El 25 de mayo de 2003 asumió la presidencia de la Nación Néstor Kirchner. La conducción de las Madres de la Plaza se quedó seducida por el nuevo Gobierno.
En realidad fue un pacto político, disfrazado de militancia. El esplendor llegó el 24 de marzo de 2004, en el aniversario del golpe militar, cuando el Gobierno entregó a los organismos de derechos humanos el predio de la Esma para que se levante un museo de la memoria. Allí delante de políticos, intelectuales, artistas, el presidente Néstor Kirchner dijo que “Hebe es la madre de todos los argentinos”.
El dinero comenzó a fluir en el momento exacto porque si bien Sergio Schoklender hacía crecer la Fundación, también aumentaba el número de cheques sin fondos por falta de financiamiento. Sergio era un audaz que primero emprendía un proyecto y después veía como pagaba. Un cheque de 1 millón de pesos emitido por el Tesoro de la Nación como fondo no reintegrable cubrió todos los descubiertos bancarios, los cheques sin fondo y las multas del Banco Central. El dinero del gobierno llegaba tan puntual como el Séptimo de Caballería.
Las madres, en particular Hebe, devolvieron con generosidad esos favores. Viajaron a Santa Cruz a embestir contra obreros petroleros que estaban en huelga, pidieron reprimir con gases a los manifestantes del campo y se retiraron de cuanto acto de izquierda se hablara mal del gobierno.
Dentro de la universidad popular de la fundación hicieron una limpieza de todos los intelectuales que no estaban de acuerdo con que un organismo de derechos humanos formara parte de un gobierno. Los opositores al acuerdo les decían que era desvirtuar la función para la que fueron creados, defender los derechos de la gente de los abusos gubernamentales.
La mayoría de los que se fue lo hizo en silencio para no desprestigiar ni a la Fundación de las Madres ni a las Abuelas de Plaza de Mayo, las organizaciones más afectadas por esta entrega sin condiciones.
A Néstor Kohan le levantaron la Cátedra Che Guevara para dejarlo sin trabajo. Kohan le envió una carta a Hebe. “Si alguna vez en la Universidad Popular se priorizó la palabra del Che Guevara, hoy ese mensaje marxista, insumiso y rebelde, ya no resulta cómodo. Lo entiendo perfectamente. No es compatible con la propaganda del "capitalismo nacional" que (a nivel puramente retórico) difunde Kirchner”.
Herman Schiller, un periodista militante de los derechos humanos y referente de la comunidad judía que estaba unido a las madres desde las primeras marchas, lo despidieron porque en su programa en Radio Ciudad un invitado dijo que Hebe era parte del gobierno represor y se había aliado con el enemigo. La crítica tenía sus razones: la presidente de las Madres de la Plaza ponía un manto de dudas sobre el secuestro de Julio López, el último desaparecido. “Vos traés a tu programa a enemigos de las Madres”, le dijo Hebe a Schiller y le levantó el programa que tenía en AM530 la radio de la Fundación. Sergio Schoklender lo notificó del despido.
La aproximación con Néstor Kirchner estimuló los aportes del exterior. Pronto comenzó a llegar dinero de Venezuela para financiar la Cátedra Bolivariana y los actos paralelos a la actividad oficial cada vez que Hugo Chávez visitaba la Argentina. Los petrodólares se hicieron sentir, aunque la contabilidad de la Fundación no los registró. A esta altura, la figura de Sergio Schoklender, el cerebro de la expansión, era intocable; tenía un poder absoluto en la organización.
La publicidad oficial en la radio 530AM “La voz de las Madres”, fue otro de los importantes ingresos. Sergio negoció las cifras. La emisora solo difundía las noticias que daba la agencia Telam y sus invitados eran los miembros más notables del Gobierno.
El gran despegue económico comenzó en 2006 cuando Sergio Schoklender se reunió con el secretario legal y técnico de la presidencia, Carlos “el Chino” Zanini. Sabía que el funcionario era admirador de Mao Tse Tsung; por supuesto Sergio habló como un maoísta consumado. Allí nació el proyecto “Sueños compartidos”; la Fundación iba a ser una empresa constructora de viviendas para los más necesitados. Como el Gobierno no quería comprometerse con las consecuencias, los gobiernos provinciales e intendencias debían contratar a la Fundación. La Nación les giraría los fondos y ellos pagarían a las Madres. Ante algún reclamo de Hebe, Néstor Kirchner se encargaba de llamar a algún gobernador o intendente en mora. Si alguien quería hacer viviendas con otra empresa constructora, no había fondos oficiales.
El balance de 2006 de la Fundación mostró una facturación de $ 4,15 millones (1.340.000 dólares). En 2009 la cifra aumentó a $ 188, 6 millones (50 millones de dólares). Los ingresos crecieron 3.630 por ciento. Al final del balance de 2009, en el capítulo “Conclusiones”, Hebe señaló en su carácter de presidente de la Fundación: “Sin perjuicio del conglomerado de compañeros que sumaron su accionar al servicio de nuestra causa, agradecemos entrañablemente la encomiable labor de nuestro querido e incondicional compañero Sergio Mauricio Schoklender, que supo encausar sin fisuras cada una de las decisiones del órgano máximo de la Institución”.
FUENTE: LUIS BELDI
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