La justicia social es una bandera de TODOS.
Porque sostener que su pertenencia esté restringida a un sólo grupo de personas, es una neurosis pasajera e insostenible.
Si ¨locos¨ son aquellos que construyen realidades paralelas y viven en ellas, yo les propongo vivir en la locura de creer en la sabiduría de la Constitución Nacional.
Para quienes sostienen que hay que igualar hacia abajo los progresos de la LIBERTAD, para emparejarla así con la IGUALDAD, en captar los beneficios a la accesibilidad del consumo, que tiene la clase media, mi opinión NO ES coincidente.
La palabra PROGRESISMO, muy tergiversadamente utilizada como herramienta clientelista, es una hermosa palabra.
Y presupone la posibilidad de que las sociedades naveguen los mares del tiempo, con osadas y creativas respuestas políticas, siempre con la finalidad de nadar en la cresta de esas olas inevitables de los siglos.
Lo que hay que hacer es ¨igualar para arriba¨ la IGUALDAD de oportunidades que deben tener TODOS los ciudadanos de un país maduro, por historia y por violencia.
Suponer, en este siglo, que el ¨progreso¨ y la ¨justicia social¨ se consiguen mediante la lucha de clases, es no haber trascendido la frontera de este milenio.
La sociedad ya se ha dado cuenta que no es posible construir una sociedad con ciudadanos muy pobres y ciudadanos muy ricos.
Y aunque el poder de fuego debiera volver ABSOLUTAMENTE a los organismos de seguridad con que cuenta el ESTADO, la violencia social de un chorro también es una manifestación de advertencia.
Desde su ignorancia cree que su trabajo es robar porque NUNCA la sociedad le ha manifestado que pertenece a ella.
Para ÉL, la sociedad = ELLOS.
La sociedad está aprendiendo que ELLOS = NOSOTROS.
Todos los partidos políticos están considerando la palabra ¨inclusión¨ en sus plataformas políticas (un tanto demoradas hasta hoy).
La parálisis que sufre la dirigencia política actual está vinculada al hecho de que fue despojada de TODAS las banderas de justicia social.
Y esas banderas le pertenecen a TODO el pueblo argentino.
Si ha caído el abanderado, la sociedad deberá proveer OTRO abanderado que tome las banderas caídas y las enarbole nuevamente.
Si la sociedad no es capaz de generar este ¨grupo de personas - abanderados¨, que sostengan los ¨mandatos sociales – banderas¨, la batalla se habrá perdido y este país será de los narcotraficantes y de las mafias cortesanas de siempre.
No es desdeñable la propuesta de abrazar la locura de creer en nosotros mismos.
Los partidos políticos democráticos tienen sus puertas abiertas.
Es hora de ir acercándonos a sus sedes (de aquel partido político con el que coincidamos más).
Y es hora de que abordemos el barco de la ¨clase dirigente¨, construyendo una sociedad más PARTICIPATIVA y DELIBERATIVA.
Es tiempo de concientizar la percepción sobre la clase de ¨páramo peligroso¨ al que HEMOS arribado.
Tiempo de tomar el problema por el mango y cocinar, en un fuego nuevo, nuestro destino de país.
Porque reiterar los viejos esquemas setentistas para percibir la realidad, es como navegar en ese mar con un reloj que atrasa.
No nos dejemos despojar de una palabra tan hermosa:
PROGRESISTAS SOMOS TODOS!!!
Guillermo A. Fischnaller
19/02/2011
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