Beijing, 22 ene (PL) Cooperación, compromisos, acuerdos, coincidencias (??) términos muy escuchados durante la visita del Presidente Hu Jintao a Estados Unidos. Si esas fueron las palabras, corresponde ahora pasar a los hechos, el paso más difícil.
Para ello es necesario nunca olvidar un mensaje reiterado por el mandatario chino durante los cuatro días de diálogos en Washington y Chicago: el respeto a la soberanía e integridad territorial.
Ese principio fue recalcado como para recordar que estas relaciones vivieron momentos muy tensos el año pasado porque la Casa Blanca lo violó.
La insistencia de Hu en ese sentido se explica por el hecho de que los vínculos bilaterales estuvieron afectados por la decisión del Pentágono de vender armas a Taiwán y un encuentro del presidente Barack Obama con el Dalai Lama a comienzos de 2010.
Con la visita, todo parece pertenecer al pasado y ahora más bien se mira al futuro: convenios económicos por 45 mil millones de dólares, cooperación en la industria espacial, agricultura, salud, energía, medio ambiente, pesca, intercambio de estudiantes, innovación tecnológica.
Iniciar en algunos casos y continuar en otros todos estos esfuerzos impone cumplir otras condiciones señaladas por Hu en sus discursos y declaraciones, y presentes en el comunicado conjunto que recoge las principales posiciones reafirmadas por ambas partes y resultados del viaje.
Una de ellas tiene que ver con el principio del respeto al derecho de cada país y pueblo a escoger su propio modelo de desarrollo, lo que bien puede entenderse como no injerir en los asuntos internos del otro.
Y como la historia de estas relaciones registra capítulos de ese tipo, léase ventas de armas a Taiwan o acciones alentadoras del separatismo (Tíbet), siempre cabe preguntar si con las decisiones y compromisos de esta ocasión tales pasos desaparecerán para siempre.
Cualquier gesto contrario a los tres comunicados conjuntos que rigen los vínculos entre Beijing y Washington detendrán el impulso recibido por los nexos bilaterales en estos días y peor aún, el retroceso será mayor a lo avanzado.
Los demás temas se pueden analizar y resolver en conversaciones, en una u otra capital, por uno u otro funcionario, sean las diferencias sobre el comercio, derechos humanos, la situación en la península coreana o las acciones frente al cambio climático, como se hizo en esta ocasión.
Pero los asociados a la soberanía e integridad territorial, en el caso de China, son inviolables. Si la otra parte toma plena conciencia de ello, más allá de los pronunciamientos y compromisos, entonces las relaciones bilaterales podrán mirar a los próximos 30 años, como se dijo por esos días.
Y con ello a aspiraciones como la paz, estabilidad y prosperidad en la región de Asia pacífico y otras, la no proliferación nuclear, un crecimiento equilibrado en los respectivos países y de la economía global y la promoción de mayores contactos entre ambos pueblos.
Está por ver si los mensajes de China se entendieron, y sobre todo los llamados al respeto mutuo en los temas que suelen obstaculizar el desarrollo de los vínculos, ahora favorecido por esta visita y otras como la del secretario de Defensa, Robert Gates, a Beijing poco antes.
Debe recordarse que además de dialogar con Obama, Hu se entrevistó con el vicepresidente, Joseph Biden, y autoridades del Congreso estadounidense.
También, como parte de los preparativos de este viaje, el canciller, Yang Jiechi, lo hizo con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y los del Tesoro y Comercio, Gary Locke y Timothy Geither, respectivamente, y el asesor de Seguridad Nacional, Thomas Donilon.
Luego de tantos diálogos, corresponde pasar a las acciones, incluida la visita del vicepresidente Biden a Beijing y la del jefe del Estado Mayor General del Ejército Popular de Liberación, Chen Bingde, a Washington, ambas este año.
Solo así las dos principales economías del mundo podrán hacer realidad los nuevos compromisos, a pesar de sus diferencias en el nivel de desarrollo y sistemas políticos.
mv/lam
fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=257395&Itemid=1
Para ello es necesario nunca olvidar un mensaje reiterado por el mandatario chino durante los cuatro días de diálogos en Washington y Chicago: el respeto a la soberanía e integridad territorial.
Ese principio fue recalcado como para recordar que estas relaciones vivieron momentos muy tensos el año pasado porque la Casa Blanca lo violó.
La insistencia de Hu en ese sentido se explica por el hecho de que los vínculos bilaterales estuvieron afectados por la decisión del Pentágono de vender armas a Taiwán y un encuentro del presidente Barack Obama con el Dalai Lama a comienzos de 2010.
Con la visita, todo parece pertenecer al pasado y ahora más bien se mira al futuro: convenios económicos por 45 mil millones de dólares, cooperación en la industria espacial, agricultura, salud, energía, medio ambiente, pesca, intercambio de estudiantes, innovación tecnológica.
Iniciar en algunos casos y continuar en otros todos estos esfuerzos impone cumplir otras condiciones señaladas por Hu en sus discursos y declaraciones, y presentes en el comunicado conjunto que recoge las principales posiciones reafirmadas por ambas partes y resultados del viaje.
Una de ellas tiene que ver con el principio del respeto al derecho de cada país y pueblo a escoger su propio modelo de desarrollo, lo que bien puede entenderse como no injerir en los asuntos internos del otro.
Y como la historia de estas relaciones registra capítulos de ese tipo, léase ventas de armas a Taiwan o acciones alentadoras del separatismo (Tíbet), siempre cabe preguntar si con las decisiones y compromisos de esta ocasión tales pasos desaparecerán para siempre.
Cualquier gesto contrario a los tres comunicados conjuntos que rigen los vínculos entre Beijing y Washington detendrán el impulso recibido por los nexos bilaterales en estos días y peor aún, el retroceso será mayor a lo avanzado.
Los demás temas se pueden analizar y resolver en conversaciones, en una u otra capital, por uno u otro funcionario, sean las diferencias sobre el comercio, derechos humanos, la situación en la península coreana o las acciones frente al cambio climático, como se hizo en esta ocasión.
Pero los asociados a la soberanía e integridad territorial, en el caso de China, son inviolables. Si la otra parte toma plena conciencia de ello, más allá de los pronunciamientos y compromisos, entonces las relaciones bilaterales podrán mirar a los próximos 30 años, como se dijo por esos días.
Y con ello a aspiraciones como la paz, estabilidad y prosperidad en la región de Asia pacífico y otras, la no proliferación nuclear, un crecimiento equilibrado en los respectivos países y de la economía global y la promoción de mayores contactos entre ambos pueblos.
Está por ver si los mensajes de China se entendieron, y sobre todo los llamados al respeto mutuo en los temas que suelen obstaculizar el desarrollo de los vínculos, ahora favorecido por esta visita y otras como la del secretario de Defensa, Robert Gates, a Beijing poco antes.
Debe recordarse que además de dialogar con Obama, Hu se entrevistó con el vicepresidente, Joseph Biden, y autoridades del Congreso estadounidense.
También, como parte de los preparativos de este viaje, el canciller, Yang Jiechi, lo hizo con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y los del Tesoro y Comercio, Gary Locke y Timothy Geither, respectivamente, y el asesor de Seguridad Nacional, Thomas Donilon.
Luego de tantos diálogos, corresponde pasar a las acciones, incluida la visita del vicepresidente Biden a Beijing y la del jefe del Estado Mayor General del Ejército Popular de Liberación, Chen Bingde, a Washington, ambas este año.
Solo así las dos principales economías del mundo podrán hacer realidad los nuevos compromisos, a pesar de sus diferencias en el nivel de desarrollo y sistemas políticos.
mv/lam
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