domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Quién es el agente?. Por Jorge Fontevecchia


“Somos más libres cuanto más causa de lo que sucede somos.”
[Spinoza]
* * *

Ser causa de lo que nos pasa es ser el agente. Cuando somos mero efecto de lo externo, no somos libres. Cuanto más agente somos, más libres somos. Por eso, los políticos pelean por ser ellos quienes establezcan la agenda siendo, así, el agente de lo que pase. ¿Quién es el agente del aumento del dólar? ¿Los bancos y las grandes empresas que le imponen al Gobierno una devaluación? ¿O el propio Gobierno que con años de inflación en dólares consumió su colchón cambiario? Para Spinoza, la ley de la sabiduría era la ley de la libertad; el sabio era el libre, o sea el agente, pero sólo se era libre en la medida que se comprendiera la ley de la naturaleza. De lo contrario, no se conseguiría con la acción lo buscado porque no se sería sabio ni libre. ¿Qué querrá el Gobierno con la economía? Y en el caso del dólar, ¿entenderá “la ley de la naturaleza” de la que hablaba Spinoza para ser agente de lo que sucede?
La economía se rebela al orden del discurso. Es más fácil pelearse con Magnetto que con el mercado. Ya escribí que los kirchneristas más radicalizados no están peleados con Magnetto sino con el periodismo, que Magnetto es sólo el flanco más atacable, la excusa. Podría inferirse lo mismo sobre el neoliberalismo; los kirchneristas más radicalizados no están peleados con el neoliberalismo sino con la economía, y el neoliberalismo es su flanco más atacable.
Al mercado negro se lo puede llamar “dólar blue”, pero sigue ejerciendo las mismas consecuencias aunque tenga otro nombre. En economía el deslizamiento entre significante y significado no se produce con las mismas reglas de representación. Por ejemplo, se puede acordar con Brasil o Uruguay que nuestro comercio exterior no sea más en dólares sino en pesos, reales y pesos uruguayos. Pero eso no impedirá que en Uruguay se acepten los pesos argentinos por pesos uruguayos, aunque al equivalente de comprar dólares a $ 5,85.
El dólar blue, negro o paralelo es el problema que hoy enfrenta el Gobierno. Cuando hasta hace pocas semanas la diferencia con el dólar oficial era de tres o cuatro por ciento, no tenía ningún valor de referencia. Ahora que la diferencia entre el dólar oficial y el blue se acerca al 20% pasó a ser un dato tan relevante como la inflación de las consultoras privadas, o sea, el dato real, y significa un desdoblamiento no formal del mercado cambiario.
Este casi 20% de brecha se produjo justo después de que Brasil devaluara el real un 20% frente al dólar, ¿casualidad? Este 20% de brecha se produjo justo después de que se terminaran las elecciones, ¿casualidad?
De Papandreu a Papademos. En Grecia y aquí, ¿como papanatas? Los propios kirchneristas confiesan que la atomización de las decisiones por falta de un ministro de Economía en serio contribuye a potenciar el problema cambiario. El ministro de Economía del modelo fue Néstor Kirchner y aquí viene la paradoja: al ex presidente le hubiera costado más ganar las elecciones pero a la Presidenta le podría costar más ganar la gobernabilidad.
Su marido tenía peor imagen pero –por lo menos en el imaginario colectivo– transmitía más garantía de gobernabilidad. Se podría explicar que alguien más temido tenga peor imagen pero en momentos de crisis se valore más su autoridad. Si cuando la Presidenta designe al nuevo gabinete sus ministros claves transmitieran confiabilidad, probablemente el mercado cambiario se tranquilizaría. Hoy hay hasta versiones de pesificación de los argendólares, que a priori parecen disparatadas. Pero muchos creen que cualquier cosa es posible.
Dicen que la versión sobre que se estudia la alternativa de una pesificación la inició una calificadora de riesgo. Vale recordar que las calificadoras de riesgo en todo el mundo nacieron dentro de empresas de medios de comunicación y, antes de convertirse en mundialmente canónicas, comenzaron siendo una división editorial que vendía información más técnica y para especialistas. El odio de los políticos con los que difunden información (y los termómetros como el dólar blue o el índice de inflación de las consultoras privadas) refleja la problemática de la relación entre agente, libertad y saber.
Desde la perspectiva oficial son los medios quienes están creando esta turbulencia cambiaria agitando a las audiencias con temores exagerados que consiguen realizar la profecía autocumplida. El agente no sería el mercado y sus principales actores, los dueños del capital, sino –cuándo no– los medios que harían terrorismo económico al ver que el Gobierno se inmunizó contra las denuncias de corrupción; por ejemplo, la Justicia declaró inocentes a todos los implicados en el caso Skanska y, entre otros, el caso Schoklender quedó invernando.
Coherente con esta visión paranoica es la de que De Vido y Boudou salieron a anunciar el comienzo de las modificaciones de los subsidios con más ruido que medidas concretas, para sacar el tema del dólar de la tapa de los diarios y distraer la atención de los ahorristas histerizados. Evidentemente no lo lograron.
La obsesión por el relato lleva al Gobierno muchas veces a confundir el mapa con el territorio: las reservas del Banco Central, que eran igual al circulante monetario más los depósitos, ahora son menos de la mitad. El agente de eso no fue Magnetto. Desplazar al mensajero los atributos del agente es un proceso mental primitivo, como aquellos dictadores arcaicos que fusilaban al correo del adversario. Se podría decir que el aumento del 50% de la tasa de interés en las últimas dos semanas es una consecuencia del incremento del dólar, porque mientras el dólar no se movía los ahorristas en pesos hacían de cuenta que recibían intereses en dólares, pero en realidad la tasa de interés actual es recién ahora similar a la de la inflación real: 22%. ¿Es el aumento del dólar la causa de la suba de la tasa de interés o es el aumento de la inflación la causa tanto del aumento de la tasa de interés como del dólar?
Una señal de la intoxicación de goce discursivo la refleja Emilio Pérsico al aclarar que cuando la Presidenta dijo en la reunión del G20 en Cannes que era necesario volver a un “capitalismo serio” no fue porque creyera eso sino que se trataba de una “chicana”.
Chicanas. ¿Estará allí el problema?
fuente: perfil

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