Mi querido amigo Luis Agustín Brasesco, me ha pedido que
escribiera sobre como ha sido mi vida, él cree que la gente no sabe que toda mi
vida he sido una mujer de lucha, y si bien no me gusta hablar de mi, solo para
darle el gusto, lo haré.
Nada hay muy especial, la mía es una vida como la de miles
de mujeres que debimos trabajar y luchar para mantener una familia, mi única
consigna ha sido: “de alguna forma haré”.
De jovencita y ya casada trabajé en una clínica, en la que
aprendí a facturar prestaciones médicas,
con el tiempo aprendí a auditarlas y también la administración general de una
clínica, pasando por todos los servicios, podría decir que comenzando de cero,
porque mi primer labor se inició en el archivo de historias clínicas. Pero como
todo se aprende y todo se puede perfeccionar pude avanzar.
Cuando me separé de mi primer marido, ya tenía un trabajo
estable y un buen ingreso, nunca puse el tiempo como escusa para no hacer mi
tarea, cuando eso perjudicó a mis hijos, nos mudamos a un departamento a solo
una cuadra de distancia de mi trabajo.
Pasé algunos años dedicándome también a la compra y venta de
carne vacuna, compraba en Buenos Aires y vendía en la Patagonia, llegó el día
que decidí establecerme y puse en funcionamiento dos frigoríficos, uno en Bahía
Blanca como centro de operaciones de compra y otro en Neuquén como centro de
venta… Lamentablemente me tocó la época de hiperinflación y yo trabajaba con
perecederos. Mas, lo que había conseguido levantar en 3 años, lo perdí en 3 meses.
Debido a mi amplia
experiencia en el área de salud, regresé a trabajar en una prepaga como
auditora administrativa de prestadores, como la empresa era a su vez una
multinacional, me perfeccionaron en varias áreas y comencé a recorrer zonas, e incluso
Capital Federal para capacitar personal a la vez que realizaba mi trabajo de
auditoría en esas zonas.
El problema se planteaba con mis hijos, que si bien los
cuidaba una empleada “de oro” que tenía, yo pasaba mucho tiempo fuera de la
ciudad, pero aún así, como el trabajo era muy bueno y de buenos ingresos me
quedé para que los chicos (en ese entonces los 3 mas grandes) pudieran hacer
otras actividades además de la escuela.
A los 30 años se me ocurrió probar suerte fuera del país, no
fue una buena idea, pese a que rápidamente trabajé vendiendo libros en las
ferias de santos en cada pueblo italiano, trabajaba viernes, sábado y domingo;
pronto pude acceder a un vehículo y a tener un muy buen pasar, me adapté fácil
al idioma… pero extrañaba mucho a mis hijos y a mi país y en casi un año de
vivir en Italia solo pensaba en regresar. Todo lo dejé y con solo una valija
regresé a la Argentina… a comenzar desde la nada nuevamente. En esa época
aprendí que todas mis pertenencias materiales estaban dentro de esa valija, y
que aún así me sobraban cosas, para ser feliz. Se puede ser feliz sin nada.
Al año y medio de regresar de Italia, nace la mas pequeña de
mis hijos, con muchos problemas de salud tanto ella como yo… y debí ocuparme de
ella primero y luego de mi. Una época muy difícil y angustiante, pero de la que
ambas pudimos salir con el tiempo y la dedicación de cada caso.
Un día, al regresar a casa de noche, y con mi hija menor que
tenía 3 años, entran a mi casa 5 muchachones drogados y alcoholizados, uno de
ellos armado, para robarme, pese a que les di la cartera me dispararon igual y
quedé mucho tiempo lisiada del brazo derecho, ya que se rompió el radio y
algunos tendones mas algunos nervios… Luego de un año de rehabilitación y
algunas operaciones, retorné a mi trabajo.
Al tiempo decidí que con los conocimientos adquiridos podía
tener mi propia empresa de asesoramiento para médicos, clínicas, obras
sociales… y fundé mi propia empresa, en la que me fue muy bien, ya que logré un
contrato hasta con la subsecretaría de salud de la Prov. De Neuquen como
también con las mas importantes clínicas de la ciudad y alrededores.
En ese entonces militaba en el MPN en acción política, pero
con la gente de Sapag, (estaba Sobisch como gobernador). Fui a una cena de cumpleaños de Don Felipe
Sapag, a la que había sido invitada, la cena fue cubierta por el periodismo, y
ahí se enteraron en la provincia que yo estaba en la cena de Sapag. En una semana me dieron de baja como
prestadora dos clínicas sin darme ninguna explicación y al mes me dieron de
baja el contrato de Salud Pública, consultando a una clínica, que continuaba
con mis servicios, me explicaron que yo había pasado a una lista negra, y nadie
que estuviera relacionado de cualquier forma con el Estado neuquino me daría
trabajo.
Me enfermé, me internaron, perdí todo, hasta mis hijos…
Casi me llevó un año salir de mi enfermedad y volver a
empezar.
Como siempre y como cada vez, solo que con mas de 40 años de
edad, primero conseguí un trabajo en la Caja de Jubilaciones de Profesionales,
mas tarde me casé y comencé a construir propiedades para resguardar nuestro
futuro, cuando digo construir es literal, porque me ocupé absolutamente de cada
compra, albañil, arquitecto, diseño, trámites, acarreé bolsas de cemento y
contraté los servicios y máquinas necesarias para la casa principal y los 4
departamentos.
Mientras, cuidaba a mi marido enfermo de Trastorno Afectivo
Bipolar, enfermedad que nos consumía a ambos. Ya hace 3 años que vivimos separados.
Hace un tiempo, debido a problemas económicos de la zona,
tuve muchos meses dos departamentos sin alquilar, y desde mi separación ese ha
sido el ingreso con que contamos mi hija menor y yo. Entonces tuve que reinventar un trabajo y una
forma de ganarme la vida… comencé vendiendo antigüedades de mi propiedad,
ingresé al mercado de la compra venta por Mercado Libre y comencé a descubrir
las necesidades de la gente y lo que le gusta comprar, con las antigüedades
compré mercadería y así armé mi negocio en red que nos ha permitido vivir este
tiempo y que será el que permita que mi hija estudie arquitectura en Mar del
Plata.
Puedo decir que nunca bajé los brazos, salvo un par de
descansos por enfermedad, pero siempre, desde las cenizas me reinventé.
Nunca fui rica, siempre fui una trabajadora incansable y lo
único valioso que portaba era la
educación que me dieron.
Muchos errores de los que aprendí, muchos logros que me
hicieron crecer, muchos golpes me enseñaron los límites, pero hasta ahora
vivir, en un todo, ha sido una experiencia inagotable.
Espero Luis Agustín, haber cumplido con tus expectativas.
Graciela Rost
Gracias Vai Williams por tu retrato.
Gracias Don Luis Brasesco por su cariño.
Me causo una gran impresion Graciela y ojala te vaya muy bien de aquí en mas, beso grande , Peter Ledesma
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