Qué honor fue para mí haber sido moderador del debate entre los candidatos a jefe de gobierno de la ciudad. No del que se vio por Canal 7, que de debate no tuvo nada, sino de otro que se organizó en reserva, que tuvo características especiales y del que participaron los once postulantes.
Fue, créanme, inolvidable. En realidad no tienen que creerme: lo podrán comprobar ustedes mismos, porque la única boca de expendio de ese encuentro será esta humilde columna sabatina. Todos los candidatos aceptaron que yo sea el responsable de difundir lo ocurrido.
¿El escenario? Cada candidato se ubicó donde quiso, y todos estaban conectados entre ellos y conmigo. Macri eligió la cancha de Boca (en busca de buenos recuerdos); Filmus, la Casa Rosada (para estar cerca de los apuntadores); López Murphy, la cancha de River (su obsesión es hacer todo lo contrario de Macri); Telerman, la embajada de Francia (insiste con su perfil "afrancesado"); María Eugenia Estenssoro, la casa de Lilita Carrió (con la promesa de ésta de no robarle cámara); Luis Zamora, una esquina cualquiera (tributo a sus épocas de vendedor ambulante de libros); Pino Solanas, la calle Lavalle (si fracasa otra vez tiene decidido volver al cine); Javier Castrilli, la AFA (ya tiene arreglada su vuelta al referato); Silvana Giudici, el Congreso (algo le dice que va a seguir siendo diputada); Jorge Todesca, su casa (le gusta sentirse reconocido o, al menos, conocido), y Myriam Bregman, la casa de Todesca (porque tiene el mismo problema).
En el comienzo, cada candidato expuso su principal propuesta. Macri dijo: "Me propongo gobernar la ciudad". Filmus: "Me propongo que Cristina gobierne la ciudad". López Murphy: "No sé qué propuso Macri, pero me opongo". Pino: "Mi primera medida será decretar que el tercero en las elecciones pueda participar del ballottage". Giudici: "Libertad de expresión para todos". Estenssoro: "Propongo declarar a Lilita opositora ilustre". Zamora: "Soy Luis Zamora, ¿se acuerdan de mí?" Todesca: "Ya sé que no me recuerdan?". Telerman: "Yo goberné la ciudad, pero pido que no se acuerden de eso". Bregman: "Voy a presentarme: yo soy la izquierda". Castrilli: "Voy a expulsar a todos".
La primera parte había salido bien, pero después las cosas se complicaron. Filmus acusó a Macri de no haber hecho nada. Macri le respondió que nadie ve su principal obra, el canal aliviador, porque está bajo tierra. Y agregó: "Yo no soy títere de nadie; en cambio vos?". Replicó Filmus: "A vos te manejan Caputo y Durán Barba". Terció Pino, juguetón con las palabras: "Porteños, si quieren un cambio, vótenme; porteños, cambien su voto, vótenme". López Murphy: "No lo voten a Macri". Telerman: "Ya sé que no me van a votar, pero?". Zamora: "¿Me recuerdan?" Todesca y Bregman: "¿Qué pasa con el audio que no tenemos retorno?" Castrilli: "Siempre me dejan para el final: esto es juego sucio".
En el siguiente bloque, sobre seguridad, Macri habló maravillas de su Policía Metropolitana. Filmus, informado de que esa fuerza es aprobada por la gente, dijo que sólo se proponía cambiarle el nombre: Policía Cristiniana de la Metrópolis; Estenssoro (Lilita le debe de haber soplado) propuso investigar la conexión entre el delito y la fuerzas del orden; López Murphy se inclinó por un recorte de gastos; Giudici, por aumentarlos; Telerman dijo cosas muy lindas, y además las dijo bien, pero no resultaba fácil traducirlas en hechos; Todesca y Bregman seguían incomunicados. Castrilli insistió con la expulsión, en este caso de los delincuentes.
Como estaba previsto, hubo una pausa. Los candidatos fueron rodeados por sus asesores, que, por supuesto, les dijeron que lo estaban haciendo muy bien y que se concentraran en el cierre de sus intervenciones. A Macri lo asistieron Caputo (le pidió que no dejara de recordar la obra pública) y Durán Barba; a Filmus, Abal Medina y, por celular desde Olivos, la Presidenta; a los demás, personas que yo al menos no conocía.
Al retomar el debate propuse hablar del tema de las comunas, y los once me preguntaron al unísono: "¿De qué??" Entonces pasé al siguiente ítem, la educación. Abundaron las coincidencias: todos prometieron más escuelas, maestros mejor pagos y computadoras para todos. Qué lindo. Va a dar gusto estudiar en esta ciudad.
El momento del cierre, en cambio, no fue un ejemplo de civismo. Se interrumpieron, se agredieron. Castrilli intentaba poner orden con su silbato, sin conseguirlo. Yo le daba la palabra a Filmus, porque era su turno, y me acusaban de kirchnerista. López Murphy no lo dejaba hablar a Macri, que quería recordar su gestión en Boca; Estenssoro, que supo trabajar en radio, discurseaba sin pausas comerciales, ajena a las trifulcas; a Giudici la acusaron de defender el monopolio de su palabra; Pino, un especialista, se fue y dejó a todos plantados; Zamora gritaba su apellido; Todesca y Bregman, ya íntimos, hablaban entre ellos.
Pero bueno, la democracia es así, ruidosa. Yo disfruté con la experiencia: amo la confrontación de ideas, el diálogo abierto. Y amo, claro, haber sido el periodista elegido por los 11 candidatos. Ya sueño con el momento en que suene mi teléfono y una voz de mujer, desde Olivos, me diga que tengo que ir preparando el gran debate de las elecciones presidenciales de octubre. Un debate sólo entre dos. Ella y Boudou.
fuente: La Nación
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