sábado, 29 de diciembre de 2012

Relájense: este parto recién empieza. Por Carlos M. Reymundo Roberts

 Pobre Cristina, no termina el año con suerte. Los saqueos la sorprendieron en el Sur sin un micrófono cerca. Por eso tardó ocho días en reaccionar y decirnos algo. Ocho días interminables. Pero finalmente, como siempre, anteayer habló e iluminó todo. ¡Gracias! Ahora sabemos que los saqueos fueron obra de una banda cruel y despiadada de desestabilizadores.
Está muy bien. Ya teníamos productores agropecuarios golpistas, medios golpistas, empresarios, jueces, gendarmes y prefectos golpistas, gremialistas y caceroleros golpistas, pero nos faltaban golpistas en la base de la pirámide social; golpistas arruinados, marginales y con hambre. Cuando vi a esa señora sin dientes y en harapos que lloraba durante uno de los saqueos , gritando que sus hijos no tenían nada para comer, lo tuve clarísimo: allí estaba, químicamente pura, una destituyente profesional.
Esta línea de pensamiento de Cristina descarta otras interpretaciones. Una es que, después de nueve años de boom del consumo, los saqueos venían a ser, siguiendo a Clausewitz, "la continuación del consumo por otros medios". También se llegó a decir que la gente robaba plasmas para poder ver y oír mejor los discursos en cadena.
En cualquier caso, no comparemos estos despojos a los súper con los de 2001. Por de pronto, en aquella oportunidad te sentabas frente al televisor (un insignificante 21' hecho en China) y no había forma de zafar de la uniformidad a la que nos sometían los medios, machacándonos con la transmisión en vivo de la invasión a las góndolas. Esta vez, en cambio, los canales de inspiración kirchnerista nos ahorraron esas imágenes atroces. Podías encender tu LED HD 51' (hecho en China, pero patentado en Tierra del Fuego) y seguir en la Televisión Pública un apasionante dibujito animado. ¿Se entiende ahora un poco mejor la ley de medios?
Otra gran diferencia es que en 2001 la gente estaba triste y detestaba a los políticos. Hoy, entre las hordas saqueadoras seguramente había muchos votantes de Cristina, es decir, personas que están felices de la vida.
¿Estuvo Moyano detrás de esto? Sí, está demostrado. Reconozco que fuimos más rápidos para encontrar a los culpables que para encontrar soluciones. Y reconozco también que no está bueno que nuestro principal aliado durante ocho años, el hombre al que le dimos poder y caja, sea un indeseable que manda a la gente a robar y a destruir. Claro que también podemos hacer una lectura positiva: tardamos ocho años en conocerlo, pero ahora ¡qué bien lo conocemos!
Mal que nos pese, los delincuentes se organizaron bien. La mayoría fue a los súper, pero otros, más sutiles, fueron a la Inspección General de Justicia y se chorearon los expedientes sobre las empresas que involucran a Boudou en el caso Ciccone. Amado no dijo nada porque odia victimizarse, odia los escándalos y me temo que odia también la palabra expediente, toda una paradoja en alguien tan expeditivo.
La respuesta de la señora a los saqueos a comercios fue, inmediatamente, saquear el predio de la Rural. Lo cual demuestra que no todos los saqueos son malos. El Gobierno no hizo las cosas a la apresurada ni actuó bajo emoción violenta. Se tomó nueve años para comprobar que ese predio había sido vendido, hace más de dos décadas, a precio vil. Y a los que criticaron la medida les pido que sean más respetuosos: si de algo entiende nuestra exitosa abogada es de tasaciones inmobiliarias.
Además, vamos a sorprender a todos. La exposición rural se va a seguir haciendo ahí. ¿Con qué vacas? Con las que tienen en sus campos ministros, gobernadores, intendentes. Nuestra Presidenta, por fin, va a poder inaugurar la muestra, frente a tribunas llenas de militantes, barrabravas y pueblos originarios (los verdaderos dueños de la tierra), llegados espontáneamente en ómnibus espontáneos contratados con dinero espontáneo. Habrá visitas guiadas para D'Elía, Hebe, Moreno y muchos más. Moreno conoce la Rural desde la época en que era funcionario de Cavallo, pero no la recuerda. Finalmente, vamos a cambiar el eslogan de la Rural: "Cultivar el suelo es servir a la Patria". Tenemos que elegir entre dos fórmulas: "Servir a Cristina es cultivar la Patria" o "Haga Patria: cultive el suelo de Cristina".
Algunos compañeros se han puesto mal con este atribulado fin de año. Están sorprendidos por la violencia que estalló en el acto de hinchas de Boca, en el ataque a la Casa de Tucumán, en los saqueos. Se preguntan cómo puede ser que, más allá de los desestabilizadores, subsistan tantos bolsones de miseria. Que haya cada vez más villas. Se preguntan por la inflación, la caída en la construcción y el consumo, el aumento del desempleo y el tarifazo en trenes y colectivos. Se preocupan por la inseguridad. Por los trenes que chocan y los aviones de Aerolíneas que dejan pérdidas terribles.
Mi respuesta: relájense. Está naciendo el país nuevo. Los recién nacidos siempre lloran, patalean y tienen hambre. Son como desvalidos. A ese país le estamos poniendo los pañales. En cuanto a la violencia, ya lo dijo Marx: es la partera de la historia. ¿Me siguen? Parteras, llantos, pañales. Un alumbramiento. Y, por supuesto, una madre. Cristina. Gracias, señora, por despedir al país viejo y llevarnos de la mano a recibir el Año Nuevo, con sidra y turrones de góndolas arrasadas.
fuente: La Nación

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