Los pronósticos aseguran que en la Argentina vuelve a ser un problema la fuga de capitales, que sumado a la inflación, puede hacer un cóctel explosivo de cara al futuro cercano. Postales de un país que el oficialismo niega y que amenaza con estallarle en la cara.
La Argentina ha venido creciendo en los últimos dos años a un ritmo de casi el ocho por ciento anual, convirtiéndola en una de las economías más prometedoras de la región, pero este año pareciera que no se va a crecer al mismo ritmo, afirmando los pronósticos más alentadores, que el crecimiento será del 4 ó 5 por ciento, muy lejos de lo pautado a fines de 2010.
Teniendo cuenta la difícil situación que deberá afrontar el Gobierno en lo que respecta a disponibilidad, el regreso de la inversión al país – y junto con ella, el regreso de las divisas norteamericanas en cantidad – es nuevamente una política a revisar por el kirchnerismo que ha visto fracasar su intento de repatriación de capitales.
Sin embargo, para que ello suceda, para que los grandes inversores extranjeros decidieran apostarse el todo en Argentina, deberían existir toda una serie de condiciones que a primeras no están siquiera por aparecer sobre la mesa de negociaciones.
Entre ellas sin dudas, lidera la necesidad de reglas claras de juego para las empresas, pasando por la rectificación de los irrisorios índices del INDEC, hasta llegar al tipo de cambio. Esos son los ejes que establecen los límites de cada una de las alternativas que marcarán la realidad de las inversiones de los próximos meses.
Desde que ha asumido la presidencia Cristina Fernández en diciembre de 2007, se han fugado de la Argentina más de 50.000 millones de dólares, triplicando lo acaecido en el nefasto año 2001, cuando bajo el gobierno de la Alianza y de Fernando de la Rúa , se fugaron varios miles de millones de dólares que terminaron el corralito.
Se calcula que en el mes de abril se fugaron del país alrededor de 1.200 millones de dólares, llevando ya casi 4.000 millones en lo que va del año, lo que llevaría siguiendo con pronósticos de los más destacados economistas y consultoras nacionales, a que en este año se supere la barrera de los 15.000 millones de la moneda norteamericana que se vayan del país, dando cuenta que este es un fenómeno que sigue tan vivo como en los momentos de la crisis del 2008-2009.
A pesar de los controles ejercidos por la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, de redoblar los controles cambiarios, la incertidumbre es lo que reina en la economía nacional, no despejando las dudas que hay en el escenario internacional con respecto a la economía local y los manejos políticos que no hacen más que sembrar dudas sobre una situación delicada.
El tipo de cambio que favoreció tanto a la Argentina post-devaluación del año 2002, comienza a mostrar su desgaste que ya puede verse en el ritmo diario de la economía. El gobierno tiene un elevado nivel de subsidios a la energía y el transporte, para mantener bajos los precios del sector, pero que sólo hacen el gasto público se eleve en demasía y ponga en riesgo las arcas nacionales. Los especialistas en economía aventuran que si la situación económica nacional continúa como hasta el momento, en dos años estamos con los niveles de competitividad de finales de la convertibilidad, lo que resultaría fatídico para nuestro país.
El que Guillermo Moreno continúe teniendo el control del INDEC y se sigan dibujando las cifras oficiales de la inflación, no ayudan en nada para que la Argentina pueda recuperar el prestigio perdido internacionalmente en los últimos tiempos.
La distribución de la riqueza no se ha dado de la misma manera en que se lo viene proclamando desde el oficialismo. El gobierno afirma que se trabaja para una mejor redistribución de la riqueza, y ha sido la bandera que ha sido enarbolada por el Ejecutivo en forma constante cuando se lo acusa de “quedarse con todas las riquezas del país”, pero la realidad marca que a los sectores más pobres y postergados de la población, dicha redistribución aún no ha llegado y su situación sigue siendo tan mala como antes, empeorada por la trepada inflacionaria.
Pese a los esfuerzos del gobierno nacional por intentar disminuir en la sensación de la gente los efectos de la inflación, la sociedad ve como diariamente tiene que luchar contra los efectos de la misma y exigen que el Ejecutivo plantee medidas y acciones que sirvan para una solución concreta al problema y no que lo oculten con medidas inútiles, que no hacen otra cosa que estirar la agonía, más que ofrecer un tratamiento para su curación.
Fuente: www.agenciacna.com
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