Episodio
5
UN
LUGAR EN EL MUNDO
Xander y Lucas armaron dos mochilas en las que
portaban solo lo necesario para cambiarse un par de veces. Si bien no lograron
escapar de la protección de la naviera, los guardias vestían informales como
ellos. A simple vista eran solo cuatro jóvenes turistas.
Viajaron en avión, recorriendo distintos
países de Europa. El interior de cada país lo andaban en trenes o autos de
alquiler. Hicieron un crucero, desde Nápoles hasta Marsella. En trenes y barcos
hasta Egipto para luego llegar a Arabia donde decidieron pasar varios meses.
Xander fue tomando nota de las actividades más productivas en Arabia Saudí:
telecomunicaciones, sectores financieros y petroquímicos. En cambio, Lucas,
llegó a desesperarse por la falta de alcohol. ¡Hasta la cerveza era ilegal! Intentaron
imaginarse a Ada y las chicas viviendo allí, con riguroso abaya andando por las calles de Arabia. Coincidieron que ellas
nunca se adaptarían a un lugar así.
Tomaban fotografías que enviaban, por mail, a
sus familias. Algunas noches, hablaban en conferencia con ellos, contándole las
curiosidades de los lugares que visitaban.
*****
Entretanto, la vida de Ada se había transformado
en una alegre experiencia de niños, que la convirtieron en madre. Para no estar
tanto tiempo sobre ellos, en el gran caserón, había decidido trabajar de su
profesión fuera de casa, algunos días de la semana. El dolor que le causaba su
amor de mujer se matizaba con nuevos retos profesionales y los juegos de los
hijos de Xander. Ellos eran lo más importante de su vida.
*****
Por el Mar de Arabia los muchachos llegaron a
Mumbai, en la India y luego de varios meses en Nueva Delhi, tomaron un vuelo a
Pekin, China. Estaban asombrados por las costumbres del lugar. Como primera
medida, debieron hacerse análisis de sangre, sólo para tener una visa de
ingreso. Notaron que la gente, en los lugares de venta callejera, eran culturalmente
timadores. La gente parecía desesperada por conseguir dinero fácil, pero, más
llamativo aún, era que no se registraban robos.
Se dieron cuenta inmediatamente que no tenían
como acceder a redes sociales. _ ¡Pero si este es el país que más fabrica
celulares y tablets! -dijo Christos, uno de los guardaespaldas-
Decidieron recorrer el país por avión,
uniéndose a contingentes turísticos. Era muy difícil moverse en forma
independiente debido al idioma y las costumbres del lugar.
A esa altura, llevaban más de un año viajando.
Esa semana, viajarían desde Shangay a Tokyo, donde tenían reservaciones en un
hotel para pasar una temporada en ese lugar. De cada capital y por medio de la
embajada griega de cada país, enviaban regalos para los niños.
Un mes más tarde, viajaron a Moscú dónde
permanecieron otro mes recorriéndolo. Para luego hacer un camino por Siberia, cruzando
el Estrecho de Bering hasta Alaska y luego Canadá. Cada semana, cuando el país
donde se encontraban se lo permitía, Xander se comunicaba por web con Ada y los
niños, como también, con la familia de Lucas y los guardaespaldas. Les enviaban
a todos, muchas fotografías de los sitios que visitaban.
Los casi dos años que llevaban juntos, hizo
que Xander, Lucas, los guardias Ares y Christos se hicieran muy buenos amigos. Si bien,
los guardias siempre estaban atentos a su trabajo, compartían habitaciones,
viajes, experiencias… cada uno solía aportar algo del idioma que más conocía en
los sitios a los que iban. Todos se habían dejado crecer la barba y el pelo. Si
no hubiera sido por, lo doradas de las tarjetas de Xander, no hubieran podido
parar en la mayoría de los hoteles en los que pretendían entrar.
Se habían establecido en Vancouver por
demasiado tiempo, sabían que debían partir, pero estaban cansados y esa ciudad
canadiense les ofrecía un buen nivel de vida. Decidieron que, al llegar a Los
Ángeles, California, harían que sus familias viajaran por turnos para
encontrarse con ellos.
Una vez instalados en California, cada uno de
los guardias hizo viajar a su familiar más cercano, en ambos casos se trataba
de sus padres. Todos disfrutaban de esas emotivas visitas.
Con los padres de Lucas, llegó Martín. ¡Los
chicos, al fin habían logrado estar los tres juntos! La alegría fue inmensa.
Luego de tantos años, lograban unirse lejos de los dos países que mantenían la
vida de ellos en vilo. Los padres de Lucas estaban preocupados por su aspecto,
pero los relatos de su hijo hacían que se alegraran por todas las bellas
experiencias vividas.
Martín, les contó que Ada vivía para los niños
y Attis había sido inscripto en un jardín privado ese año. Evan era un
torbellino que disfrutaba del caserón más que Ada. Ella hacía una vida bastante
normal. Había puesto un consultorio en la zona céntrica, donde atendía como
psicóloga cada día, cinco horas por la tarde. Ejercía su profesión, además de
criar a los niños, que hablaban correctamente los dos idiomas, tal como él
había pedido.
Una vez que Martín y los padres de Lucas se
fueron, llegaría Ada con los dos niños. Los cuatro esperaban a los pequeños
herederos Sifakis, pero Xander, más que nada en el mundo, quería tener a Ada
entre sus brazos.
Cuando los vio llegar no le alcanzaban los brazos
para asirlos. Lloraba por la emoción que lo desbordaba. Sus pequeños no lo
olvidaban, Ada se ocupaba que fuera así y ellos esperaban abrazarlo tanto como
él a ellos. Xander les hablaba en griego y ellos le respondían con alegría en
sus rostros. Christos y Ares alzaron a los niños, que también les hablaban en
griego. Ada y Xander quedaron solos, hundidos en un prolongado abrazo.
Una vez, que todos estaban ubicados en el
hotel, no esperaron más para estar juntos. Habían sido dos largos años de
esperarse y extrañarse. El deseo era, en ellos, el único sentimiento de amor
que les arrebataba el alma. Se desvistieron con apuro, se besaron torpemente,
las caricias les sonrojaban la piel; sus sexos no esperaron escusas para
unirse. No midieron sus gemidos, ni los jadeos intensos; dejaron que sus
corazones saltaran de sus pechos en cada latido. Con gritos y temblores, con
estallidos de tanta pasión acumulada y desoída por tanto tiempo de espera. La
mañana los encontró rendidos, uno ante el cuerpo del otro.
Al día siguiente, viajaron todos a Santa
Mónica, para que los niños disfrutaran de las playas. Ocuparon una suite en el
hotel para pasar unos días. Ada y Xander vivían una especie de noviazgo, que
siempre les resultó inverosímil. Sus destinos parecían rectas paralelas.
Torpemente separados por circunstancias ajenas a ellos. Ya no planificaban
nada, solamente vivían el momento. Esos días decidieron ser novios y amantes.
Luego de una semana, Ada partía con los niños.
Nuevamente la soledad invadía a Xander.
Habló con Lucas sobre regresar a Grecia,
necesitaba tomar el control de su vida y tenía que encontrar la manera, que eso
sucediera lo antes posible. Cada año, su vida se volvía más vacía, crecía el
sinsentido. La partida de Ada, lo hacía sentir realmente miserable.
Bajaron del ferri, como si fueran turistas
recién llegados a Mykonos, nadie los reconocía.
Entraron a la casa de Xander, soltaron sus
mochilas y los cuatro quedaron mirando al techo en absoluto silencio. En medio
de tanto silencio… se sintió, creciente, el llanto de Xander. Era un llanto
cansado, doblegado por la resignación. Cansado de perder en su vida todo cuanto
amaba. Miró a sus compañeros y les preguntó retóricamente:
_ ¿Qué hice mal? ¿Cuál fue mi error? ¿Qué sigue ahora?
Los amigos caminaron hacia él y se sentaron a
su alrededor. Todos conocían los más oscuros secretos y dolores del alma de
Xander. Llevaban juntos mucho tiempo y entendían ese profundo dolor que
portaba, sin descargarlo nunca en nadie. Se quedaron a su lado escuchando sus
razones, que eran muchas.
De la naviera habían enviado dos nuevos
guardias para reemplazar a Ares y Christos permitiendo así, que ellos fueran
con sus familias por un tiempo.
_ ¿¡La Naviera es de mi propiedad o ella es mi dueña!? -gritó
Xader enojado por como dispusieron de Ares y Christos-
Xander se puso de pie, tomó las llaves del
auto y fue directo a la Naviera.
Casi no lo dejaron entrar, por su aspecto no
lo habían reconocido. En ese instante, tuvo un nuevo ataque de furia en el que
insultó a todo el que se le ponía enfrente.
Su secretaria privada fue corriendo a su
encuentro, tratando de calmarlo. Ahí estaba el dueño de la naviera, segunda fortuna
más grande del país, vestido de jean rotos, remera manchada y ojotas; con barba
y cabello largo de muchos días sin cortar y sin bañarse. Así y todo, su
secretaria lo llamó “señor Sifakis”.
_ ¿Quién les dijo que podían cambiar mis guardias a su
antojo?
_ Supuse que era lo correcto para ellos -respondió
tímidamente la secretaria-
_ ¿Quién le dijo a usted que podía cambiar mi guardia a su
antojo?
_ Disculpe señor. Pensé que era lo más correcto para los
guardias -respondió asombrada-
_ Pongan la guardia que quieran desde la naviera, pero
Christos y Ares, pasarán a ser guardias personales y no de la naviera. ¡Esta es
una orden directa! -gritó Xander-
_ Comprendo señor -dijo ella algo incómoda-
El personal no solo no estaba acostumbrado a
verlo, sino que nunca lo habían escuchado dar órdenes sobre nada. La mayoría sintió
temor, pues no sabían que esperar de él.
_ ¿Debo tomar nota de algo más señor? -preguntó su
secretaria-
_ Entremos a la oficina, quiero ver las novedades de las
empresas.
El Gerente apareció con apuro.
_ No sabía que revisaría la administración de la empresa -se
apuró a decir e Gerente-
_ ¿Debo pedirle permiso a alguien para hacer lo que se me
antoje con mi empresa? -preguntó Xander cargado de ira-
_ No señor -respondió el Gerente, bajando la cabeza-
En ese ínterin llegó Lucas, que había tomado
la prevención de higienizarse antes de presentarse. Entró con Xander y le pidió
a la secretaria que los dejara solos. Se sentó frente a él.
_ ¿Qué pretendes asustando a todo el personal?
_ Necesito saber, quién está manejando toda mi vida.
_ Vayamos a la casa a descansar. Mañana, indagaremos con más
calma, todo lo que quieras saber -le pidió Lucas-
Pasaron dos meses en los que Lucas y Xander
concurrían a diario a la naviera, para interiorizarse de todo el manejo de esa
y las otras empresas. El celular de Xander sonaba en su bolsillo. Del otro lado
Ada le pedía que esa noche se conectara que debía hablar con él de algo
importante.
Por la noche se conectaron a la web sólo ellos,
sin los niños.
_ ¿Te encuentras bien Ada? ¿Los niños?
_ Todo está bien Xander. Pero hay algo importante que tienes
que saber. Serás nuevamente papá.
Xander quedó sorprendido, su gesto le iba
cambiando de sorpresa a alegría gradualmente, mientras conseguía entender y
aceptar lo que Ada le estaba diciendo.
_ ¿¡Seremos padres!? -dijo Xander con alegría y asombro-
Se sintió bendecido, por primera vez en mucho
tiempo. _ Tendremos un hijo del amor Ada. De mi amor por ti -le dijo Xander
emocionado-
Ada sonreía mientras se le caían las lágrimas. _ Sí, mi amor,
nuestro hijo.
En un momento, Xander sintió que su vida se
iluminaba, se trataba de un deseo callado que se hacía realidad.
Xander le dijo que todo lo que quería en la
vida, era formar una simple familia con ella, ese siempre había sido su único
sueño. Xander le prometió que encontraría la forma para que pudieran estar
juntos y seguros. Esa noche, les costó despedirse y cerrar la comunicación.
Lucas ayudó a Xander en un nuevo
emprendimiento. Se trataba de hacer un reconocimiento tan intenso de las
empresas como para intentar desvincularse, sin afectar la herencia de sus
hijos. Esto los llevó, por el contrario, a ver más negocios posibles, basados
en los que ya se tenían.
Xander decidió armar un grupo de trabajo. Desvincularon
de la naviera a una de las secretarias, Zoé, que poseía buen conocimiento de
idiomas y era una mujer brillante, para convertirla en su secretaria privada.
Llamaron a unirse a este grupo, al viejo albacea de Theodoro, Don Cosmos y a
Leónidas como representante de los trabajadores de la familia Sifakis. De esa
forma armaron su propio satélite de funcionamiento, entre todas y cada una de
las empresas. Una vez armada esta unificación de estructura, convocaron una
reunión general con las cabezas de cada una de las empresas.
El grupo, al que ellos mismos llamaron “Satélite”, estaba compuesto solo por
cinco personas: Xander, Lucas, Zoé, Cosmos y Leónidas. El segundo nivel eran
los Gerentes. De esta forma, la naviera, era solo una empresa más del grupo.
Conformaron legalmente la centralización presidencial de todas propiedades
empresariales tanto suyas como de Evan (herencia que él manejaba).
Ciertamente, Xander no estaba seguro de lo que
hacía, si esto lo llevaría a la libertad tan esperada, pero al menos sabía
dónde estaba parado y eso lo orientaba para hacerse cargo de su vida, bajo nuevas
circunstancias. Cosa que, por años, se negó a enfrentar.
Se llevó a cabo la reunión de gerentes para
informarles el nuevo sistema de gestión y control de las empresas a su cargo.
Indicándoles que, cualquiera del grupo satélite, estaba en condiciones de tomar
decisiones en su ausencia. Si bien, se asombraron de la nueva administración,
quedaron conformes de no ser revocados en sus puestos.
Iniciaba una nueva etapa en la vida de Xander.
Él sabía cuál era su verdadero motor, pero, hacia donde se dirigía era un
misterio aún para él.
CONTINUARÁ MAÑANA con el episodio final...
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