domingo, 30 de julio de 2017

LA MANCHA DEL GRIEGO de Graciela Rost - Cap 1 Episodio 2

Episodio 2

COMPETENCIAS VISERALES

 Los equipos de básquet de varones y de vóley femenino habían llegado a la final intercolegial. En ellos estaban, Xander como capitán de su equipo y Ada como capitana del suyo. Nada menos les permitía la competitividad entre ambos que ser los mejores en lo que hacían. Eso era lo único que beneficiaba a toda la escuela respecto de sus lides.
 Los entrenamientos habían sido muy duros y muchos fueron los partidos jugados. Los niños llegaban a la casa sin ánimo de pelar, sólo con ansias de comer y dormir. Eso les permitió a Bruno y Diana disfrutar de su amor sin pensar en las riñas de los chicos. Cuando los pequeños no peleaban, ellos vivían su entrecortada “luna de miel”.
 Otra particularidad en esos días era que ambos jóvenes, desde las gradas, apoyaban al equipo del otro, claro estaba que esto se debía a que era la única forma de alentar a su propia escuela.
 El equipo de básquet ganó el primer lugar, consiguiendo una beca deportiva en el equipo de la ciudad para todos sus integrantes, además de la merecida copa para la escuela y las medallas para los muchachos. El equipo de vóley también ganó el torneo llevando la copa a la escuela y las medallas para las muchachas. No había una liga de vóley en la ciudad.
 La beca marcaba la diferencia entre los premios y también una nueva diferencia entre Xander y Ada.  En el área de vestuarios se escuchaban las burlas de los varones de básquet hacia las niñas de vóley.
_ Lo mejor que tuvo el equipo de vóley, fue como las chicas mostraban su ropa interior mientras jugaban -gritaba a toda voz Lucas, el amigo de Xander-
 El equipo de vóley, en su conjunto, invadió el vestuario de varones golpeando a sus ocupantes, que se dejaban pegar mientras se retorcían de risa. Los entrenadores aparecieron furiosos.
_ ¡Vitale y Sifakis que significa todo esto!
 _ Nosotros no fuimos -se apuraron a responder a coro-
_ ¿Acaso ustedes no son los capitanes de los equipos? -les preguntó uno de los entrenadores-
 Ambos se miraron y se encogieron de hombros asintiendo con la cabeza.
 Esa vez la directora los perdonó porque habían logrado las copas ganadoras para la escuela.

EGRESAR DE LA NIÑEZ

 Bruno y Diana permanecían sentados en las sillas especialmente preparadas para los padres de los egresados de ese año. Sus hijos recibían medallas por su excelencia deportiva y Ada, también, por sus destacadas calificaciones en todas las materias. Ambos padres estaban muy emocionados y orgullosos de sus propios hijos y del hijo del otro. 
 Hubo un lunch que compartieron alumnos, profesores y padres. La fiesta de la noche se había suspendido, porque los niños partirían muy temprano a su viaje de egresados con dos de las profesoras y dos padres de alumnos.
 En la madrugada, Bruno y Diana despidieron a sus hijos mientras subían al micro que los llevaría a un campamento en la montaña, dónde se reunirían con dos colegios más.
 En el sitio había cabañas para los mayores, mientras los niños armarían sus tiendas cada tres integrantes. Todos esos años habían recibido entrenamiento de supervivencia y ese era un regalo especial para ellos, ya que pondrían en práctica sus conocimientos. Por primera vez serían tratados como adultos responsables.
 Ada con sus dos amigas prepararon su carpa, metieron dentro sus pertenencias y se apuraron a preparar un fuego cerca de la entrada para calentar agua y tomar té.  Cada trío se manejaba independientemente, supervisado por los adultos. Un niño del colegio quedó solo, ya que sus dos compañeros no habían asistido. Xander y sus amigos lo invitaron a compartir la carpa. El niño, de nombre Javier, era el que mejores notas se sacaba de los varones, pero no tenía buenas relaciones sociales con otros chicos. A todos les sorprendió que asistiera a ese viaje.
_ ¿Por qué viniste a este campamento? -le preguntó Lucas-
_ Porque mis padres me obligaron -respondió Javier, encogiendo sus hombros-
_ No te preocupes, con nosotros lo pasarás bien -le aseguró Martín-
_ Vi que también está tu hermana… -mencionó como al pasar Javier, dirigiéndose a Xander-
_ Yo no tengo hermana. Si te refieres a Ada, ni el mismo apellido tenemos. No somos nada -respondió con evidente enojo-
_ Es que desde que comencé la escuela, me gusta mucho Ada -les confesó Javier-
_ Si quieres ser mi amigo, no debes meter el nombre de esa estúpida en nuestras reuniones. ¡Tus gustos son imposibles de creer Javier! -Xander le respondió con cara de asco-
 Los amigos lo secundaron criticando al grupito de amigas de la niña.
 Ya de noche, todos prendieron sus lámparas y los fuegos que debían encenderse cada cuatro carpas, ideado con el fin de que los niños alternaran con las otras tiendas. Una de las profesoras llevó una guitarra y cantaron alegremente por un buen rato. Cuando los niños entraron a sus tiendas, la de Xander y sus amigos estaba inundada de aceite de cocina. Todos mancharon sus ropas al entrar. Salieron insultando a gritos por todo el campamento. 
 Los profesores se acercaron preocupados por el revuelo. Al ver lo que había pasado, los reunieron a todos para llamarles la atención. Parecía que nadie había sido. Todos se miraban buscando respuestas en las caras ajenas. Pero Xander y sus amigos estaban seguros de que se trataba de alguna idea del “trío de las arpías”.
 Durante las siguientes horas, mientras todos dormían, los chicos juntaron zapos y mandaron a Javier con la bolsa para que los soltara dentro de la carpa de las chicas. A mitad de la noche se sintieron alaridos y corridas de las niñas. Nuevamente los padres y profesores se levantaron apurados pensando que esa vez, algún animal salvaje habría atacado a las pequeñas.
 Mientras miraban saltar los zapos fuera de la tienda, en tanto las niñas se encontraban en pijamas abrazadas sin dejar de chillar, los mayores no dudaron, aunque no culparon, que había sido la pandilla de Sifakis responsable de ese caos. Les pidieron a las niñas que se tranquilizaran mientras ellos verían que la tienda estuviera despejada, para que pudieran volver a meterse en ella.
 Los chicos estaban felices. Javier por primera vez sintió que tenía amigos con quienes divertirse. Los cuatro no paraban de reír cuando Lucas cayó en la cuenta de que deberían estar prevenidos porque las chicas no se quedarían sin responder. Así que decidieron montar guardias. Todos se quedaron dormidos. La guardia había sido un fracaso.
 En la mañana, antes de salir de la tienda, revisaron todo atentamente pero no encontraron nada raro.  Luego de higienizarse, todos se juntaron a desayunar té con leche y compartieron galletitas entre todos. Las chicas se acercaban a otras diciéndose algo al oído y así cada grupo miraba a Xander mientras reían con picardía.
 Los chicos supieron que el ataque estaba dirigido directamente a él. Una de las chicas dijo con tono de burla y en voz muy alta: _ ¡Él es Dios del amor!
  Las demás niñas reían. Xander les confió a los amigos que seguramente Ada, había revelado a todas las chicas, que su segundo nombre era Eros, que, efectivamente significaba “dios griego del amor”. 
 Los chicos no pudieron evitar compartir la risa de las niñas, mientras le pedían perdón reiteradamente a su amigo.
 Xander no dijo nada, pero sabía que los secretos de casa no valían para pelear afuera, hasta ese momento.
_ A diferencia de Ada, yo no tengo que rellenarme las tetas, para parecer un varón -les confió Xander a sus amigos-
 Los chicos rieron a carcajadas exageradamente sonoras, mientras le contaban a los de las tiendas cercanas cual era el motivo de su risa. Así, las carcajadas fueron avanzando por las carpas. Hasta que Ada, roja de furia, quedó parada frente a Xander que levantó la vista tratando de ponerse serio.
_ ¡Las reglas las rompiste tu primero! -se apuró a decir Xander-
 Ada se abalanzó sobre él golpeándolo con los puños. Los profesores la separaron del muchacho. Ada lloraba de bronca. Mientras se la llevaban ella continuaba tirando patadas para acertarle alguna a Xander.
 Los profesores se reunieron con los padres con los que compartían el campamento, para comentarles sobre el controvertido tema de los chicos Vitale y Sifakis. Ese trato había empeorado desde que sus padres se hubieron casado. Los años anteriores, al menos se ignoraban. Pero esos dos últimos años, parecían verdaderos enemigos. Lamentaban eso, porque los papás de ambos niños hacían una hermosa y tierna pareja. Ambos, sumamente compresivos y atentos, muy buenas personas, pero los chicos resultaban ser un problema en cualquier lugar que compartieran.
 El campamento se dividió entre niños y niñas para ir a bañarse al lago. El grupo de las niñas salió primero y luego iría el otro. Los varones estaban apurados porque regresen las chicas, para así ellos meterse al lago a disfrutar, así que ni bien las vieron, corrieron en tropilla a meterse al agua. Una vez que terminaron su prolongado baño y al salir del lago, Lucas y Xander no encontraron sus ropas. Todos tenían colocadas las suyas, menos ellos dos. Estaban seguros de que las habían dejado juntas en un mismo sitio. Todos los niños ayudaron a buscarlas, pero sin éxito.
 Debieron volver en ropa interior y descalzos, cubiertos por pequeñas toallas. Las muchachas reían y los provocaban divertidas, para que se quitaran las toallas. Los dos, enfurecidos, siguieron hasta la carpa para ponerse otra muda de ropa.
 Los padres se pararon frente a la tienda de las chicas, hablándoles a todos en general, dijeron que las prendas debían aparecer, aunque no se supiera quienes las hubieran tomado. Que tenían hasta las diecinueve horas para que aparecieran si no levantaban las tiendas y regresarían cada uno a su casa. 
 Esa tarde apareció la ropa en el medio del campamento.
 La semana terminó con bromas pesadas igual que como empezó. Los adultos sólo querían devolver los niños a sus padres y ver de no cruzarse nunca más con Sifakis y Vitale en sus vidas.
 El viaje de regreso en el micro fue tan poco alentador como el campamento, los vándalos peleaban entre sí, echándose en cara hasta el hecho de respirar.
 Al llegar el micro a la escuela, los padres esperaban ansiosos la llegada de sus hijos. Diana y Bruno abrazaron a los suyos mientras les pedían que les contaran como lo habían pasado. Por primera vez los chicos coincidieron en algo, sólo dijeron “bien” y luego callaron.

CONTINUARÁ MAÑANA...


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