En general, mi militancia kirchnerista me pone loco de contento. Pero hay veces en las que me siento totalmente loco y nada contento. Esta semana estuve así.
Hace unos días me llamó la Presidenta. Me temblaron las piernas y se me agitó el pulso, en una mezcla de excitación y terror. Terror de no estar a la altura de las circunstancias. No fue fácil. Me dijo que le habían comentado una idea mía, propuesta en esta columna, de que hiciera volver aRiver a Primera mediante un decreto de extrema necesidad y urgencia. "Ya lo hice y quería que lo supieras -me sorprendió-. Pero no con un DNU. Le vamos a ordenar a la AFA que fusione la A y la B. Ahora nos van a votar los de River, y también los de Boca, Racing, Independiente y San Lorenzo, que están en riesgo de descender. Te quería agradecer la idea: en octubre arrasamos."
Es difícil contradecir a una Presidenta, y menos si acepta una iniciativa de uno. Pero desde el primer momento pensé que lo que me estaba diciendo era demencial. Ni China, con sus 1300 millones de habitantes, tiene un campeonato de 40 equipos. Yo había pensado en algo más sencillito. Un decreto, o que Oyarbide procesara a todo el equipo de Belgrano de Córdoba, el que hizo descender a River, con cualquier excusa (no es un juez que te vaya a hacer problemas por las formas). Así, por default, River volvía a Primera.
¿Cómo explicarle a la señora que eso que se había pergeñado no iba a andar? Que semejante mamarracho no le iba a gustar a ningún hincha, a ningún dirigente, a ningún jugador, a ningún argentino con dos dedos de frente. ¿Cómo explicárselo? Fui de a poco. "En primer lugar, señora, gracias por atender mi inquietud. Y gracias por dedicarse a las cosas importantes. El fútbol es pasión de masas, pero además es un extraordinario negocio de TV, es propaganda de nuestras políticas, es pelotas para todos y para todas, es barras bravas como semillero de militantes K. Tecnópolis nos dura unas semanas (si no llueve, porque la exposición que nos muestra el futuro no soporta cuatro gotas), pero el fútbol es para siempre. Néstor había soñado con un torneo así, grande y federal. Por lo tanto, no puedo más que aplaudir el proyecto. ¿Qué le parece si lo hacemos en el año 2025, bien organizadito?"
Lo penúltimo que me dijo, antes de cortarme abruptamente, fue que yo no entendía nada. Lo último, que era un idiota. Pero dicho con cariño y donaire.
Creo que tiene razón. No termino de entender la lógica de nuestro gobierno. Cuando esta semana estalló el escándalo de los cambios en el fútbol, mi primera reacción fue gritar a los cuatro vientos: ¡yo lo había anticipado! Sin embargo, la respuesta de la señora fue espectacular. Le hizo decir a Julio Grondona que el proyecto era de la AFA (¡de la AFA, que no quería saber nada!) y no del Gobierno, y además le ordenó que lo congelara hasta después de las elecciones. ¿Realismo mágico? No, realismo político puro.
Con el mismo criterio resolvimos la catástrofe electoral de Santa Fe. Dijimos que el culpable había sido Rossi y no la Presidenta, que lo había ungido candidato. ¡Impresionante! Un buen relato lo arregla todo. Aníbal lo hizo: le explicó a la gente que la verdadera candidata K era la Bielsa, que había ganado una banca, y no Rossi, que había perdido la gobernación. Cristina la recibió a ella con honores en la Casa Rosada, y a él no le debe estar ni atendiendo el teléfono.
A ver si se comprende: el nuestro es un colectivo de ganadores; el que pierde se queda de a pie. ¿Se aplica esto a Rossi, el soldado que más ha puesto la cara por nosotros en el Congreso? Claro que se aplica. Si a los tibios los vomita Dios, a los que pierden los vomitamos nosotros.
Yo sé que esto suena duro, pero estamos en una guerra que no admite el escarnio de la derrota. Como siempre, la señora nos enseña el camino. ¿Tropezó Hebe? La borró de su agenda. ¿Tropezó Rossi? Fue. Ella, que gobierna con la palabra, nos hace prestar especial atención a sus discursos. ¿Se dieron cuenta de que jamás habla de un traspié electoral? Elección que no se gana, elección que no existe. Si algo hay que decir, lo harán sus esbirros. ¿Se dieron cuenta de que nunca ha hecho la más mínima referencia al caso Schoklender? Ella es la mensajera de las buenas noticias: su boca no se ensucia con el barro de los sinsabores.
No deja de maravillarme esa capacidad para dar vuelta la página. Si perdimos la primera vuelta en la Capital, pensemos en Santa Fe; si perdimos en Santa Fe, pensemos en Córdoba, donde seguro que no vamos a perder porque allí no tenemos candidato, y si no pensemos en octubre. Recomencemos la historia cada día. No volvamos la vista atrás. Fíjense Fito Páez: miró lo que había pasado y le dio asco. Fíjense los de Carta Abierta: miraron para atrás y les surgió una autocrítica. La autocrítica es una distracción pequeñoburguesa.
Me animé y llamé a la señora. No podía quedarme con el feo gusto de una conversación trunca. No me atendió. Es lógico: estaría ocupada con la aritmética del fútbol o con la geometría electoral. O quizá estaba dándole forma a esa frase genial que dijo el miércoles al inaugurar una cárcel en Salta: que los delincuentes iban a estar más cómodos allí que en sus propias casas.
No se puso al teléfono, pero me hizo llegar un mensaje. Un mensaje alentador. "Seguí participando". Es decir, no me borró. No dio vuelta mi página. Para los kirchneristas, hay algo mucho peor que la muerte: el destierro.
Fuente: La Nación
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