miércoles, 16 de agosto de 2017

LA MANCHA DEL GRIEGO de Graciela Rost. Cap 3 Epi 5

Episodio 5

UN LUGAR EN EL MUNDO

  Xander y Lucas armaron dos mochilas en las que portaban solo lo necesario para cambiarse un par de veces. Si bien no lograron escapar de la protección de la naviera, los guardias vestían informales como ellos. A simple vista eran solo cuatro jóvenes turistas.
  Viajaron en avión, recorriendo distintos países de Europa. El interior de cada país lo andaban en trenes o autos de alquiler. Hicieron un crucero, desde Nápoles hasta Marsella. En trenes y barcos hasta Egipto para luego llegar a Arabia donde decidieron pasar varios meses. Xander fue tomando nota de las actividades más productivas en Arabia Saudí: telecomunicaciones, sectores financieros y petroquímicos. En cambio, Lucas, llegó a desesperarse por la falta de alcohol. ¡Hasta la cerveza era ilegal! Intentaron imaginarse a Ada y las chicas viviendo allí, con riguroso abaya andando por las calles de Arabia. Coincidieron que ellas nunca se adaptarían a un lugar así.
  Tomaban fotografías que enviaban, por mail, a sus familias. Algunas noches, hablaban en conferencia con ellos, contándole las curiosidades de los lugares que visitaban.
*****
  Entretanto, la vida de Ada se había transformado en una alegre experiencia de niños, que la convirtieron en madre. Para no estar tanto tiempo sobre ellos, en el gran caserón, había decidido trabajar de su profesión fuera de casa, algunos días de la semana. El dolor que le causaba su amor de mujer se matizaba con nuevos retos profesionales y los juegos de los hijos de Xander. Ellos eran lo más importante de su vida.
*****
  Por el Mar de Arabia los muchachos llegaron a Mumbai, en la India y luego de varios meses en Nueva Delhi, tomaron un vuelo a Pekin, China. Estaban asombrados por las costumbres del lugar. Como primera medida, debieron hacerse análisis de sangre, sólo para tener una visa de ingreso. Notaron que la gente, en los lugares de venta callejera, eran culturalmente timadores. La gente parecía desesperada por conseguir dinero fácil, pero, más llamativo aún, era que no se registraban robos.
  Se dieron cuenta inmediatamente que no tenían como acceder a redes sociales. _ ¡Pero si este es el país que más fabrica celulares y tablets! -dijo Christos, uno de los guardaespaldas-
  Decidieron recorrer el país por avión, uniéndose a contingentes turísticos. Era muy difícil moverse en forma independiente debido al idioma y las costumbres del lugar.
  A esa altura, llevaban más de un año viajando. Esa semana, viajarían desde Shangay a Tokyo, donde tenían reservaciones en un hotel para pasar una temporada en ese lugar. De cada capital y por medio de la embajada griega de cada país, enviaban regalos para los niños.
  Un mes más tarde, viajaron a Moscú dónde permanecieron otro mes recorriéndolo. Para luego hacer un camino por Siberia, cruzando el Estrecho de Bering hasta Alaska y luego Canadá. Cada semana, cuando el país donde se encontraban se lo permitía, Xander se comunicaba por web con Ada y los niños, como también, con la familia de Lucas y los guardaespaldas. Les enviaban a todos, muchas fotografías de los sitios que visitaban.

  Los casi dos años que llevaban juntos, hizo que Xander, Lucas, los guardias Ares y Christos se hicieran muy buenos amigos.   Si bien, los guardias siempre estaban atentos a su trabajo, compartían habitaciones, viajes, experiencias… cada uno solía aportar algo del idioma que más conocía en los sitios a los que iban. Todos se habían dejado crecer la barba y el pelo. Si no hubiera sido por, lo doradas de las tarjetas de Xander, no hubieran podido parar en la mayoría de los hoteles en los que pretendían entrar.
  Se habían establecido en Vancouver por demasiado tiempo, sabían que debían partir, pero estaban cansados y esa ciudad canadiense les ofrecía un buen nivel de vida. Decidieron que, al llegar a Los Ángeles, California, harían que sus familias viajaran por turnos para encontrarse con ellos.

  Una vez instalados en California, cada uno de los guardias hizo viajar a su familiar más cercano, en ambos casos se trataba de sus padres. Todos disfrutaban de esas emotivas visitas.
  Con los padres de Lucas, llegó Martín. ¡Los chicos, al fin habían logrado estar los tres juntos! La alegría fue inmensa. Luego de tantos años, lograban unirse lejos de los dos países que mantenían la vida de ellos en vilo. Los padres de Lucas estaban preocupados por su aspecto, pero los relatos de su hijo hacían que se alegraran por todas las bellas experiencias vividas.
  Martín, les contó que Ada vivía para los niños y Attis había sido inscripto en un jardín privado ese año. Evan era un torbellino que disfrutaba del caserón más que Ada. Ella hacía una vida bastante normal. Había puesto un consultorio en la zona céntrica, donde atendía como psicóloga cada día, cinco horas por la tarde. Ejercía su profesión, además de criar a los niños, que hablaban correctamente los dos idiomas, tal como él había pedido.
  Una vez que Martín y los padres de Lucas se fueron, llegaría Ada con los dos niños. Los cuatro esperaban a los pequeños herederos Sifakis, pero Xander, más que nada en el mundo, quería tener a Ada entre sus brazos.
  Cuando los vio llegar no le alcanzaban los brazos para asirlos. Lloraba por la emoción que lo desbordaba. Sus pequeños no lo olvidaban, Ada se ocupaba que fuera así y ellos esperaban abrazarlo tanto como él a ellos. Xander les hablaba en griego y ellos le respondían con alegría en sus rostros. Christos y Ares alzaron a los niños, que también les hablaban en griego. Ada y Xander quedaron solos, hundidos en un prolongado abrazo.
  Una vez, que todos estaban ubicados en el hotel, no esperaron más para estar juntos. Habían sido dos largos años de esperarse y extrañarse. El deseo era, en ellos, el único sentimiento de amor que les arrebataba el alma. Se desvistieron con apuro, se besaron torpemente, las caricias les sonrojaban la piel; sus sexos no esperaron escusas para unirse. No midieron sus gemidos, ni los jadeos intensos; dejaron que sus corazones saltaran de sus pechos en cada latido. Con gritos y temblores, con estallidos de tanta pasión acumulada y desoída por tanto tiempo de espera. La mañana los encontró rendidos, uno ante el cuerpo del otro.
  Al día siguiente, viajaron todos a Santa Mónica, para que los niños disfrutaran de las playas. Ocuparon una suite en el hotel para pasar unos días. Ada y Xander vivían una especie de noviazgo, que siempre les resultó inverosímil. Sus destinos parecían rectas paralelas. Torpemente separados por circunstancias ajenas a ellos. Ya no planificaban nada, solamente vivían el momento. Esos días decidieron ser novios y amantes.

  Luego de una semana, Ada partía con los niños. Nuevamente la soledad invadía a Xander.
  Habló con Lucas sobre regresar a Grecia, necesitaba tomar el control de su vida y tenía que encontrar la manera, que eso sucediera lo antes posible. Cada año, su vida se volvía más vacía, crecía el sinsentido. La partida de Ada, lo hacía sentir realmente miserable.
  Bajaron del ferri, como si fueran turistas recién llegados a Mykonos, nadie los reconocía.
  Entraron a la casa de Xander, soltaron sus mochilas y los cuatro quedaron mirando al techo en absoluto silencio. En medio de tanto silencio… se sintió, creciente, el llanto de Xander. Era un llanto cansado, doblegado por la resignación. Cansado de perder en su vida todo cuanto amaba. Miró a sus compañeros y les preguntó retóricamente:
_ ¿Qué hice mal? ¿Cuál fue mi error? ¿Qué sigue ahora?
  Los amigos caminaron hacia él y se sentaron a su alrededor. Todos conocían los más oscuros secretos y dolores del alma de Xander. Llevaban juntos mucho tiempo y entendían ese profundo dolor que portaba, sin descargarlo nunca en nadie. Se quedaron a su lado escuchando sus razones, que eran muchas.
  De la naviera habían enviado dos nuevos guardias para reemplazar a Ares y Christos permitiendo así, que ellos fueran con sus familias por un tiempo.
_ ¿¡La Naviera es de mi propiedad o ella es mi dueña!? -gritó Xader enojado por como dispusieron de Ares y Christos-
  Xander se puso de pie, tomó las llaves del auto y fue directo a la Naviera.
  Casi no lo dejaron entrar, por su aspecto no lo habían reconocido. En ese instante, tuvo un nuevo ataque de furia en el que insultó a todo el que se le ponía enfrente.
  Su secretaria privada fue corriendo a su encuentro, tratando de calmarlo. Ahí estaba el dueño de la naviera, segunda fortuna más grande del país, vestido de jean rotos, remera manchada y ojotas; con barba y cabello largo de muchos días sin cortar y sin bañarse. Así y todo, su secretaria lo llamó “señor Sifakis”.
_ ¿Quién les dijo que podían cambiar mis guardias a su antojo?
_ Supuse que era lo correcto para ellos -respondió tímidamente la secretaria-
_ ¿Quién le dijo a usted que podía cambiar mi guardia a su antojo?
_ Disculpe señor. Pensé que era lo más correcto para los guardias -respondió asombrada-
_ Pongan la guardia que quieran desde la naviera, pero Christos y Ares, pasarán a ser guardias personales y no de la naviera. ¡Esta es una orden directa! -gritó Xander-
_ Comprendo señor -dijo ella algo incómoda-
  El personal no solo no estaba acostumbrado a verlo, sino que nunca lo habían escuchado dar órdenes sobre nada. La mayoría sintió temor, pues no sabían que esperar de él.
_ ¿Debo tomar nota de algo más señor? -preguntó su secretaria-
_ Entremos a la oficina, quiero ver las novedades de las empresas.
  El Gerente apareció con apuro.
_ No sabía que revisaría la administración de la empresa -se apuró a decir e Gerente-
_ ¿Debo pedirle permiso a alguien para hacer lo que se me antoje con mi empresa? -preguntó Xander cargado de ira-
_ No señor -respondió el Gerente, bajando la cabeza-
  En ese ínterin llegó Lucas, que había tomado la prevención de higienizarse antes de presentarse. Entró con Xander y le pidió a la secretaria que los dejara solos. Se sentó frente a él.
_ ¿Qué pretendes asustando a todo el personal?
_ Necesito saber, quién está manejando toda mi vida.
_ Vayamos a la casa a descansar. Mañana, indagaremos con más calma, todo lo que quieras saber -le pidió Lucas-

  Pasaron dos meses en los que Lucas y Xander concurrían a diario a la naviera, para interiorizarse de todo el manejo de esa y las otras empresas. El celular de Xander sonaba en su bolsillo. Del otro lado Ada le pedía que esa noche se conectara que debía hablar con él de algo importante.
  Por la noche se conectaron a la web sólo ellos, sin los niños.
_ ¿Te encuentras bien Ada? ¿Los niños?
_ Todo está bien Xander. Pero hay algo importante que tienes que saber. Serás nuevamente papá.
  Xander quedó sorprendido, su gesto le iba cambiando de sorpresa a alegría gradualmente, mientras conseguía entender y aceptar lo que Ada le estaba diciendo.
_ ¿¡Seremos padres!? -dijo Xander con alegría y asombro-
  Se sintió bendecido, por primera vez en mucho tiempo. _ Tendremos un hijo del amor Ada. De mi amor por ti -le dijo Xander emocionado-
Ada sonreía mientras se le caían las lágrimas. _ Sí, mi amor, nuestro hijo.
  En un momento, Xander sintió que su vida se iluminaba, se trataba de un deseo callado que se hacía realidad.
  Xander le dijo que todo lo que quería en la vida, era formar una simple familia con ella, ese siempre había sido su único sueño. Xander le prometió que encontraría la forma para que pudieran estar juntos y seguros. Esa noche, les costó despedirse y cerrar la comunicación.

  Lucas ayudó a Xander en un nuevo emprendimiento. Se trataba de hacer un reconocimiento tan intenso de las empresas como para intentar desvincularse, sin afectar la herencia de sus hijos. Esto los llevó, por el contrario, a ver más negocios posibles, basados en los que ya se tenían.
  Xander decidió armar un grupo de trabajo. Desvincularon de la naviera a una de las secretarias, Zoé, que poseía buen conocimiento de idiomas y era una mujer brillante, para convertirla en su secretaria privada. Llamaron a unirse a este grupo, al viejo albacea de Theodoro, Don Cosmos y a Leónidas como representante de los trabajadores de la familia Sifakis. De esa forma armaron su propio satélite de funcionamiento, entre todas y cada una de las empresas. Una vez armada esta unificación de estructura, convocaron una reunión general con las cabezas de cada una de las empresas.
  El grupo, al que ellos mismos llamaron “Satélite”, estaba compuesto solo por cinco personas: Xander, Lucas, Zoé, Cosmos y Leónidas. El segundo nivel eran los Gerentes. De esta forma, la naviera, era solo una empresa más del grupo. Conformaron legalmente la centralización presidencial de todas propiedades empresariales tanto suyas como de Evan (herencia que él manejaba).
  Ciertamente, Xander no estaba seguro de lo que hacía, si esto lo llevaría a la libertad tan esperada, pero al menos sabía dónde estaba parado y eso lo orientaba para hacerse cargo de su vida, bajo nuevas circunstancias. Cosa que, por años, se negó a enfrentar.
  Se llevó a cabo la reunión de gerentes para informarles el nuevo sistema de gestión y control de las empresas a su cargo. Indicándoles que, cualquiera del grupo satélite, estaba en condiciones de tomar decisiones en su ausencia. Si bien, se asombraron de la nueva administración, quedaron conformes de no ser revocados en sus puestos.
  Iniciaba una nueva etapa en la vida de Xander. Él sabía cuál era su verdadero motor, pero, hacia donde se dirigía era un misterio aún para él.


CONTINUARÁ MAÑANA con el episodio final...

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