jueves, 16 de febrero de 2012

Cierre de importaciones: preanuncio de ajuste de consumo. Por Roberto Cachanosky


A pesar del relato oficial, según el cual vivimos en un mundo de maravillas gracias al famoso modelo, difícilmente la muy imaginativa sintonía fina no termine siendo lo que en realidad será: un fuerte ajuste. Dicho en castellano básico, el artificial auge de consumo tendrá que bajar salvo que confisquen activos líquidos o estaticen el comercio exterior. Si se dieran algunos de estos dos casos, podría continuar la fiesta de consumo un tiempo más, aunque si se metieran con los activos líquidos me parece que la fiesta de consumo terminaría en un escándalo.
Difícilmente la muy imaginativa sintonía fina no termine siendo lo que en realidad será: un fuerte ajuste
El razonamiento es tan elemental que hasta la gente del Gobierno puede llegar a entenderlo. Digamos que el Producto Bruto Interno (PBI) es la oferta de bienes y servicios disponible que genera la economía. Ahora bien, de esa cantidad de bienes y servicios que se genera, una parte se exporta y otra, ínfima en el caso argentino, se destina a la inversión, por lo tanto, no todo lo que se produce internamente está disponible para el consumo. Supongamos que se producen 100 unidades de bienes, que 10 se exportan y otras 10 se invierten, entonces solo quedan 80 para el consumo. La pregunta es la siguiente: ¿qué pasa si el Gobierno igual quiere que la gente consuma 100 unidades? La respuesta la puede comprender hasta Moreno que está muy ocupado regulando el comercio exterior: la diferencia se cubre con importaciones. Si el gobierno quiere que la gente consuma 100 y la economía interna tiene disponible solo 80, porque 20 los invierte o exporta, es obvio que la diferencia tiene que salir de algún lado. Y ese lado es la importación.
Si uno mira los datos del INDEC, se va a encontrar con los siguientes datos. En 2010 el PBI en pesos de 1993 fue de 422.130 millones. Cuando se le resta lo que se exportó y lo que se invirtió quedó disponible para el consumo 270.987 millones, mientras que el consumo privado y público sumó 327.493 millones. Los bienes disponibles para el consumo fueron menores a lo que se consumió, por lo tanto, la diferencia se importó.
Este auge artificial del consumo solo puede sostenerse en el tiempo con un PBI que crezca, pero para eso hace falta inversiones
Si comparamos los primeros 9 meses de 2011 contra los primeros 9 meses de 2010 vemos que, siempre de acuerdo con el INDEC, el PBI creció el 9,4% y el consumo el 11,1%. Claro, era un año electoral y había que bombear más el consumo para felicidad de la gente. Si el consumo crece más rápido que el PBI, es obvio que las importaciones tuvieron que aumentar.
Este auge artificial del consumo (ya he explicado en infinidad de oportunidades cómo se financió) solo puede sostenerse en el tiempo con un PBI que crezca, pero para eso hace falta inversiones, las que según el INDEC crecieron como nunca, aunque la presidente dice que no son suficientes. En efecto, comparando el 2010 contra el 2002 (tomo ese año porque según el gobierno, solo a partir del 2003 empezó a ocurrir el milagro argentino y nada de lo anterior lo puede igualar) según el INDEC la inversión creció el 438%. ¡Ni los japoneses en su momento de esplendor aumentaban la tasa de inversión a ese ritmo!, pero según Cristina Fernández los empresarios son egoístas porque no invierten todo lo que tienen que invertir. Me parece que al discurso oficial le falta sintonía fina. Por otro lado, si el gobierno apoyó la sustitución de importaciones, ¿por qué voy a invertir si tengo el mercado cautivo? Esto es de manual de economía. Sin competencia enfrento la mayor demando subiendo precios, bajando la calidad o haciendo una combinación de ambas.
Pero volviendo al tema del consumo aquí hay algo que queda claro, dado el actual stock de capital, el PBI no puede crecer mucho más, así que para sostener el creciente consumo hay que bajar las inversiones o disminuir las exportaciones, de lo contrario Moreno tendrá que abrir las importaciones. Si las exportaciones bajan, que por cierto pueden bajar por la sequía, el sector externo se le complica más a Moreno. De las inversiones hay que olvidarse porque nadie invierte para que después no le dejen disponer de las utilidades. ¿Qué queda? Bajar el consumo para adecuarlo al PBI que puede generar la economía.
Cuando Moreno cierra las importaciones, no lo hace para sustituir importaciones, o tal vez él sueña con que va a poder sustituir importaciones. Cierra la economía porque sabe que tiene que contraer el consumo, más allá del lío que tienen en el mercado de cambios, y a esa contracción del consumo la llaman sintonía fina.
Cuando Moreno cierra las importaciones, no lo hace para sustituir importaciones. Sabe que tiene que contraer el consumo
El populismo siempre cae en el mismo problema. Generan todo tipo de inseguridad jurídica para las inversiones y estimulan el consumo financiándolo con violaciones a los derechos de propiedad para que la gente le cante loas al populista de turno. Pero el populismo dura lo que puede durar su financiamiento. Cuando se acaba el financiamiento se acaba el populismo. La novedad es que, a diferencia del pasado, el gobierno actual heredó su fiesta de populismo del cual tendrá que hacerse cargo.
En síntesis, si uno produce 100 y quiere consumir 120, los 20 restantes tiene que importarlos. Si no quiere importarlos, o baja el consumo a 100 o crea las condiciones institucionales para que la economía produzca 120.
El problema es que desde 2003 el gobierno ha hecho todos los méritos posibles para crear imprevisibilidad en las reglas de juego y espantar inversiones. Y la credibilidad no es como el yuyito que se cosecha en 6 meses. Lleva años de seriedad en las políticas públicas, seriedad que todavía no hay atisbos de que se transmitan desde el atril. Por el contrario, cada discurso redobla la apuesta hacia el populismo. Y cuando se redobla la apuesta por más populismo, hay que olvidarse de las inversiones. Y sin inversiones el PBI no puede seguir creciendo. Y si el PBI no puede seguir creciendo el consumo tampoco, salvo, insisto, que se viole algún nuevo derecho de propiedad para estirar el desenlace final.
fuente: La Nación

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