo de Satanás, padre dilecto de los nazis kirchneristas, que verá la cosecha de sangre final como el triunfo de las voluntades corruptas, de un pueblo corrupto en el clientelismo político y la total falta de pudor oficialista en traer camiones con la coima en Gendarmería para la campaña política de la Caeca Regina.

    ¡EL REX LUSCUS HA MUERTO, SIGUE LA REPÚBLICA ARGENTINA QUE FUNDARON NUESTROS ANTEPASADOS, AHOGADA BAJO LOS EXCREMENTOS DE LA REPÚTRIDA BOLUDARIANA DE PELOTULANDIA!

    Salud, buena caza y buena sangre,
    E.D.V.

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