La ministra de Seguridad, Nilda Garré, se negó ayer a concurrir al Congreso para explicar la inacción de la Policía Federal ante el bloqueo a la distribución de LA NACION y Clarín, con el argumento de que "la Cámara de Diputados se ha vuelto funcional a la estrategia de Clarín". La frase exhibe más que el desdén de la ex diputada Garré por la obligación de someterse al control del Poder Legislativo que pesa sobre los miembros del Gobierno. Refleja una estrategia principal de la Casa Rosada para las elecciones: presentar la carrera como un conflicto entre Cristina Kirchner y los medios de comunicación -Clarín, en especial-y no como una competencia con otros candidatos. Esta formulación suponía, hasta ahora, una subestimación de los partidos. Garré le agregó ayer el menosprecio por el Congreso.
Es obvio que las dificultades de organización y las carencias discursivas de los adversarios del Gobierno vuelven verosímil el montaje. Pero, aunque esas fragilidades no existieran, el kirchnerismo propondría la misma configuración. La señora de Kirchner construye su imagen como lo hacía su esposo: la escena se reparte entre ella y "las corporaciones". Es la heroína que lidia contra gigantes económicos cuyos intereses se han visto afectados por "el modelo". Esos demonios son el ventrílocuo de la prensa.
Para esta concepción, la misión del Estado es emancipar a los medios de comunicación del vasallaje al que los somete "el poder concentrado" para ponerlos "al servicio del pueblo". Conceptos como "libertad de expresión", "opinión pública" o "periodismo independiente" serían ilusiones basadas en una falacia: la relativa autonomía racional del ser humano. Si se niega esa capacidad, como la han negado el fascismo y el comunismo, es imposible afirmar la ciudadanía. Entonces sí, el Congreso, los partidos o los diarios independientes, quedan convertidos, en el mejor de los casos, en piezas de ajedrez inconscientes de su carácter instrumental. Es lo que supone la expresión "la Cámara de Diputados es funcional a la estrategia de Clarín".
Las expresiones de Garré abonan un fenómeno central: la fractura ideológica que atraviesa, como hacía mucho no lo hacía, a la Argentina. Una de sus manifestaciones es el premio Rodolfo Walsh otorgado a Hugo Chávez en la Facultad de Periodismo de La Plata. Sería un error pensar que esa condecoración fue un blooper. Es decir, que las autoridades de esa casa cometieron un fallido al no advertir las transgresiones del caudillo caribeño a la cultura republicana. Esas transgresiones son, en realidad, el motivo de la distinción; son la virtud que se quiere homenajear.
En pocos días, la editorial La Hoja del Norte dará a luz en Venezuela el libro Cerco rojo a la libertad de expresión, de Oscar Lucién, que releva con detalle la peripecia de la prensa independiente desde la llegada de Chávez al poder. Se describen, por ejemplo, las disposiciones estatales para que los contenidos de los medios satisfagan los ideales revolucionarios y no afectan la seguridad de los ciudadanos. Se reconstruye el proceso a través del cual Venezolana de Televisión, el canal público, dejó de ser "el canal de los venezolanos" para convertirse en el canal del gobierno.
El libro describe las medias verdades y mentiras con que programas como La Hojilla y Los papeles de Mandinga degradan a la oposición o a la prensa crítica. El Ministerio de Información venezolano ha defendido esa programación como "una herramienta para la guerra mediática, que sirve para desmontar las falsas matrices de opinión creadas por los medios privados". Para Lucién, son la "guerrilla virtual" que reproduce en el periodismo las tareas de los "guardianes de la revolución" en Cuba. En el extremo, ironiza con una pretendida guerra de "exterminio" simbólica mediática.
El trabajo informa sobre los procedimientos de Conatel -el órgano de control de las telecomunicaciones- o el Seniat -la AFIP venezolana- para revocar las licencias de las emisoras que no están alineadas con el oficialismo.
Cerco rojo enumera los impedimentos para cubrir acontecimientos, como sucedió con la entrega del premio a Chávez. O las clausuras de radios y cadenas de TV por ínfimos incumplimientos burocráticos. Narra cómo se castiga a La Razón, o se premia a Panorama y Ultimas Noticias con la publicidad oficial por sus críticas o apologías al socialismo del siglo XXI. El gobierno venezolano apeló hasta ahora 2125 veces a la cadena nacional, que ocupó 1342 horas. Una de las veces fue para emitir la fiesta de 50 años de Chávez.
El régimen bolivariano se entiende a sí mismo como una forma de socialismo para la cual la libertad de expresión es un valor muy discutible, que debe subordinarse a objetivos colectivos interpretados por el Estado. Por eso Chávez puede decir que "nosotros no seremos tan irresponsables de seguir dándole concesiones a un pequeño grupo de personas para que usen el espacio radioeléctrico que es del Estado, es decir del pueblo, contra nosotros mismos".
La decana Florencia Saintout justificó el reconocimiento al caudillo en los servicios regionales que presta Telesur. Lucién recuerda que es una señal de TV financiada casi en exclusiva por Venezuela, que se anexa a la cadena oficial cada vez que habla Chávez, y constituye otro engranaje de la propaganda bolivariana.
A pesar de su radicalización, el kirchnerismo, peronismo al fin, no se atreve todavía a ir hasta las consecuencias más audaces de sus creencias. "Histeriquea", diría un adolescente. Sin embargo, cuando se observan los contenidos de los Cursos y Talleres para la Comunicación Popular del ex Comfer que conduce Gabriel Mariotto (www.comfer.gov.ar/web/inscribirse-talleres-mendoza.php), se advierte que la exaltación de Chávez es la coronación litúrgica de un programa. Allí se enseña, por ejemplo, "Democratización del conocimiento. Rol del Estado en el nuevo mapa mediático", materia a cargo de Alejandro Verano, esposo, e intermitente compañero de militancia, de la decana Saintout. Hay propuestas más ambiciosas, como "Análisis de las lógicas sociales presentes en las experiencias latinoamericanas de radio y TV alternativas y las contradicciones que de ellas se desprenden", del lacónico Santiago Aragón.
El premio a Chávez expresó el clima mental que domina al área de comunicación del oficialismo y a las facultades de periodismo de todo el país. El Gobierno todavía no define -tal vez no sabe- hasta dónde llegará con su estrategia. ¿El asalto al campo mediático se extenderá en una incursión más profunda sobre la esfera empresarial? Sólo hay atisbos. Por ejemplo: de La Cámpora, instrumento presidencial de esta radicalización, salen todos los directores de la Ansés para las grandes compañías. Quienes han escuchado las confesiones de algunos de ellos -Axel Kicillof, por ejemplo, destacado en Techint- se han enterado de las fantasías que piensan ejecutar si, como aseguran, ganan las elecciones. También respecto de los derechos de propiedad, Venezuela puede ser un espejo que adelanta.
fuente: La Nación
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