OTRA VEZ INVENTANDO TEORÍAS CONSPIRATIVAS
La conferencia de prensa de Nilda Garré ha sido un fiasco, en realidad no ocurrió nada que no se hubiera previsto. En línea con las teorías conspirativas que venía esgrimiendo el gobierno, la ministra de Seguridad aseguró que detrás de los incidentes acaecidos el jueves pasado en Plaza Constitución existía una suerte de joint ventureintegrada por Eduardo Duhalde, Luis Barrionuevo y el Partido Obrero.
Antes que nada, hay una cuestión que no cierra por ningún lado: ¿Alguien se puede imaginar una sociedad entre el PO y el duhaldismo, dos exponentes de extremos irreconciliables?
Lo más increíble es la capacidad que posee el kirchnerismo para organizar conferencias de prensa ostentando mucha labia y poca evidencia de lo que afirma.
En tal sentido, la disertación de Garré contó con una sola supuesta prueba, relacionada con uno de los que hicieron disturbios.
Para que no se acuse a este medio de tergiversar la información, se reproduce textual lo que dijo la ministra: “El primer detenido, que instaba a quemar un contenedor de basura, dijo reiteradas veces a los policías que lo redujeron: ‘paren, yo soy gastronómico, me pagaron 50 pesos por venir a tirar piedras y hacer quilombo’”.
Esa fue toda la evidencia que mostró la funcionaria en su disertación, aunque parezca un chiste. Como si una conspiración desestabilizadora pudiera sostenerse en el comentario de un supuesto activista.
¿No es irresponsable que una ministra del Ejecutivo proceda de esa manera? ¿No habla este hecho de la pobre idiosincracia del oficialismo de turno?
No es la primera vez que el gobierno pasa semejante papelón señalando conspiraciones que luego se demostraron más cercanas a Casa de Gobierno a la oposición. Tampoco será la última, lamentablemente.
Sobradamente este periódico mostró cómo caían cual castillos de naipes las tramas más insólitas del kirchnerismo, siempre aparecidas en momentos de debilidad política. Es la estrategia de aquel que no sabe hacerse cargo de sus propias ineficiencias.
En fin, un gobierno que llega al extremo de inventar desaparecidos de la talla de Julio López y Luis Geréz para victimizarse frente a su propia ineficiencia, no puede sorprender ya, siquiera con argumentos de este tenor.
Aún cuando parezcan surgidos de las cabecitas de niños de jardín de infantes.
Christian Sanz
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