Perro faldero
Horacio Verbitsky es noticia. Es el autor intelectual del plan sistemático para atacar al periodismo independiente desde la maquinaria estatal. Alguna vez lo definí como el jefe informal de los servicios de inteligencia kirchnerista. Y ahora lo certifico. Es el titiritero que mueve los hilos detrás del poder de varios ministerios.
Es un caso digno de estudio porque se dio vuelta en el aire y traicionó hasta sus propias definiciones de lo que debe ser el ejercicio del periodismo. Ya no investiga al poder político ni a los empresarios ni destapa casos de corrupción como lo hacía durante el menemismo. Ya no lidera una agrupación como la llamada “Periodistas” que utilizó como escudo para protegerse. Ahora hace todo lo contrario. Con la camiseta kirchnerista puesta se dedica a fustigar a los colegas que hacen bien su trabajo y levanta su dedito tanto para acusarlos falsamente como para dictar cátedra.
¿Se imaginan ustedes los libros y las notas que hubiera escrito Verbitsky si Carlos Menem, Eduardo Duhalde o Fernando de la Rúa hubieran comprado tierras fiscales en Calafate a precio vil para luego revenderlas en millones? ¿O cuantas rigurosas investigaciones hubiera realizado si un presidente que no tuviera el apellido Kirchner cobrara alquileres e intereses por plazos fijos desmedidos, inexplicables y totalmente fuera del mercado? ¿Nadie robó para la corona en este gobierno? ¿Se terminó la corrupción? A Verbitsky ya no le interesa investigar como los Kirchner se hicieron millonarios.
Ni como se enriqueció Ricardo Jaime y con quien compartía sus valijas. O la brutal vergüenza de un delincuente perverso apadrinado por el poder político como Sergio Schoklender. Para Verbitsky nada de esto merece ser revisado por el periodismo. Todo lo contrario. Su objeto de investigación, ahora, son los periodistas. No dijo una palabra cuando Magdalena Ruiz Guiñazú fue sometida a un juicio en la plaza pública. Se pudo del lado de la empresa Electroingeniería y avaló la censura a Nelson Castro en radio del Plata. Miró para otro lado cuando en esos programas paraoficiales que pagamos todos los argentinos para que les chupen las medias al gobierno realizaron un operativo demolición de la figura de Jorge Lanata y asociaron su imagen a la de un genocida como Jorge Rafael Videla. Se dio vuelta. Pasó a ser vocero de los intereses oficialistas.
Como muchos otros propagandistas obsecuentes que encima fomentan el odio hacia los periodistas que mantienen la dignidad y la critica hacia el gobierno mas poderoso desde el retorno de la democracia. En los 90, Verbitsky era un perro de presa para husmear en las relaciones de corrupción entre los grandes empresarios y el poder ejecutivo. Hoy muchas empresas apoyan al gobierno y eso los convierte en intocables. Ni que hablar de los sindicalistas, intendentes y gobernadores francamente derechistas y súbitamente millonarios como Jose Luis Lingieri, Raul Otacehé y Gildo Insfran, entre muchos otros.
Hoy Verbitsky es un perro faldero. Se deja acariciar por el poder al que debería mirar críticamente. Se subordina y salta por un bizcocho. Hizo cosas insólitas. Mintió para vincular a un dirigente del Partido Obrero con hechos vandálicos en Constitución. En el 2004 censuró al querido colega ya fallecido Julio Nudler quien ya en ese entonces lo llamó “comisario político”. Como si fuera Braga Menéndez o Pepe Albistur difundió un video de los Kirchner para tratar de demostar una actitud combativa frente a la dictadura que nunca tuvieron. Y encima, ahora puso en la mira a periodistas como Mariano Obarrio y actuó como jefe de prensa de Florencio Randazzo. Intentó ensuciar a Jorge Lanata porque representa todo lo que Verbitsky dejó de ser. A uno le puede gustar o no el estilo de Lanata.
Pero nadie puede dudar de su independencia absoluta, de su honestidad, de su provocación intelectual y creativa permanente, de la jerarquización que hizo de nuestro trabajo como un francotirador incluso al límite de poner en riesgo la continuidad de los propios medios que fundó. De hecho una encuesta flamante de FOPEA a 1.000 periodistas muestra a Lanata como el mas votado a la hora de elegir a su referente profesional.
Verbitsky, en una de sus columnas, trepado a la soberbia de los que se creen que tomaron el palacio de invierno, amenazó con esa frase que podría haber quedado en la historia como la advertencia de un poderoso gobernante autoritario. Pero increíblemnente fue escrita por alguien que se considera periodista: “ Si vienen por mas, es posible que lo encuentren. Sigan asi.” Desde el periodismo nunca nadie se atrevió a tanto.
Si todavía le queda algún recuerdo de este noble y maravilloso oficio, Verbtisky recordará que mientras mas poder y mas respaldo tiene un gobierno, mas distante y crítica debe ser la mirada de los periodistas. Fiscal del poder, abogado del hombre común. Haciendo el máximo esfuerzo para ser un contrapoder. Con rigurosidad y ética. Resistiendo los ataques para no tirarle nuestra honra a los perros.
Fuente: Continental.
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