EPISODIO
2
AMARGA
TREGUA
Xander despertó con
el pequeño cuerpo de Ada enroscado a su lado. Llamaron su atención los pechos,
que ya no necesitaban de relleno como antes. La cara apoyada en su hombro
mostraba los grandes y perfectos labios de Ada que invitaban, entreabiertos, a
ser besados. Le costaba resistirse a tanta proximidad. La tregua se sentía
bien, pero también confusa. Ada movía en su interior los mejores y peores
sentimientos. En ese momento, supo que ya no le era posible odiarla.
Ella despertó
creyendo que, en sueños, los negros y profundos ojos de Xander la esculcaban.
No era un sueño. Le costó recordar cómo había llegado hasta allí. Ella también
estaba dividida en dos sentimientos opuestos. Pensó en salir de ese lugar, pero
su cuerpo se negó. Estaban tan cerca sus
labios que se estremeció. Él le corrió un mechón de la cara con sus dedos, como
una caricia.
_ ¿Está mejor tu
pierna?
Él asintió con la
cabeza. Sin moverse del lugar, ella cerró sus ojos. Xander apoyó sus labios en
los de Ada. Ella no se quitó. Fue solo un momento de contacto, antes que él
frenara sus impulsos. Se enderezó en la cama, buscando alejarse de Ada. Ella se
puso lentamente de pie y salió sin decir nada, cerrando la puerta tras de sí.
Él no quería ese
sentimiento tan confuso, prefería odiarla cada día. Se sintió debilitado y
culpó al yeso por ese sentimiento. Se aseguró a sí mismo, que ni bien estuviese
recuperado, todo sería como antes.
Ada tocaba sus labios
con dos de sus dedos. Xander la había tocado con los suyos. Desechaba cada
sentimiento apasionado, lo trocaba en viejos rencores, en enojos nuevos. Aun
así, no lograba erradicar lo que sentía. Se prometió ante el espejo, no ser
vulnerable ante él.
Por la noche, los
padres decidieron que todos comerían juntos en el cuarto de Xander. Ellos se
sentían ilusionados luego de verlos dormidos y en paz en la misma cama. Ada y
Xander, sin ponerse previamente de acuerdo, accedieron pensando en sus padres. Ellos
eran los que los mantenían unidos, ambos querían a los dos, aún al que no era
el suyo. Para Bruno y Diana, esa era una pequeña fiesta. Los chicos permanecían
en silencio, en esa mesa improvisada sobre la cama de Xander.
Diana les relató la
infancia que tuvieron juntos en Italia. Él les contó del amor y los sueños
perdidos cuando ella fue entregada en matrimonio a Andreas, el padre de Xander.
Les contaron de sus sueños de amor eterno que se juraron de jóvenes y que
lograron cumplirlos, por esas cosas del destino, solo muchos años después. Les
explicaron el porqué de su tesón, para que ellos se aceptaran y se quisieran.
Incluso del amor que les tenían a los dos, solo por ser hijos del otro, tanto
así, que habían renunciado a tener hijos propios juntos.
Xander y Ada, por
primera vez, comprendieron el origen de tanta perseverancia y presión. Ambos le
reprocharon que nunca les hubieran contado nada de sus vidas, respecto a que ya
se conocían de la infancia.
_ Al principio eran chicos para entender sobre el amor y
luego estaban tan ocupados peleando que temimos no ser comprendidos -respondió
Bruno-
_ Nos atrevimos a compartirlo en este momento porque sentimos
que, por primera vez, se han acercado afectivamente como para darnos el espacio
propicio para contarles y ser comprendidos -dijo Diana con dulzura-
_ Me resulta una hermosa historia. Amar debe ser algo muy
bueno, ya que les ha dado tanta fuerza a los dos… -comentó Xander-
Diana se sorprendió
ante la revelación oculta de su hijo. _ ¿Todavía no te has enamorado?
_ No
_ Yo tampoco he sentido algo como lo de ustedes -agrego Ada-
_ No dejen pasar la oportunidad de vivir el amor cuando lo
tengan enfrente -les pidió Bruno abrazando con fuerza a su mujer-
Diana levantó los cubiertos mientras Bruno se
ocupaba de la mesa. Los chicos los miraban. Permanecían sorprendidos por las
revelaciones de sus padres.
Xander ya se desplazaba
con muletas, también asistía a rehabilitación. Diana lo llevaba a cada una de
las sesiones. Durante una semana, debió hacerlo Bruno, porque ella se
despertaba con fuertes dolores de cabeza. Él le pidió que fuera al médico, pero
como el dolor se le pasaba con el correr de las horas y estaban muy ocupados
con la rehabilitación de Xander, lo dejaron pasar. Ella luego continuó llevando
a su hijo para liberar a Bruno, que debía trabajar.
Uno de los días que
Xander entró a terapia ocupacional, al salir, su madre no estaba en la sala de
espera como acostumbraba. La esperó, miró afuera y el auto seguía allí
estacionado; así que, se sentó a esperarla en la sala de espera con una
revista.
Luego de casi media hora, un médico se le acercó.
_ ¿Tú eres Xander Sifakis?
_ Si soy yo -respondió poniéndose de pie-
_ Su madre está siendo atendida en la guardia. Lo llevaré con
ella.
Xander entró muy
preocupado donde estaba su madre. _ ¿Qué pasó mamá?
_ Me atienden por el dolor de cabeza. Pero ya estoy bien.
¿Llamarías a Bruno, para que nos venga a buscar?
Un momento después
llegó Bruno y habló con el médico. Le explicó que le harían un estudio cerebral,
antes de dejar que se fuera. Diana, había presentado un fuerte dolor de cabeza,
por lo que fue llevada a la guardia mientras convulsionaba. El médico quería
descartar que se tratase de un tumor cerebral.
Bruno se sentó frente
al médico y le pidió que hicieran los estudios y todo lo necesario para que su
mujer estuviera bien. No logró levantarse del lugar, las piernas no le
respondían. Estaba aterrado.
En la guardia, Xander
tomaba la mano de Diana que se veía muy animada.
_ Los médicos exageran con estudios, pero yo realmente me
siento muy bien -dijo Diana a su hijo, con una sonrisa-
Xander le devolvía la sonrisa, pero no muy
convencido. Bruno se acercó y les dijo que, luego del estudio que le
realizarían, volverían a casa los tres.
Mientras le hacían la tomografía a Diana, los
dos permanecieron en silencio. Bruno intentó hablar para tranquilizar al chico,
pero tuvo miedo de que su tono de preocupación fuera peor que el silencio. Una
vez terminado el estudio, Bruno se acercó al médico que le indicó un horario
para que asistieran, al día siguiente. Los
tres salieron en silencio.
Diana, supo que algo estaba realmente mal;
había escuchado a los profesionales que le realizaron el estudio.
En la casa, Diana preparó la cena como cada
día, con el mismo humor de siempre. Xander se relajó al verla tan animada.
Ada llegó justo para la hora de cenar, estaba
a punto de pasar de largo cuando Bruno le dijo que se sentara con ellos.
Regresó a la mesa, comentando sobre la facultad.
Diana le preguntó por
Cloe, pero no se le entendió lo que dijo.
_ ¿Qué me has preguntado Diana? Disculpa, no comprendí -le
consultó Ada mientras a miraba con asombro-
Diana repitió la
pregunta y, nuevamente las palabras no coincidían con lo que ella pretendía
decir. Se quedó callada. Xander se puso de pie totalmente alterado. _ ¡¿Qué
dijo el médico de mamá?! -le preguntó a Bruno-
_ Mejor te sientas y te tranquilizas. ¡No asustes a tu madre!
-respondió Bruno tomándolo del brazo-
Diana se levantó de la
mesa con lentitud y caminó hacia las escaleras que llevaban a los cuartos.
Bruno corrió hacia ella y la tomó del brazo.
_ Yo lo sé… -dijo Diana con claridad- Él la abrazó y caminó a
su lado.
Xander le contó a Ada lo que había pasado en
la clínica. Ada lo miraba asombrada, no sabía que decir, ni que pensar.
_ Tengo miedo Ada…
Al día siguiente, Bruno y Diana salieron
temprano. Ella había insistido en hacer un trámite en la embajada de Grecia,
antes de ir a la clínica. Bruno vio que su mujer hacía el trámite para que el
dinero que ella recibía de las industrias de su ex marido Andreas Sifakis,
pasaran directamente Xander. Bruno entendía que eso la dejaría más tranquila y
la apoyó en cada decisión.
Fueron a la Clínica y escucharon atentamente los
resultados del médico. Se trataba de un cáncer de cerebro con metástasis, que se
encontraba en estado terminal. Les informaron cuáles serían los posibles
trastornos que sufriría Diana en adelante. No había cura, solo tratamientos
paliativos, para mejorar sus días. Les dieron indicaciones, entre ellas, un tratamiento
psicológico familiar para afrontar la situación y acompañarla adecuadamente.
Fueron en silencio hasta el auto. Bruno miraba
el volante fijamente mientras las lágrimas le caían pesadas sobre él.
_ No me dejes. No se te ocurra dejarme solo -le dijo
amenazante a Diana-
Diana lo abrazó, quedando ambos en silencio un
largo rato.
_ No permitiré, que
los chicos y tú, vivan con un vegetal en la casa. No sé por cuanto tiempo voy a
poder comunicarme normalmente, así que debes prestar atención. El médico, tiene
órdenes escritas de “no resucitación”. Ve que los papeles de Xander, estén en
orden, para que cobre mensualmente el dinero que llega de su padre. Esto es
inevitable y debemos afrontarlo.
Bruno lloraba como un niño. No aceptaba lo que
pasaba y menos lo que ella le decía. Diana le propuso que hablaran con los
chicos, con un especialista presente.
_ ¡Ya deja, de
organizar nuestras vidas, como si te fueras de viaje! -le gritó Bruno, con
evidente desesperación-
_ Es un viaje
ineludible el que debo emprender, mi amor. No nos despidamos llorando -dijo Diana
con resignada aceptación-
La rehabilitación de Xander estaba casi
completa, pero no había regresado a entrenar como le pidieron los
especialistas. Prefería pasar más tiempo con su madre que permanecía en cama.
Hacía un tiempo que ella pasaba muchas horas durmiendo. Él quería estar ahí
cuando despertaba.
Bruno, ese mes, había pedido una licencia
especial en el trabajo. Sabía que no le quedaba mucho tiempo para estar con
Diana.
Ada, pasaba más tiempo en la casa. Una casa
que se desmoronaba junto con la salud de Diana. Cloe y Mara la acompañaban cada
vez que podían, al igual que Martín y Lucas acompañaban a Xander.
Un día, Diana no despertó. Xander quedó
esperando, más tiempo del debido. Bruno se abrazó a él. Sólo ellos podían compartir
ese dolor que los ahogaba.
Llegaron los servicios
funerarios. Bruno besó a Diana en los labios. _ Adiós mi amor, pronto nos volveremos
a encontrar. Te buscaré donde estés -le aseguró Bruno-
Xander, llorando con verdadera congoja, se
quedó parado en un rincón de la habitación. Ada entró y se abrazó fuertemente a
él.
En el entierro, Ada y Martín ocupaban cada
costado de Xander. Bruno caminaba delante, arrastrando sus pies al andar. Los
chicos se acercaron a él para abrazarlo. Su llanto era silencioso y desconsolado.
_ La vida me la robó dos veces, tampoco me resignaré a
perderla esta vez… -decía Bruno desafiante-
Dos días más tarde, Bruno no se levantó por la
mañana. Ada, sabiendo que se encontraba deprimido, fue a despertarlo. No
respondió. Tenía una jeringa clavada en el brazo. Ada gritó con desesperación mientras
sacudía a su padre. Xander corrió a su lado, incrédulo de lo que Bruno había
hecho. Estaba muerto. Cuando llegó la ambulancia, notaron que se había aplicado
un frasco de morfina de su mujer.
Ada y Xander lloraban de tristeza y soledad.
Ambos huérfanos, con pocos días de diferencia. No se asombraron de lo que Bruno
había hecho. Sabían que él, a su manera, buscaría la forma de encontrarse con
Diana.
Luego de enterrar a Bruno junto a Diana.
Volvieron a la casa en compañía de sus inseparables amigos. Los seis, en
silencio, compartían unas cervezas.
_ Le pediré a la señora
que trabaja medio día en casa, que los ayude con la suya -ofreció Martín-
_ Yo no tengo idea ni de
qué voy a vivir. No se siquiera si mi padre tenía algún seguro -dijo Ada-
_ Viviremos con mis
ingresos. Son suficientes para los dos y hablaremos con el padre de Javier,
para que se encargue de tus trámites -le aseguró Xander-
Ada se aferró de la cintura de Xander. _ No
tengas miedo, todo estará bien -le aseguró él-
Ada lloraba cada vez con más fuerza. Los
chicos fueron acercándose a ellos para unirse en el abrazo.
El padre de Javier los recibió y accedió a
realizar todos los trámites de Ada sin costo alguno. El seguro del padre de Ada
era bueno, pero no le alcanzaría para más de tres años de estudio en la
universidad. La casa era de ambos. Xander aclaró que él se ocuparía de los
gastos para mantenerse los dos y que, con el seguro, vieran la forma de
invertirlo, para que ella tuviera una renta en el futuro.
Todo el tiempo que estuvieron con el abogado,
Xander y Ada se mantuvieron tomados fuertemente de la mano. Se sentían
realmente solos, nada más se tenían el uno al otro. Sus padres no los habían
preparado para nada de los que les estaba ocurriendo.
Salieron del estudio del abogado tomados de la
mano. Subieron al auto de Xander. Él tomó la ruta.
_ Conduciré sin parar
los 100 km que nos separan del mar ¿Estás de acuerdo?
_ Vámonos Xander. Alejémonos
del mundo lo más posible -respondió Ada-
continuará mañana...
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