A un año de la muerte de Alfonsín, Luis Brasesco recordó tres momentos de la vida política del ex presidente. (Imágenes de 1983)
El abogado Luis Agustín Brasesco fue senador nacional durante el mandato presidencial de Alfonsín, con quien lo unió una relación de amistad y respeto. En tres anécdotas el ex legislador reveló aspectos de la personalidad del desaparecido ex presidente. Si bien atesora muchos recuerdos, los más fuertes tienen que ver con su gestión presidencial.
Recuerda, por ejemplo, “una noche de calorcito llegué a la Quinta de Olivos porque teníamos que ver una cuestión laboral. Antes de que yo entrara salió Conrado Storani y cuando entré al despacho lo ví en una posición que ya le conocía. Caminaba con los brazos detrás de la espalda, que era su postura cuando estaba preocupado”.
Menem había ganado las elecciones del 14 mayo del 89 con el 49,2% de los votos.En ese momento, después de las elecciones, los gremios y el peronismo presionaban para que le entregara el gobierno a Menem en forma inmediata, ya que no creían en el gobierno de coalición que Alfonsín planteaba para concluir su mandato.
“Apenas me vio, me dijo: ‘Nos tenemos que ir del poder y te voy a decir por qué’. Nosotros habíamos estado conversando por intermedio de (Juan Carlos) Pugliese, que había asumido en el Ministerio del Interior, con los dirigentes del PJ porque frente al resultado de las elecciones, y por la actitud de la CGT y sectores políticos importantes, se habían hecho gestiones para establecer un gobierno de coalición hasta que finalizara el período presidencial, pero fue un total fracaso.
Entonces (Alfonsín) me dijo que le habían planteado dos cosas. Que para entregar el poder en la fecha indicada, tenía que dictar la ley de amnistía, y si no se podía, sacar un decreto exceptuando del accionar judicial, a los tres comandantes y a algunos más. Y en caso de que eso no se pudiera hacer, porque había muchas dificultades, por lo menos levantarle la sanción al ex presidente de facto Leopoldo Galtieri. Me dijo: ‘Yo ya tomé mi posición. ¿A vos qué te parece?
Yo le dije ‘Usted no puede hacer esto. Usted hizo el tribunal a los genocidas, se cumplió esa etapa, hemos tenido que hacer después las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final como solución política para preservar el orden constitucional, es cierto, pero no puede hacer esto’.
‘Yo estoy de acuerdo. Eso es lo que vamos a hacer. Por eso ahora vamos a conversar la metodología para entregar el poder, porque bajo ningún punto de vista quiero que la continuidad democrática se rompa’, me contestó. ‘Pero lo vamos a hacer de tal manera que no afecte la continuidad constitucional’, completó su respuesta.
En ese momento había dos versiones. Por un lado se hablaba que desde Rosario se haría una marcha encabezada por la CGT y los gobernadores peronistas, festejando el triunfo y solicitando la entrega del poder, para llegar a la Casa Rosada e instalarse en el gobierno. Y en segundo lugar, que había factores sectores del poder militar viendo lo que se podía hacer en esa coyuntura. Alfonsín tuvo una concepción bien gráfica y grande, que fue que el país entrara claramente por la vía democrática, aún sacrificándose personalmente como ocurrió” con la salida anticipada del Poder.
Varios años después, cuando Brasesco ya no era senador ni Alfonsín presidente, se concretó el denominado Pacto de Olivos, que derivó en la reforma constitucional de 1994.
“Llegué a Buenos Aires para ir al Comité Nacional y pasé a verlo a Alfonsín. Al día siguioente iba a ser la visita (a Carlos Menem en Olivos) y me dijo que se estaba por hacer un disparate con la reforma constitucional. Después me recordó la conversación que había tenido Ricardo Balbín con Juan Domingo Perón, en virtud de la cual Perón le había dicho … ‘la constitución de 1949 fue una constitución que hicimos los peronistas, pero la mitad del pueblo argentino, representado por los otros partidos políticos, quedó al margen. Entonces no voy a discutir el contenido, con el cual estoy totalmente de acuerdo, pero el procedimiento ha sido irregular, razón por la cual no voy a insistir en la Constitución del 49 y voy a jurar por la de 1853.
Ya vendrán nuevos tiempos para hacer una reforma’”. El diálogo se desarrolló poco antes de que Perón asumiera por tercera vez la Presidencia
“Hablando de eso me contó que Francisco Durañona y Vedia, que era un demócrata cristiano entrado en el Frejuli, cuya esposa era jueza y fue ascendida después, había sacado un dictamen de la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados con el mismo argumento del dictamen de la reforma del 49, sosteniendo que la reforma se podía declarar con los dos tercios de los miembros presentes, cosa que no dice la Constitución del 53, pero estaban dispuestos a hacerlo.
Alfonsín recordó que durante su gobierno se había planeado la reforma y se había trabajado en un proyecto y me dijo: `Vamos a aceptar. Tenemos que conversar frente a este hecho, hay que pararlo, pero hay que conversar y agregar nuestras ideas’. La intención fue evitar la reelección indefinida, que era tras lo cual iba el gobierno, y no fue un acuerdo para favorecer a Menem. A esto lo cuento por ese alto sentido que tenía Alfonsín de la necesidad de ponerle freno a eso embestida”, señala Brasesco.
La última anécdota, más cercana en el tiempo, se remonta a abril de 2002, cuando el entonces gobernador de Entre Ríos, Sergio Montiel, eludió el juicio político al que se intentaba someterlo, en una votación en la Cámara de Diputados donde contó con el sorpresivo apoyo del diputado justicialista José Félix Del Real.
“Entre Alfonsín y Montiel existía un cortocircuito muy fuerte porque Alfonsín había intervenido el partido en la provincia para la elección de convencionales constituyentes para la reforma del 94.
Sin embargo, cuando la situación de Montiel era muy grave, porque avanzaba el juicio político en Diputados, yo lo hablé a Alfonsín y le dije acá pasa esto, la situación esta grave, por qué no los habla a algunos de los diputados de nuestra banca. Entonces el habló con alguno de ellos y se dio cuenta de que la situación era grave.
Yo lo llamé nuevamente y le sugerí que hablara con Montiel para conocer la situación de boca del gobernador, y él lo hizo, pese a todo el enfrentamiento que existía…
Luego Alfonsín habló con Eduardo Duhale y le manifestó que si el justicialismo de Entre Ríos le daba los votos para el juicio político del gobernador radical, él le iba a decirle a los diputados nacionales de la UCR que no acompañaran ninguna medida del presidente Duhalde. Y Duhalde se ocupó de que eso no ocurriera, y no ocurrió, más allá de que todo esto después tiene una serie de novelas…
Alfonsín no se olvidaba de los amigos Brasesco recuerda la noche que volvió a su casa y su esposa le dijo que debía llamarlo “a Raúl inmediatamente”. El ex senador lo llamó y Alfonsín le ofreció la Secretaría de la Convención Constituyente del 94, pese a que Brasesco había rechazado ser candidato a convencional. Ese fue el momento de relación más tensa con el montielismo, ya que Alfonsín intervino el partido radical de Entre Ríos por la oposición al denominado Pacto de Olivos.
El 30 de octubre, el día de su mayor gloria
Alfonsín entró en la historia el 30 de octubre de 1983. Algunos recuerdos de ese día, especialmente en la provincia.
El 30 de octubre de 1983 fue un día histórico, sin dudas. Habían pasado siete años, siete meses y seis días desde el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Aquel 30 de octubre, la fórmula Raúl Alfonsín-Víctor Martínez obtuvo el 51,74 % de los votos (7.725.173 sufragios) contra el 40,15% del binomio justicialista que integraban Ítalo Luder y Deolindo Bittel. La polarización fue enorme. Muy lejos quedó, en tercer lugar, la propuesta del Partido Intransigente que proponía a Oscar Alende y Lisandro Viale con el 2,33% (347.654 votos).
La amplia mayoría de los vencedores determinó que no hiciera falta el acuerdo con otras fuerzas políticas en el Colegio Electoral, mecanismo de elección presidencial que se utilizó por última vez en 1989, ya que fue eliminado por la Reforma Constitucional de 1994.
En Entre Ríos se presentaron nueve fórmulas y la campaña estuvo fuertemente nacionalizada. Los archivos periodísticos de la época dan cuenta de la simpleza de las intervenciones de los candidatos locales, incluso los postulantes a gobernador. La campaña fue de fuerte tono nacional y el “alfonsinazo” que la campaña publicitaria del radicalismo promovía con fuerza, sucedió en Entre Ríos como en otros lugares del país.
Jorge Busti tenía en aquel entonces 30 y pico de años y se aprestaba a convertirse en intendente de Concordia. Recuerda siempre que Alfonsín pasó varias veces por la provincia en las últimas semanas de campaña, y pese a la relación distante que mantenía con el candidato a gobernador de su partido, Sergio Montiel, lo hizo a instancias de César Jaroslavsky, el dirigente victoriense que sería luego su principal espada legislativa.
“En Concordia había miles de evacuados por la inundación. Era gente que evidentemente no estaba bien y tampoco contenta. Un centro de evacuados funcionaba en lo que había sido la fábrica de aceites y allí había unas 2.000 personas. Alfonsín fue al lugar y fue una aclamación. Ahí me di cuenta de la llegada que tenía con la gente”, recuerda el ex gobernador.
Un aviso que se publicaba entonces profusamente daba cuenta de lo que significaba la candidatura de Sergio Montiel para el radicalismo. Era un medio abrazo del candidato a gobernador con Alfonsín y abajo una frase de éste definiéndolo:
“Haremos en Entre Ríos una tarea magnífica porque al frente de ella, comandándola, estará un radical que no solamente es orgullo de Entre Ríos, sino de la Nación entera”.
Enfrentando al binomio Sergio Montiel-Jorge Martínez Garbino estaba la fórmula justicialista integrada por el dirigente sindical Dardo Blanc, quien había sido vicegobernador de Enrique Cresto entre 1973 y 1976, junto al dirigente Armando Gay, quien había sido director del túnel subfluvial durante la gestión de Cresto y luego, en 1985, fue electo diputado nacional.
La campaña
El radicalismo instaló con éxito la antinomia democracia-autoritarismo, incluyendo en este último al peronismo para definirse como la única expresión de democracia verdadera. En ese contexto atacó al peronismo y especialmente a los dirigentes sindicales. Ese discurso sirvió también en Entre Ríos, donde el candidato a gobernador del PJ era un dirigente del gremio de la carne, que para colmo de males no había surgido de una elección interna sino de un congreso al que hoy se recuerda como “vidrioso”.
La UCR se opuso, como alternativa, al poder autoritario del proceso militar y también a los componentes autoritarios del PJ y los gremios. Uno de los eslogan de campaña más utilizados por la UCR era claro al respecto. Decía “Somos la Vida, somos la Paz”.
La ambigüedad de la campaña alfonsinista logró, también en Entre Ríos, la adhesión de sectores juveniles vinculados al cambio, al igual que el apoyo de sectores conservadores (que no tenían una clara representación electoral) pero apoyaban la posibilidad de ganarle por primera vez en forma legítima al peronismo, que antes sólo había perdido estando proscripto.
Polarizado
El alfonsinazo fue la plataforma para que Sergio Montiel lograra su primer mandato como gobernador, con el 49,4% de los votos (248.999) frente al 40,9% (206.334) del justicialista Blanc. Tal como ocurriría luego, en 1999, cuando siendo candidato de la Alianza se impuso al peronista Héctor Maya, aquella vez Montiel ganó la Gobernación en Entre Ríos montado en una fuerte ola nacional.
Para Blanc, la derrota fue el inicio de su paulatino alejamiento de la actividad política.
El tercer lugar en Entre Ríos correspondió a la fórmula del Movimiento Línea Popular, que postulaba a Lucio Uranga y Bartolo Aguirre para gobernador y vice.
La victoria radical permitió que en Entre Ríos el Senado provincial tuviera una mayoría oficialista de 11 a 4, pues había 15 bancas que se correspondían con 15 departamentos,
ya que en ese momento no existían aún los departamentos Islas y San Salvador. El primero de esos dos fue creado durante la gestión montielista.
En la Cámara de Diputados, en tanto, el reparto fue el “tradicional” de la historia política entrerriana. De los 28 diputados, la UCR tuvo 15 y 13 el PJ, ya que producto de la fuerte polarización no hubo representantes de terceras fuerzas.
También el reparto de los diputados nacionales fue el habitual: cinco y cuatro. Resultaron electos los radicales César Jaroslavsky , Bernardo Salduna (hoy vocal del Superior Tribunal de Justicia), José Luis Rodríguez Artusi, Juan Francisco Elizalde y
Pedro Sarubi.
También obtuvieron una banca los peronistas Héctor Maya, Antonio Cavallaro, Carlos Scelzi (padre) y Carlos Federik.
En el Senado, el trámite fue favorable a la UCR. En aquella época se elegía a dos senadores por provincia y el trámite estaba a cargo de la Legislatura provincial. Fueron electos Luis Brasesco y Ricardo Lafferriere. Como la Cámara se renovaba por tercios, se realizó un sorteo: a Brasesco le tocó un mandato de nueve años y a Lafferriere uno de tres años, que luego extendió a 12, ya que al vencer el trienio la Legislatura –todavía radical– volvió a elegirlo para el cargo.
Los municipios
La composición del Senado provincial dibujó un mapa que se correspondía con la elección en los principales municipios de la provincia.
Humberto Cayetano Varisco derrotó a Delfín Salomón en la puja por la Intendencia capitalina mientras que el radicalismo también ganó en varias ciudades del Departamento Paraná, como Viale, María Grande o Crespo, logrando revertir el embate radical el peronista Ricardo Roig en Hernandarias, entre los pocos lugares donde los compañeros no sucumbieron al alfonsinazo.
El radicalismo también se impuso en Nogoyá, Diamante, Concepción del Uruguay, Villaguay, Gualeguaychú, Rosario del Tala, Victoria, Colón, La Paz, Chajarí y Federación.
Mientras tanto el peronismo ganó en Concordia, Santa Elena, Federal, Bovril y Feliciano y Gualeguay dentro de las ciudades más pobladas.
Una rareza de aquella elección fue que Jorge Busti fue electo intendente de Concordia por el Partido Justicialista y también de Villaguay, por la UCR. Jorge Pedro, quien sería tres veces gobernador de la provincia, ganó en aquella oportunidad la intendencia de Concordia; mientras que un primo suyo, Jorge Armando, que era militante radical, se convirtió en jefe comunal de Villaguay. Ese Jorge Busti radical había sido
electo diputado provincial en 1963 y desempeñó en el cargo hasta el golpe que derrocó a Arturo Illia y al gobernador Carlos Contín.
El mapa de los municipios de primera categoría quedó de la siguiente manera Paraná (Humberto Varisco -UCR), Diamante Humberto Ré (UCR), Nogoyá Juan José Moggia (UCR), Victoria Luis Ángel Brassesco (UCR), Gualeguay (Gregorio Gastaldi - PJ), Gualeguaychú (Ricardo Taffarel -UCR), Concepción del Uruguay (Juan Carlos Godoy -UCR), Rosario del Tala (Miguel Padilla), Colón (Aníbal Berthet), Concordia (Jorge Pedro Busti PJ), Villaguay (Jorge Armando Busti -UCR), La Paz (Osvaldo Lamboglia - UCR), Feliciano (Francisco Solano Moreno -PJ), Federación (María del Rollano de Burna -UCR), , Federal (Francisco Verón - PJ), Chajarí (Domingo Cano -UCR), San Salvador (Rubén Rey), Villa Elisa (Elcio Viollaz -UCR), San José (Beltrán Moreyra ), Urdinarrain (Héctor Altinier – Partido Intransigente), Basavilbaso (Víctor Fedonczuk), Lucas González (Mariano Santos), Ramírez (Alberto González Lagos -PJ),
Bovril (Daniel Tomé -PJ), Viale (Pedro Egge -UCR), Crespo (Héctor Seri - UCR) y
Santa (Elena Daniel Rossi - PJ)
El Senado
La composición del Senado surgida del 30 de octubre era ampliamente favorable al radicalismo, que contaba con más de dos tercios de sus miembros. El oficialismo sumaba a Gustavo Marcó (Colón), Lorenzo Olalla (Diamante), José Luis Lena (Federación), Federico Matteucci (Gualeguay), Orlando Aldaya (Gualeguaychú), Juan Humberto Ghiano (Nogoyá), Ana Delia Almada (Paraná), Héctor Chiozza (Tala), Nelson Juan Muñoz (Uruguay), Daniel Sobrero (Victoria) y Juan Ángel Redruello (Villaguay).
La minoría justicialista estaba compuesta por Ubaldo López Bernis (Concordia), Jorge Heyde (Federal), Dora Peletti de Concion (Feliciano) y Marcelino Gavilán (La Paz).
Diputados
El bloque radical de diputados surgido de la elección de 1983 estaba compuesto por Roberto Audisio (Paraná), Carlos Contín (Nogoyá), Abel de León (Feliciano), Roberto Ferrando (Federación), Héctor Frutos (Villaguay), Arturo Ganly (Gualeguaychú), Honorio de la Cruz Goyeneche (Tala), Marcelo Granillo (Uruguay), Adolfo Lafourcade (Concordia), Alberto Lagrenade (Gualeguay), Alfredo Maffioly (Colón), Roberto Massera (Paraná), Rodolfo Parente (Diamante), José Sampietro (La Paz) y Horacio Trucco (Victoria).
En tanto, el bloque del PJ se integraba con José Bravo (Federal), Eduardo Golly (La Paz), Abel González (Concordia), Walter Marano (Colón), Eduardo Martínez (Paraná), Rubén Matorras (Gualeguay), Gerardo Moreno (Feliciano), Susana Osuna (Uruguay), Gabino Pérez (Nogoyá), Hipólito Redruello (Villaguay), Luis Rossi (Tala), Juan Stratta (Victoria) y Juan Carlos Urriste (Gualeguaychú).
Los amigos entrerrianos
La vinculación de Raúl Alfonsín con Entre Ríos fue siempre estrecha. Algunos de sus mejores amigos, algunas de sus mejores espadas legislativas, correligionarios de ideas contrapuestas y también numerosas anécdotas lo vinculan con esta rovincia.
Aquel 30 de octubre de 1983, cuando ingresó en la historia grande de la Argentina, Alfonsín no era un desconocido para los entrerrianos, a muchos de los cuales había arengado desde diferentes tribunas.
Entre sus amigos entrerrianos se contaron, entre otros, el victoriense César Naúm Jaroslavsky, que presidió el bloque de diputados nacionales convirtiéndose en uno de los mejores legisladores del oficialismo; Carlos Contín hijo, con quien cultivó una profunda amistad; el abogado uruguayense Roberto Uncall, a quien apoyó en la interna por la candidatura a gobernador de la provincia en 1973, y al recordado Eduardo Colorado Solari, el abogado defensor de presos políticos durante la dictadura con quien había compartido el cargo de diputado nacional entre 1963 y 1966, cuando se produjo el golpe que derrocó a Arturo Illia.
También tuvo estrecha relación con Teodoro Marcó (padre), quien fue vicegobernador de Contin y con Rubén Ghiggi. Asimismo, dentro de los “coordinadores” que tuvieron estrecha relación con el ex Presidente están el ex senador nacional Ricardo Lafferriere, el fallecido dirigente paranaense Enrique Pereira, los diamantinos Rodolfo Parente (padre) y Rodolfito (hijo).
También fueron cercanos al ex presidente el diputado nacional Juan Francisco Elizalde (1983-87), oriundo de Gualeguay; el ex intendente de Paraná, Humberto Varisco, con quien cultivó una amistad a partir de su postulación en 1983 para la intendencia de Paraná; y ya en los últimos tiempos el presidente del Comité Capital de la UCR, Fabián Rogel.
La cercanía de Humberto Varisco fue vista muchas veces como un contrapeso en la zona a la conocida distancia que lo separaba de Sergio Montiel, con quien mejoró su relación a partir de la intercesión del ex Presidente para frenar el juicio político que amenazaba eyectarlo del gobierno en 2002. Se cuenta que la mala onda con Montiel tenía su origen en 1973 cuando, en la interna, Alfonsín apoyó la fórmula que integraban Roberto Uncal y Horacio Tepsich contra la que conformaban Montiel y Carlos Rubio para ser candidatos a gobernador y vicegobernador de la Provincia.
Esa situación se agravó durante la primera gestión de Montiel por los recurrentes encontronazos que protagonizó el gobernadorcon los funcionarios alfonsinistas de la Coordinadora, especialmente después del fin de la primavera alfonsinista y la salidad de Bernardo Grinspun del Ministerio de Economía de la Nación, con quien el gobernador entrerriano tenía excelente trato y numerosas coincidencias.
Sabido es que el tema terminó de complicarse cuando Alfonsín intervino la UCR entrerriana para garantizar una lista de candidatos a convencionales para la reforma del 94 que avalaran el Pacto de Olivos, del que el montielismo estaba en contra.
Carlos Matteoda
De la Redacción de UNO
fuente: http://www.unoentrerios.com.ar/contenidos/2010/03/31/noticia_0023.html
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