lunes, 29 de noviembre de 2010

NOTA LEUCO Y VIDEO 'Antiguo dueño de las flechas" (Indio Toba) MERCEDES SOSA Y JAIRO


Alfredo Leuco

Los tobas en lucha y luto

Ese himno que popularizaron Mercedes Sosa y Jairo estalla en nuestras conciencias porque define a los tobas como “sombras errantes de la selva, dueños antiguos de las flechas, gente buena, gente pobre”. Hasta ahora el gobierno nacional en general y el ministro Julio Alak en particular mantuvieron un silencio demasiado parecido a la complicidad con un señor feudal llamado Gildo Insfran que es el responsable intelectual y político de la feroz represión que terminó con la muerte de dos personas. Los victimarios fueron los integrantes de la policía de Formosa, gobernada por Insfran un cuadro histórico de la derecha peronista de Guardia de Hierro autotitulado menemista, duhaldista y por supuesto, kirchnerista de la primera hora.

Las prácticas clientelares de Insfran que hace 10 días también ordenó reprimir a estudiantes que protestaban, tiene a la provincia con indicadores sociales donde la pobreza, la marginación y el atraso parecen parte de su proyecto político. La estrecha relación política y de afecto personal con el matrimonio Kirchner tal vez influye para que el oficialismo haya tratado de tapar semejante horror. Hay que recordar que la policía quebró un corte de ruta a sangre y fuego y que después como en los peores momentos de la historia se dedicó quemar sus humildes casas con sus pocas y más humildes pertenencias. Los dejaron llenos de hematomas en las espaldas, con ojos en compota producto de la paliza policial, sin documentos, sin un par de bicicletas, les robaron algunas bolsas de mandioca y porotos y les dejaron dos muertos tirados en el suelo. Roberto López, un hermano toba de la comunidad qom “La Primavera” y un policía llamado Eber Falcón al que los manifestantes dicen que lo mató una bala de los propios uniformados. Como si esto fuera poco, aprovechándose de la debilidad de los integrantes del pueblo originario, llevaron detenidos a chicos que tenían entre 4 y 17 años, mujeres embarazadas con bebes en brazos y los ancianos que no pudieron correr para escapar. Los propios indígenas dijeron que la celda en la que los encerraron “era un río de sangre”.

Las fotos son conmovedoras. Esos rostros morenos, surcados por el esfuerzo, llenos de golpes, aterrorizados en sus ojos profundos por la brutalidad de la agresión policial. Una protesta pacífica que reclama las tierras en donde históricamente vivieron los tobas terminó con semejante castigo y por ahora con una terrible impunidad. Toba, en guaraní significa cara, es que son el rostro de la identidad criada entre “pilcomayos y bermejos llorando por mi” porque, como dice la poesía “campamento de mi raza la américa es”.

Ellos además pertenecen a la etnia qom que significa hombre, son los que ancestralmente viven de la agricultura, de la artesanía de cestería o cerámica y de la caza de tapires o guanacos. Incluso hoy suelen consultar a los chamanes por los males que sufren sus almas. No pueden entender tanta persecución, tanta discriminación por reclamar lo que les pertenece. Esa tierra comunitaria donde viven desde el fondo de los tiempos. El hermano que los lidera al que algunos llaman cacique se llama Félix Díaz y estuvieron punto de matarlo a balazos. Tuvo que esconderse en el monte para salvar su vida. Los indios tobas están reclamando justicia a los alaridos. No quieren que los maten. Quieren vivir en paz y en comunidad en sus tierras. Quieren juicio y castigo para los asesinos. Esta vez no fue una patota ferroviaria mercenaria como en el crimen de Mariano Ferrerya. Esta vez fueron las balas de la policía de Formosa. Balas de policías provinciales como las que mataron al profesor Carlos Fuentealba.

No se puede mirar para otro lado solo porque el gobernador Insfran es amigo del gobierno nacional. No se puede criminalizar ni judicializar la protesta. No se puede asesinar a nadie y mucho menos a la gente buena y la gente pobre que reclama por sus derechos. Todo ocurrió en el kilómetro 1341 de la ruta 86 en el departamento Pilcomayo de Formosa. Demasiado cerca de la impunidad. Demasiado lejos de Dios y de la casa rosada.

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