CUANDO LA (MALA) POLÍTICA SE MEZCLA CON LA ECONOMÍA
Alguien, hace mucho tiempo, me habló acerca de un libro para niños que solía editarse a comienzos del siglo pasado en Rusia. El libro se llamaba “Absurdos Obvios”, en el que se describían y graficaban situaciones por demás ridículas producto de la carencia absoluta de lógica para tomar decisiones. “Absurdos obvios” pertenecía a una colección denominada “Stupid Collection”.
Digo esto, porque el modelo k podría ser la más perfecta obra maestra de la colección.
Lo primero que hay que explicar es que una cosa es el dinero en exceso y otra cosa es el exceso de billetes, cuestión que suele confundirse.
Económicamente hablando, y sin entrar en demasiados detalles que no vienen al caso, la emisión excesiva de dinero genera inflación, por lo tanto, con una inflación real cercana al 30 % hipotéticamente no deberían faltar billetes. Pero es que como dije antes, es el exceso de dinero lo que genera inflación, no el exceso de billetes.
El BCRA compra dólares y emite pesos, pero si esos pesos son depositados en bancos, los que a su vez los depositan de manera proporcional al depósito en el BCRA, habrá más dinero circulando, habrá aumentado la base monetaria, pero no habrá más billetes circulando. Es decir, puede haber más dinero circulando que genera inflación pero no por eso haber más billetes.
Además, hay otro elemento que también hay que considerar, esto es, la distribución de esos billetes, la logística. Cuando la inflación es significativa como ocurre en la Argentina de nuestros días y la política del BCRA es la de no emitir billetes de denominación más alta porque eso se interpretaría como que hay inflación alta (entiéndase uno de los absurdos obvios de los que hablaba al comienzo), la cosa se complica más porque para cada transacción se requieren más cantidad de billetes.
Tal como se explicara en diferentes notas a lo largo del año, de acuerdo al programa presentado por el BCRA en diciembre 2009, el crecimiento de la base monetaria no superaría el 19 % interanual, proyección incompatible con la excesiva expansión promovida por la política del gobierno nacional que para el noveno mes de este año superaba el 25 %. Y acá ya tenemos el segundo absurdo obvio.
Esto, obligó al directorio de la mencionada entidad a aprobar una actualización del programa con el argumento de que el acelerado crecimiento de la economía, su expansión conforme lo señalaba el INDEC, generaba una demanda más importante de dinero transaccional.
Hace mucho tiempo que el oficialismo a través de sus voceros nos tratan de convencer de que la economía se ha afianzado en su sendero de expansión exhibiendo tasas de crecimiento internacional, impulsada básicamente por el consumo privado y las exportaciones. Esto, nos lo dicen para justificar la mayor demanda de dinero, ya que según el gobierno aumentó el PBI y los préstamos. Lo que no mencionan por ejemplo es el ínfimo detalle de que también creció la inflación y es más del doble de lo que dice el INDEC.
Como ya se ha demostrado en tantas oportunidades, esto del crecimiento de la economía es falso. Sin embargo, explica en parte el problema de la falta actual de billetes de los últimos meses, problema que no puede ocultarse en un contexto de fin de año con todo lo que ello implica en consumo, sueldos, aguinaldos, sumas adicionales en diferentes conceptos, etc.
El programa monetario original preveía un razonable manejo de los recursos fiscales para generar superávit, y en eso sustentaría la emisión primaria de dinero que permitiría afrontar las obligaciones. Sin embargo, los hechos demostraron que se estuvo y sigue estando muy lejos de lo programado en diciembre pasado, por el tercer absurdo obvio.
El gobierno nos dijo al presentar su actualización del programa monetario hace unos meses que se trataba de adaptarlo a la realidad, sin embargo, la realidad es que hubo un importante volumen de dinero transferido al Tesoro Nacional que implicó e implica grandes cantidades de emisión monetaria, algo así como cuatro veces más utilidades que el promedio de los últimos 50 meses.
Al comenzar este año 2010, en el BCRA advirtieron que esta política induciría a la escasez de dinero y que debía buscarse una solución de inmediato. En ese contexto, se iniciaron las pertinentes conversaciones que derivaron en el compromiso de la Casa de la Moneda en cuanto a tiempo y forma de satisfacción de la demanda, pero ésta última no cumplió.
Es práctica corriente que el BCRA coordinando con la Casa de la Moneda , emita dinero en simultaneidad con la destrucción de los billetes que no se encuentran en condiciones de seguir circulando.
Viendo el BCRA que no se podría contar con el excedente de billetes que requerían las políticas llevadas a cabo por el Ejecutivo Nacional lo primero que hizo fue postergar la destrucción de billetes deteriorados.
Con el correr de los días hubo que inventar la obsolescencia de la maquinaria productora de dinero, como si este fenómeno tuviera lugar en horas.
La siguiente solución que se intentó ensayar fue una de tipo ilegal cuya calidad de tal, varios funcionarios que ocupan cargos estratégicos dentro del gobierno nacional, desconocían. Se trataba de contratar un tercero para que llevara a cabo la fabricación de billetes.
Descartada esta brillante idea, o mejor dicho, el cuarto absurdo obvio, se procedió a elegir, de entre quienes sí están legalmente habilitados para imprimir billetes como la Casa de la Moneda de Chile, la de Brasil, entre otras.
La opción más barata, según nos explicaron fuentes consultadas que prefirieron mantener el anonimato, fue la de una empresa de capitales argentinos llamada Boldt, sin embargo se eligió contratar a una Unión Transitoria de Empresas Argentino-brasileñas pagando el gobierno nacional alrededor de un 30 % más. Pero este no fue el quinto absurdo obvio, sino otra cosa.
Detalles fiscales, judiciales e intereses político-económicos exceden la presente descripción causal de la falta de billetes, sin embargo, cabe mencionar que los mismos se encuentran inexorablemente en la toma de decisiones mencionada en el párrafo anterior.
Finalmente, la Unión de empresas contratada tampoco cumplió su entrega en tiempo y forma, esto es, 130 millones de billetes de $ 100 el 15 de diciembre pasado. Entregó, sí, solo 40 millones, pero con numeración distinta lo que produjo su rechazo e imposibilidad de ser usados para pagos en varios lugares.
Como si esto fuera poco, el panorama no luce para nada alentador, ya que parecería que en lo inmediato no habría de resolverse el problema, más allá de que el gobierno ya mandó a sus inspectores a diferentes empresas del rubro para conocer su capacidad de emisión y tendría la intención de contratarlas.
Concluyendo, la falta de billetes de los últimos días se asemeja bastante al corralito que ya padecimos años atrás, solo que esta vez parece deberse a otras cuestiones.
Cargos públicos demasiado grandes para funcionarios demasiado chiquitos, peleas de alcoba, intereses muy personales y mezquinos, políticas económico-monetarias y fiscales equivocadas, y la intencionalidad de plasmar en leyes ciertos proyectos vinculados con el apoderamiento de bienes privados por parte del Estado.
La excusa probablemente se lea como perfecta y como siempre el oficialismo intentará simular todo lo necesario en aras de seguir “profundizando el modelo”. Un modelo profusamente plagado de absurdos demasiado obvios, tan obvios que se hace cada día más difícil poder sostenerlo.
Nidia G. Osimani
Fuente: http://www.periodicotribuna.com.ar/8053-por-que-falta-dinero-en-los-bancos.html
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