sábado, 6 de agosto de 2011

Manual para entender el voto en Córdoba


El periodista cordobés más reconocido deja esta vez su habitual panorama político para explicar el ADN mediterráneo. Rebeldía, humor y una Cristina sin candidato provincial.

Por Alfredo Leuco

Humor y rebeldía. Estas palabras tal vez ayuden a despejar la incógnita más grande que tiene la elección de hoy en Córdoba. Y no se trata de saber quién será el próximo gobernador. Esa noticia estará disponible para todos cuando se terminen de contar los votos. Allí se acaba el misterio. Lo que es realmente muy difícil de explicar, incluso para la sociología, es el motivo que lleva a los tres candidatos con más posibilidades de ganar a tomar distancia de la Presidenta de la Nación. Sobre todo, porque Cristina Fernández tiene una alta intención de voto (en el país y en la provincia) y grandes chances de ser reelecta.
¿Cuál es el motivo racional por el que ninguno de los que están en el podio haya querido compartir foto ni lista con la jefa de Estado? Insólitamente, una de las chicanas más usadas en la campaña fue acusar al otro de ser portador sano de kirchnerismo.
Humor y rebeldía. La revista Hortensia (1971-1989), al mando del talento de Alberto Cognini, expresó esas dos caras de la moneda de la identidad mediterránea. El lema que siempre apareció en la tapa decía: “Acá estoy para decir lo que se me antoja, ¿o no?”. El 6 de julio de 1573, Jerónimo Luis de Cabrera fundó la Córdoba de la Nueva Andalucía a orillas del río Suquía sobre la base de la desobediencia. No acató las órdenes del virrey del Perú y por eso fue decapitado en Lima. Tal vez ese sea el ADN del orgullo cordobés: la insubordinación.
“Córdoba se mueve por otro 29” fue el rezo levantisco en miles de manifestaciones después de aquel mayo de 1969, donde una pueblada mundialmente conocida como Cordobazo se levantó en barricadas y en fogatas para herir de muerte al gobierno fascista del general Juan Carlos Onganía.
¿Puede rastrearse en estos hechos históricos la explicación para tantos desplantes a Cristina? ¿O hay que bucear en el gorilismo? Es verdad que un sector de la población es fuertemente antiperonista. Alcanza con recordar que Córdoba fue la cuna de la Revolución Libertadora y de los comandos civiles. Pero también que un peronista de libro como José Manuel de la Sota fue dos veces gobernador y aspira a una tercera etapa. El actual jefe de Estado provincial, Juan Schiaretti también es un peronista que se retira con una gestión valorada en las encuestas, que le sirve de plataforma para su intento de regreso a De la Sota. La ola neoliberal del menemismo también llevó al depredador Germán Kammerath a la intendencia de la ciudad y, en 1973, los camporistas del peronismo revolucionario llegaron a la gobernación con la fórmula Ricardo Obregón Cano-Atilio López y el apoyo de clasistas y combativos como Agustín Tosco, el dirigente sindical que es leyenda y bandera.
¿Hay que buscar, entonces, en la larga historia de un radicalismo popular que supo tener inserción en el movimiento obrero y que condujo los destinos de Córdoba en infinidad de ocasiones? Puede ser. Próceres de la honradez y el progreso social como Amadeo Sabattini, Santiago del Castillo y Arturo Illia fueron elegidos gobernadores, aunque este último no pudo asumir por el golpe y en 1963 llegó a la presidencia de la Nación. Nacido en Pergamino, pero cordobés por adopción, no fue el primero de esa procedencia. José Figueroa Alcorta, Santiago Derqui y Miguel Angel Juárez Celman también tuvieron el mismo origen y destino. Oscar Aguad tiene en su chapa de radical su principal ventaja y también su dificultad más grande. Ventaja por el peso de esa historia y dificultad porque la última experiencia en el poder, protagonizada por Eduardo Angeloz empezó muy bien y terminó muy mal: abandonó anticipadamente su cargo, como Fernando de la Rúa y Raúl Alfonsín.
Ese fracaso le abrió la puerta a Luis Juez para que rompiera el bipartidismo de años. Esa tercera fuerza que lidera se juega la vida. Si Juez gana (hace cuatro años perdió por un pelito y con acusaciones de fraude) se convertirá en un líder de la misma envergadura de Hermes Binner, su candidato a presidente. Y serán dos las provincias gobernadas por ese espacio de centroizquierda, que, además, conforma un poderoso eje productivo llamado “Región Centro”, que también incorpora a Entre Ríos.
Igual que el socialista santafesino, Juez apuesta a la ética y la transparencia. Es crítico del Gobierno nacional, sobre todo por la corrupción, la intolerancia, Ricardo Jaime y los palazos al campo, pero no es tan opositor como Aguad, que juega con todo al anticristinismo.
Heridos. ¿Qué otro argumento se puede buscar para explicar por qué los tres candidatos más fuertes le huyen a Cristina como si jugaran a la mancha venenosa? Sin dudas, las humillaciones a las que fueron sometidos durante la batalla por la 125 es un resentimiento que todavía está vivito y coleando. Se vio claramente en Santa Fe y se ratificará hoy en Córdoba. Esta provincia que es la primera productora de soja, maíz, leche y maní y es el segundo distrito del país en cantidad de habitantes (3.304.825) sigue con bronca. Golpistas, agrogarcas, grupos de tareas no son acusaciones que se olviden fácilmente, aunque sigan creciendo económicamente. “Nos está yendo bien a pesar del Gobierno y no gracias a ellos” es la consigna que han acuñado para explicar su oposición acérrima a Cristina, a quien en 2007 votaron a cuatro manos.
Por eso, las tres fórmulas que están en el podio se completaron con vices vinculados a la rebelión de los puebos del interior. Alicia Pregno, intendenta de Laboulaye, respaldó en aquel momento a sus chacareros y, pese a la oposición de Cristina, acompaña a De la Sota. Marcelino Gatica es el segundo de Juez y actual intendente de Jesús María, el lugar donde los autoconvocados cortaron más tiempo las rutas. Y Néstor Roulet, que completa el binomio con Aguad, fue vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), es independiente políticamente y estuvo a la cabeza del conflicto tanto en los “piquetes de la abundancia” como en las multitudes de los monumentos a los españoles y a la bandera.
En juego. Hacer un pronóstico sólo serviría para equivocarse. Las tres fórmulas están muy parejas. Se juegan mucho en lo personal y en lo partidario. Una derrota de De la Sota lo saca de su carrera presidencial para 2015 y de sus intenciones de acaudillar al peronismo no kirchnerista. Un fracaso de Juez haría entrar a su partido de desarrollo sólo provincial en una crisis profunda y, si Oscar Aguad pierde, afectaría las posibilidades de Ricardo Alfonsín que quiere anotarse un festejo propio antes del 14 de agosto. Por eso no anduvieron con chiquitas. De la Sota contrató a Ramiro Agulla (“Dicen que soy aburrido” y “la Llama que llama”, entre otros aportes creativos); Aguad, a la gran esperanza macrista ecuatoriana, Jaime Duran Barba, y Juez, a Francisco Vernazza, el comunicador que llevó al Pepe Mujica hasta la victoria siempre.
Al final, se pudrió todo. De la Sota sumó a los dos cordobeses más famosos, La Mole Moli y La Mona Jiménez, quien en un baile atacó furiosamente a Juez. Aguad le encargó a la Juventud Radical un afiche que tiene a Cristina con dos chicos en los brazos: son Juez y De la Sota. Y Juez les pidió a los radicales honestos que lo apoyen a él para no desperdiciar el voto.
Cordobesidad al palo. Consumidores casi monopólicos de fernet y de la melódica palabra “culiau”, los cordobeses no se arrodillaron ante nadie en toda su historia. Córdoba la docta, sí. Pero también la orgullosa y desafiante. La irreverente. La provocativa. La que patea todos los tableros. Por eso, tanto Cristina como Néstor han tenido flojas actuaciones electorales (y algún papelón) en la provincia.
El humor y la rebeldía han sido sus dos exportaciones no tradicionales más importantes. Han llenado de risas los escenarios y la tele en la Argentina y el manifiesto liminar de la Reforma Universitaria de 1918 se multiplicó en insurrecciones por América latina. “Obreros y estudiantes, unidos y adelante”, se escuchaba en aquellos tiempos y en la actualidad, donde la presencia de las facultades y las fábricas más la Iglesia, con la impronta severa y educadora de los jesuitas, han dibujado una provincia muy radicalizada y a su vez monacal y conservadora.
De aquí salió el potro Rodrigo, Deodoro Roca, René Salamanca, los Cerros Colorados de Atahualpa Yupanqui, el sapo Cativa y también la ferocidad genocida de Luciano Benjamín Menéndez. Córdoba de las campanas no acata órdenes. Su primer gobernador democrático, Juan Bautista Bustos, supo pelear contra los ingleses durante las invasiones. Los reformistas del 18 instalaron un emblema: “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”. Y eso no se negocia. Alguien tiene que liderar esa rebeldía. Y eso no es chiste.

fuente: Perfil

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