Cuando el presidente Néstor Kirchner asumió la primera magistratura, el 25 de mayo de 2003, uno de los temas que juró investigar de manera implacable, fue el del atentado a la AMIA. Había cierta coherencia en sus palabras, ya que su esposa, la hoy presidenta de la Nación Cristina Kirchner, había presidido, años antes, la "Comisión Bicameral Especial de Seguimiento de los Atentados a la Embajada de Israel y al Edificio de la AMIA". Incluso, desde ese lugar, la entonces senadora hizo enormes esfuerzos a efectos de que se investigara la verdadera línea que develara este tema: la "pista siria".
Años más tarde, algo raro sucedió, ya que todos los esfuerzos del matrimonio presidencial se volcaron a repetir la “historia oficial” de culpar al Estado de Irán, tal cual les fue impuesto por los servicios de Inteligencia norteamericanos e israelíes: la CIA y el Mossad.
Cuando ello ocurrió, el mismo año que asumió Kirchner, en 2003, junto al colega Fernando Paolella —junto a quien publiqué el libroAMIA, la gran mentira oficial— envié dos cartas al entonces mandatario a efectos de ponerlo en autos sobre la verdadera trama.
En una de esas misivas, le dije al entonces mandatario que debía indagar sobre la “verdadera línea” de lo ocurrido esa fatídica mañana y que apunta a una pista que nunca fue investigada en profundidad. “Una pista que lleva indefectiblemente a otro país: Siria. Un país al que nadie se atreve a mencionar siquiera. Y eso a pesar de los muchos indicios que existen en tal sentido.”
Algunos puntos salientes de esa carta, ayudarán a entender la real trama de lo sucedido el 18 de julio de 1994, cuando a las 9.53 de la mañana estalló la sede de la AMIA en mil pedazos:
"La primera mentira que se pudo ver en los medios y que el juez Juan José Galeano aún sostiene, es la de la Trafic-Bomba. Ese supuesto vehículo explosivo ha sido visto sólo por una testigo de los 200 que tuvo la causa: Nicolasa Romero, quien posteriormente admitió haber sido presionada para decir semejante barbaridad.
Desde esa base se construyó toda una “historia oficial” que empezó a apuntar sus cañones al país que finalmente sería el chivo expiatorio: Irán.
Y es que la Traffic que supuestamente estalló frente a la puerta de la AMIA, según los genios de la inteligencia local, estaba conducida por un suicida iraní.
A partir de allí, el juez Galeano, algunos ‘servis’ de inteligencia y muchos funcionarios locales se ensañaron contra Irán sin tener prueba alguna (…) Algunas de las principales pistas que apuntan a Siria en el atentado a la AMIA:
1-Tanto al momento de la explosión de la Embajada de Israel, como de la AMIA, estaba presente en Buenos Aires el traficante Monzer Al Kassar, ministro sin cartera de los intereses de Siria y primo lejano de Carlos Menem.
En ambas oportunidades el dato fue muy bien oculto por los servicios de inteligencia locales y extranjeros.
2-Gracias a un llamado anónimo, el mismo día del atentado a la AMIA, se intentó detener a tres ciudadanos sirios: El matrimonio conformado por Narman Al Henawi y Mohamed Al-Alem, nacidos en Damasco y residentes en Argentina; y Ghassan Al-Zein, quien se presentó como sobrino del presidente de Siria, Haffez el Assad. Lo más llamativo fue que Al-Zein denunció como domicilio Florida 938, sede de la marroquinería Namir y propiedad de la familia Yoma.
Finalmente nunca se llego a detener a los nombrados. Una orden “superior” hizo que los dejaran en paz y, un día después, el trío sirio desapareció.
3-Poco antes de la explosión, un camión conducido por Alberto López, estacionó frente al edifico de la AMIA dejando un volquete de la empresa Santa Rita, propiedad de Nassib Haddad, de origen libanés.
En el transcurso de la investigación se descubrió, gracias a la hoja de ruta que López tenía en su poder, que a pesar de que primero figuraba la AMIA como lugar a donde depositar el volquete, partió hacia un supuesto baldío ubicado en la calle Constitución 2655-57. Enfrente del mismo, se encuentra la vivienda de Jacinto Kanoore Edul.
Lo interesante de todo esto es que Edul conocía —y mucho— a Al Kassar. En su teléfono se registraron varias llamadas a Siria y a España, así como a Telleldín, el dueño de la supuesta Traffic-Bomba.
Y por si esto fuera poco, —Edul— reconoció públicamente ser "amigo íntimo de Carlos Menem".
4-La empresa encargada de la limpieza de la AMIA pertenecía al desaparecido Alfredo Yabrán, de inocultable raigambre siria y amigo personal del ex presidente Menem. En su momento, el ex ministro Domingo Cavallo confesó que en un viaje a Siria, el presidente de dicho país le pidió puntualmente a su par argentino –Menem- que velara por dos personas: Al Kassar y Yabrán. Muy sugestivo.
Asimismo, Sr. Presidente, existe un documento incorporado a la causa AMIA -elaborado por los legisladores republicanos Yossef Bodansky y Vaugh Forrest, miembros de la Fuerza de Tareas sobre Terrorismo y Guerra no convencional- que afirma que "el increíble éxito", del atentado se debió en parte sustantiva al reclutamiento de "dos operativos locales, ambos islámicos", quienes organizaron sendos grupos que se encargaron de cometerlo, tarea en la que habrían contado con el decidido apoyo de agentes sirios, a su vez miembros del círculo más próximo al presidente Menem.
Según el informe, el atentado contra la AMIA, así como el derribo de un avión comercial en Panamá, y el ataque a la embajada de Israel en Londres, fueron "patrocinados y controlados por Teherán y Damasco" y su aprobación final se produjo en "Bir-Al -Abd, Beirut, donde altos funcionarios iraníes y de Hezbollah se reunieron a finales de mayo de 1994.
¿Porqué Siria?
Sr. Presidente, cuando Carlos Menem ganó las internas contra Cafiero en 1988 estaba obsesionado por un sólo objetivo: llegar a la Rosada a cualquier precio. Entonces no dudó en tomar decisiones de estado para tal meta, por eso no le tembló el pulso cuando negoció la entrega del misil Cóndor II a los sirios, libios o egipcios. Tampoco escatimó en detalles para la cooperación nuclear con Assad, como lo mencionó el ex embajador Spinoza Melo. Y tampoco se hizo el “chancho rengo” cuando ubicó al prófugo Ibrahim en la Aduana, o en ocasión del otorgamiento del pasaporte de la discordia a su primo Al Kassar.
Menem no dudó en otorgarle aún más poder al Cartero Yabrán, dotándolo con la capacidad de contar con todos los elementos necesarios, desde el punto de vista estratégico, para que siguiera haciendo lo mejor que sabía, lavar dinero y concentrar poder en determinadas áreas estratégicas, como lo eran el correo, los depósitos fiscales, el transporte de documentos y caudales, empresas privadas de seguridad y la impresión de pasaportes y DNI.
También estableció negociaciones para su financiamiento con los libios y también con los palestinos, tal como lo corroboró —el ex contacto de Menem con Khadaffi— Nemen Nader.
El fracaso de las negociaciones por el Cóndor II y el reactor nuclear, fueron determinantes para el deterioro de las relaciones entre Menem y el país de sus ancestros. El proyecto significó para Egipto, Siria, Arabia Saudita e Irak, una pérdida de millones de dólares. Pero sobre todo el incumplimiento de las promesas de Menem a los árabes fue un duro golpe a la estrategia militar de los mismos en Medio Oriente, ya que el Cóndor II era netamente superior al Scud y al Badr 2000.
Assad se tomó muy en serio las traiciones de Menem. El presidente sirio recibió a su colega argentino en noviembre, luego del atentado a la AMIA. Nunca se explicó por qué Menem viajó a Siria cuatro meses después del atentado a la mutual judía. Si hubiera sido por él, el viaje lo habría realizado mucho antes. Sin embargo, las misiones que encabezaron en su momento Eduardo Menem y Omar Vaquir, ambos con excelentes relaciones en aquel país, fracasaron y Carlos Menem tuvo que recurrir a su familia política para que Assad por fin accediera.
Pero Menem tenía dos motivos para ese viaje. Según la periodista Olga Wornat, "a Menem lo nublaba, además, la concreción de dos aspiraciones: quería que el gobierno de Hafez Al Assad condenara públicamente el atentado a la AMIA y que sus agentes de inteligencia colaboraran con la investigación. Casi un delirio, considerando que en la Argentina trabajaban el Mossad, el FBI y la CIA, enemigos mortales de Siria”.
La carta enviada a Kirchner concluye pidiendo al entonces mandatario que no creyera en mi palabra, sino más bien que “investigue profundamente”; que “trate de involucrarse personalmente en el tema.”
Néstor nunca lo hizo finalmente, y mucho menos su esposa, la actual Presidenta de la Nación. Al revés de lo pretendido, ambos profundizaron la historia oficial impuesta por Estados Unidos contra Irán.
Ello explica por qué, 17 años después de ocurrido, el peor atentado de la historia argentina, aún no se ha esclarecido.
Christian Sanz
fuente: Tribuna
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