lunes, 7 de agosto de 2017

LA MANCHA DEL GRIEGO de Graciela Rost Cap. 2 Epi. 2

EPISODIO 2

AMARGA TREGUA

  Xander despertó con el pequeño cuerpo de Ada enroscado a su lado. Llamaron su atención los pechos, que ya no necesitaban de relleno como antes. La cara apoyada en su hombro mostraba los grandes y perfectos labios de Ada que invitaban, entreabiertos, a ser besados. Le costaba resistirse a tanta proximidad. La tregua se sentía bien, pero también confusa. Ada movía en su interior los mejores y peores sentimientos. En ese momento, supo que ya no le era posible odiarla.
  Ella despertó creyendo que, en sueños, los negros y profundos ojos de Xander la esculcaban. No era un sueño. Le costó recordar cómo había llegado hasta allí. Ella también estaba dividida en dos sentimientos opuestos. Pensó en salir de ese lugar, pero su cuerpo se negó.  Estaban tan cerca sus labios que se estremeció. Él le corrió un mechón de la cara con sus dedos, como una caricia.
 _ ¿Está mejor tu pierna?
  Él asintió con la cabeza. Sin moverse del lugar, ella cerró sus ojos. Xander apoyó sus labios en los de Ada. Ella no se quitó. Fue solo un momento de contacto, antes que él frenara sus impulsos. Se enderezó en la cama, buscando alejarse de Ada. Ella se puso lentamente de pie y salió sin decir nada, cerrando la puerta tras de sí.
  Él no quería ese sentimiento tan confuso, prefería odiarla cada día. Se sintió debilitado y culpó al yeso por ese sentimiento. Se aseguró a sí mismo, que ni bien estuviese recuperado, todo sería como antes.
  Ada tocaba sus labios con dos de sus dedos. Xander la había tocado con los suyos. Desechaba cada sentimiento apasionado, lo trocaba en viejos rencores, en enojos nuevos. Aun así, no lograba erradicar lo que sentía. Se prometió ante el espejo, no ser vulnerable ante él.

  Por la noche, los padres decidieron que todos comerían juntos en el cuarto de Xander. Ellos se sentían ilusionados luego de verlos dormidos y en paz en la misma cama. Ada y Xander, sin ponerse previamente de acuerdo, accedieron pensando en sus padres. Ellos eran los que los mantenían unidos, ambos querían a los dos, aún al que no era el suyo. Para Bruno y Diana, esa era una pequeña fiesta. Los chicos permanecían en silencio, en esa mesa improvisada sobre la cama de Xander.
  Diana les relató la infancia que tuvieron juntos en Italia. Él les contó del amor y los sueños perdidos cuando ella fue entregada en matrimonio a Andreas, el padre de Xander. Les contaron de sus sueños de amor eterno que se juraron de jóvenes y que lograron cumplirlos, por esas cosas del destino, solo muchos años después. Les explicaron el porqué de su tesón, para que ellos se aceptaran y se quisieran. Incluso del amor que les tenían a los dos, solo por ser hijos del otro, tanto así, que habían renunciado a tener hijos propios juntos.
  Xander y Ada, por primera vez, comprendieron el origen de tanta perseverancia y presión. Ambos le reprocharon que nunca les hubieran contado nada de sus vidas, respecto a que ya se conocían de la infancia.
_ Al principio eran chicos para entender sobre el amor y luego estaban tan ocupados peleando que temimos no ser comprendidos -respondió Bruno-
_ Nos atrevimos a compartirlo en este momento porque sentimos que, por primera vez, se han acercado afectivamente como para darnos el espacio propicio para contarles y ser comprendidos -dijo Diana con dulzura-
_ Me resulta una hermosa historia. Amar debe ser algo muy bueno, ya que les ha dado tanta fuerza a los dos… -comentó Xander-
 Diana se sorprendió ante la revelación oculta de su hijo. _ ¿Todavía no te has enamorado?
_ No
_ Yo tampoco he sentido algo como lo de ustedes -agrego Ada-
_ No dejen pasar la oportunidad de vivir el amor cuando lo tengan enfrente -les pidió Bruno abrazando con fuerza a su mujer-
  Diana levantó los cubiertos mientras Bruno se ocupaba de la mesa. Los chicos los miraban. Permanecían sorprendidos por las revelaciones de sus padres.

  Xander ya se desplazaba con muletas, también asistía a rehabilitación. Diana lo llevaba a cada una de las sesiones. Durante una semana, debió hacerlo Bruno, porque ella se despertaba con fuertes dolores de cabeza. Él le pidió que fuera al médico, pero como el dolor se le pasaba con el correr de las horas y estaban muy ocupados con la rehabilitación de Xander, lo dejaron pasar. Ella luego continuó llevando a su hijo para liberar a Bruno, que debía trabajar.
  Uno de los días que Xander entró a terapia ocupacional, al salir, su madre no estaba en la sala de espera como acostumbraba. La esperó, miró afuera y el auto seguía allí estacionado; así que, se sentó a esperarla en la sala de espera con una revista.
Luego de casi media hora, un médico se le acercó.
_ ¿Tú eres Xander Sifakis?
_ Si soy yo -respondió poniéndose de pie-
_ Su madre está siendo atendida en la guardia. Lo llevaré con ella.
 Xander entró muy preocupado donde estaba su madre. _ ¿Qué pasó mamá?
_ Me atienden por el dolor de cabeza. Pero ya estoy bien. ¿Llamarías a Bruno, para que nos venga a buscar?
  Un momento después llegó Bruno y habló con el médico. Le explicó que le harían un estudio cerebral, antes de dejar que se fuera. Diana, había presentado un fuerte dolor de cabeza, por lo que fue llevada a la guardia mientras convulsionaba. El médico quería descartar que se tratase de un tumor cerebral.
  Bruno se sentó frente al médico y le pidió que hicieran los estudios y todo lo necesario para que su mujer estuviera bien. No logró levantarse del lugar, las piernas no le respondían. Estaba aterrado.
 En la guardia, Xander tomaba la mano de Diana que se veía muy animada.
_ Los médicos exageran con estudios, pero yo realmente me siento muy bien -dijo Diana a su hijo, con una sonrisa-
  Xander le devolvía la sonrisa, pero no muy convencido. Bruno se acercó y les dijo que, luego del estudio que le realizarían, volverían a casa los tres.
  Mientras le hacían la tomografía a Diana, los dos permanecieron en silencio. Bruno intentó hablar para tranquilizar al chico, pero tuvo miedo de que su tono de preocupación fuera peor que el silencio. Una vez terminado el estudio, Bruno se acercó al médico que le indicó un horario para que asistieran, al día siguiente.  Los tres salieron en silencio.
  Diana, supo que algo estaba realmente mal; había escuchado a los profesionales que le realizaron el estudio.
  En la casa, Diana preparó la cena como cada día, con el mismo humor de siempre. Xander se relajó al verla tan animada.
  Ada llegó justo para la hora de cenar, estaba a punto de pasar de largo cuando Bruno le dijo que se sentara con ellos. Regresó a la mesa, comentando sobre la facultad.
 Diana le preguntó por Cloe, pero no se le entendió lo que dijo.
_ ¿Qué me has preguntado Diana? Disculpa, no comprendí -le consultó Ada mientras a miraba con asombro-
 Diana repitió la pregunta y, nuevamente las palabras no coincidían con lo que ella pretendía decir. Se quedó callada. Xander se puso de pie totalmente alterado. _ ¡¿Qué dijo el médico de mamá?! -le preguntó a Bruno-
_ Mejor te sientas y te tranquilizas. ¡No asustes a tu madre! -respondió Bruno tomándolo del brazo-
 Diana se levantó de la mesa con lentitud y caminó hacia las escaleras que llevaban a los cuartos. Bruno corrió hacia ella y la tomó del brazo.
_ Yo lo sé… -dijo Diana con claridad- Él la abrazó y caminó a su lado.
  Xander le contó a Ada lo que había pasado en la clínica. Ada lo miraba asombrada, no sabía que decir, ni que pensar.
_ Tengo miedo Ada…

  Al día siguiente, Bruno y Diana salieron temprano. Ella había insistido en hacer un trámite en la embajada de Grecia, antes de ir a la clínica. Bruno vio que su mujer hacía el trámite para que el dinero que ella recibía de las industrias de su ex marido Andreas Sifakis, pasaran directamente Xander. Bruno entendía que eso la dejaría más tranquila y la apoyó en cada decisión.
  Fueron a la Clínica y escucharon atentamente los resultados del médico. Se trataba de un cáncer de cerebro con metástasis, que se encontraba en estado terminal. Les informaron cuáles serían los posibles trastornos que sufriría Diana en adelante. No había cura, solo tratamientos paliativos, para mejorar sus días. Les dieron indicaciones, entre ellas, un tratamiento psicológico familiar para afrontar la situación y acompañarla adecuadamente.
  Fueron en silencio hasta el auto. Bruno miraba el volante fijamente mientras las lágrimas le caían pesadas sobre él.
_ No me dejes. No se te ocurra dejarme solo -le dijo amenazante a Diana-
  Diana lo abrazó, quedando ambos en silencio un largo rato.
 _ No permitiré, que los chicos y tú, vivan con un vegetal en la casa. No sé por cuanto tiempo voy a poder comunicarme normalmente, así que debes prestar atención. El médico, tiene órdenes escritas de “no resucitación”. Ve que los papeles de Xander, estén en orden, para que cobre mensualmente el dinero que llega de su padre. Esto es inevitable y debemos afrontarlo.
  Bruno lloraba como un niño. No aceptaba lo que pasaba y menos lo que ella le decía. Diana le propuso que hablaran con los chicos, con un especialista presente.
 _ ¡Ya deja, de organizar nuestras vidas, como si te fueras de viaje! -le gritó Bruno, con evidente desesperación-
 _ Es un viaje ineludible el que debo emprender, mi amor. No nos despidamos llorando -dijo Diana con resignada aceptación-

  La rehabilitación de Xander estaba casi completa, pero no había regresado a entrenar como le pidieron los especialistas. Prefería pasar más tiempo con su madre que permanecía en cama. Hacía un tiempo que ella pasaba muchas horas durmiendo. Él quería estar ahí cuando despertaba.
  Bruno, ese mes, había pedido una licencia especial en el trabajo. Sabía que no le quedaba mucho tiempo para estar con Diana.
  Ada, pasaba más tiempo en la casa. Una casa que se desmoronaba junto con la salud de Diana. Cloe y Mara la acompañaban cada vez que podían, al igual que Martín y Lucas acompañaban a Xander.
  Un día, Diana no despertó. Xander quedó esperando, más tiempo del debido. Bruno se abrazó a él. Sólo ellos podían compartir ese dolor que los ahogaba.
 Llegaron los servicios funerarios. Bruno besó a Diana en los labios. _ Adiós mi amor, pronto nos volveremos a encontrar. Te buscaré donde estés -le aseguró Bruno-
  Xander, llorando con verdadera congoja, se quedó parado en un rincón de la habitación. Ada entró y se abrazó fuertemente a él.
  En el entierro, Ada y Martín ocupaban cada costado de Xander. Bruno caminaba delante, arrastrando sus pies al andar. Los chicos se acercaron a él para abrazarlo. Su llanto era silencioso y desconsolado.
_ La vida me la robó dos veces, tampoco me resignaré a perderla esta vez… -decía Bruno desafiante-

  Dos días más tarde, Bruno no se levantó por la mañana. Ada, sabiendo que se encontraba deprimido, fue a despertarlo. No respondió. Tenía una jeringa clavada en el brazo. Ada gritó con desesperación mientras sacudía a su padre. Xander corrió a su lado, incrédulo de lo que Bruno había hecho. Estaba muerto. Cuando llegó la ambulancia, notaron que se había aplicado un frasco de morfina de su mujer.

  Ada y Xander lloraban de tristeza y soledad. Ambos huérfanos, con pocos días de diferencia. No se asombraron de lo que Bruno había hecho. Sabían que él, a su manera, buscaría la forma de encontrarse con Diana.
  Luego de enterrar a Bruno junto a Diana. Volvieron a la casa en compañía de sus inseparables amigos. Los seis, en silencio, compartían unas cervezas.
 _ Le pediré a la señora que trabaja medio día en casa, que los ayude con la suya -ofreció Martín-
 _ Yo no tengo idea ni de qué voy a vivir. No se siquiera si mi padre tenía algún seguro -dijo Ada-
 _ Viviremos con mis ingresos. Son suficientes para los dos y hablaremos con el padre de Javier, para que se encargue de tus trámites -le aseguró Xander-
  Ada se aferró de la cintura de Xander. _ No tengas miedo, todo estará bien -le aseguró él-
  Ada lloraba cada vez con más fuerza. Los chicos fueron acercándose a ellos para unirse en el abrazo.

  El padre de Javier los recibió y accedió a realizar todos los trámites de Ada sin costo alguno. El seguro del padre de Ada era bueno, pero no le alcanzaría para más de tres años de estudio en la universidad. La casa era de ambos. Xander aclaró que él se ocuparía de los gastos para mantenerse los dos y que, con el seguro, vieran la forma de invertirlo, para que ella tuviera una renta en el futuro.
  Todo el tiempo que estuvieron con el abogado, Xander y Ada se mantuvieron tomados fuertemente de la mano. Se sentían realmente solos, nada más se tenían el uno al otro. Sus padres no los habían preparado para nada de los que les estaba ocurriendo.
  
  Salieron del estudio del abogado tomados de la mano. Subieron al auto de Xander. Él tomó la ruta.
 _ Conduciré sin parar los 100 km que nos separan del mar ¿Estás de acuerdo?
 _ Vámonos Xander. Alejémonos del mundo lo más posible -respondió Ada-


 continuará mañana...

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