Nos permite reestructurar nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás, haciéndonos conscientes de lo que observamos, sentimos, y necesitamos. Favorece la escucha atenta, el respeto y la empatía y propicia el deseo mutuo de dar de todo corazón.
Comunicación que aleja de la vida
Comunicación que aleja de la vida
Nos herimos a nosotros mismos y herimos a los demás. Emitimos juicios moralistas que presuponen error o maldad en todo aquel que no actúa de acuerdo con nuestro sistema de valores. Uso de comparaciones que bloquean la compasión. No somos conscientes de nuestra responsabilidad con respecto a todo lo que pensamos, sentimos y hacemos. Comunicamos nuestros deseos en forma de exigencias.
Observar sin evaluar
Aprendemos separar entre la observación y la evaluación. Siempre que las mezclamos, la otra persona suele tener la impresión de que estamos criticando. Las observaciones tienen que ser específicas del momento y el contexto.
“Juan no ha marcado un gol en veinte partidos” en vez de:- “Juan juega mal el fútbol”
Identificar y expresar los sentimientos
Cuando elaboramos un vocabulario de sentimientos que nos permite describir de forma clara y precisa nuestras emociones, nos resulta más fácil comunicarnos con los demás.
1. “Me siento un incapaz como guitarrista.”
2. “Me siento decepcionado / frustrado por mi falta de capacidad como guitarrista.”
Asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos
Cuando alguien se comunica negativamente con nosotros, tenemos cuatro maneras de recibir el mensaje:
1. Echarnos la culpa a nosotros mismos
2. Echar la culpa a la otra persona
3. Darnos cuenta de nuestros sentimientos y necesidades
4. Darnos cuenta de los sentimientos y necesidades que oculta el mensaje negativo de la otra persona.
“Me siento............porque...............”
“Estoy enfadado porque el jefe no ha mantenido su promesa.” “Estoy indignado al ver que el jefe no ha mantenido su promesa, porque yo había contado con tener ese fin de semana libre para ir a ver mi hermano.”
Lo que queremos pedir a los demás para enriquecer nuestra vida.
Evitar las frases vagas, abstractas o ambiguas, y recordar que tenemos que emplear un lenguaje de acción positiva para hacer saber a los demás qué queremos de ellos, en lugar de centrarnos en lo que no queremos.
Al hablar, cuanto más claramente manifestemos qué queremos, más probable será que lo consigamos. Ya que el mensaje que enviamos no siempre es el mismo que recibe quien nos escucha, necesitamos saber cómo averiguar si lo que hemos dicho se ha entendido correctamente. Sobre todo cuando hablamos a un grupo, debemos dejar muy claro qué clase de respuesta esperamos recibir. De otro modo nos enzarzaremos en conversaciones que no llevan a ninguna parte y que harán perder mucho tiempo a los miembros del grupo.
Para lograr que los demás confíen en que les estamos pidiendo algo, y no exigiéndoselo, debemos indicarles de alguna manera que sólo queremos que satisfagan nuestros deseos si les apetece hacerlo. El objeto de la CNV no consiste en cambiar a la gente ni en modificar su conducta, sino en establecer un tipo de relación basado en la sinceridad y la empatía que permitirá que se satisfagan las necesidades de todos.
La recepción empática.
(Pasamos a prestar atención a lo que observan, sienten y necesitan los demás y lo que nos piden.)
Estemos presentes. En lugar de ofrecer empatía, solemos ceder a la fuerte necesidad de dar consejos o tranquilizar a nuestro interlocutor, o bien de explicarle cuál es nuestro postura o nuestros sentimientos. La empatía, sin embargo, exige de nosotros que vaciemos nuestra mente y escuchemos con todo nuestro ser a la otra persona.
El poder de la empatía Sabemos escuchar la palabra no sin tomárnosla como un rechazo personal.
La expresión plena de la ira Culpar y castigar a los demás son expresiones externas de la ira. Los cuatro pasos necesarios para expresar la ira que sentimos son:
1. hacer una pausa y respirar
2. identificar las ideas que nos llevan a juzgar a los demás
3. establecer contacto con nuestras necesidades
4. expresar nuestros sentimientos y nuestras necesidades insatisfechas
El uso protector de la fuerza La intención del uso protector de la fuerza es evitar un daño o una injusticia, nunca castigar ni conseguir que la otra persona sufra, se arrepienta o cambie. Culpar y castigar a los demás no sirve para que tengan las motivaciones que nos gustaría que tuvieran.
Expresar reconocimiento Con el único fin del elogio por sí mismo. Por medio de ella, establecemos:
1. el hecho en concreto que ha contribuido a nuestro bienestar
2. la necesidad particular que ha quedado satisfecha con él
3. el sentimiento de placer que se produce como resultado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario