Derrotados los partidos políticos, integrados los movimientos sociales de protesta y domesticados los sindicatos, la Corpo (la corporación o las corporaciones) es el “verdadero” adversario del kirchnerismo. El “periodismo hegemónico” es la Corpo, pero no es su único componente. “El campo también es la Corpo”, dijo Pérsico en el reportaje largo del domingo pasado, pero quizá se quedó en 2009 y hoy el campo sea ya filokirchnerista. Los acreedores y el establishment financiero mundial fueron la Corpo durante la presidencia de Néstor Kirchner, aunque ahora hasta Estados Unidos aplica “medidas económicas kirchneristas” y el FMI critica al Banco Central europeo por ser muy ortodoxo. La Corpo, entonces, siempre está, pero va mudando de rostro. Yendo bien para atrás, la Corpo fue el colonialismo español, luego el inglés y el norteamericano.
Pero, entonces, ¿qué es la Corpo? ¿Es el mal? ¿Es lo que se opone a nuestra emancipación o desarrollo? ¿Puede serlo cualquiera que se ubique en esa posición y dejar de serlo cuando se corra de ella? La Corpo sería un significado mientras que el colonialismo, los acreedores, el campo o el periodismo serían un significante cuya función es representar el impedimento mismo, aquello que nos limita y nos dice “no”.
Y entonces, ¿qué es lo que nos dice “no” a nuestros sueños de progreso e impide o retarda que se realicen? Casualmente, es lo real, aquello que no le importa cuán justas y nobles sean nuestras aspiraciones, o necesarias y urgentes las reparaciones que precisemos, aquello que no se deja transformar por el relato y se resiste a él con el poder de lo evidente.
La historia de la humanidad es la lucha por transformar positivamente al mundo, tanto natural como cultural. No siempre se logra en cada intento, pero generalmente se lo consigue en la suma de intentos a lo largo del tiempo.
La economía es uno de los campos de esa batalla, quizá el más difícil. Y donde muchos sueños han quedado aplastados por su impracticabilidad, por lo menos en ese momento de la historia. El fracaso obedece a que las fuerzas no fueron las suficientes, lo utópico de hoy puede ser realizable en el futuro.
Lo difícil de dominar de la economía no es la teoría económica, que evoluciona como cualquier ciencia, sino lo real del mundo material que ella estudia. Ese es el imperio de lo concreto al que todo político teme y al que los votos, como expresión del deseo de los habitantes, influyen pero no dominan.
Estamos bien pero vamos mal. Invirtiendo aquella muletilla menemista cuando se nos repetía que “estamos mal pero vamos bien”, podría decirse que la economía argentina actual está pasando su mejor momento con el tercer mayor crecimiento de producto bruto del mundo, sólo superado por el de China e India, pero en 2012 habrá problemas imposibles de evitar. En lugar de promover una política orientada a la reducción de daños, en parte por la campaña electoral, el oficialismo promovió un optimismo ciego que tuvo su mejor síntesis en la tapa de PERFIL posterior a las elecciones primarias, cuando el gobierno todavía sostenía que la economía argentina estaba blindada frente a la crisis internacional, donde acompañada de una foto del ministro de Economía en la nieve se recordó la frase que se repetía durante la Guerra de las Malvinas: “Estamos ganando”.
Estamos bien pero vamos mal. Invirtiendo aquella muletilla menemista cuando se nos repetía que “estamos mal pero vamos bien”, podría decirse que la economía argentina actual está pasando su mejor momento con el tercer mayor crecimiento de producto bruto del mundo, sólo superado por el de China e India, pero en 2012 habrá problemas imposibles de evitar. En lugar de promover una política orientada a la reducción de daños, en parte por la campaña electoral, el oficialismo promovió un optimismo ciego que tuvo su mejor síntesis en la tapa de PERFIL posterior a las elecciones primarias, cuando el gobierno todavía sostenía que la economía argentina estaba blindada frente a la crisis internacional, donde acompañada de una foto del ministro de Economía en la nieve se recordó la frase que se repetía durante la Guerra de las Malvinas: “Estamos ganando”.
¿A quién le ganamos? A la Corpo, claro. A la Matrix, al Sistema, a la hidra de mil cabezas, la del eterno retorno, que se encarna en distintos adversarios pero que nunca dejaría de habitar un cuerpo: el del periodismo.
Economistas y periodistas serían los mayores sirvientes de la Corpo porque cuando nuestros deseos no se realizan ellos son los encargados de reflejarlo y explicar por qué. No es casual que las mismas persecuciones que se aplican a los periodistas se destinen contra las consultoras económicas que informan la inflación real. Una anécdota que lo sintetiza es el globo que Moreno hizo colocar del Indec con la leyenda “Clarín miente”, siendo el Indec justamente el productor de la mentira más simbólica del país: su dato de inflación.
Al considerar al periodismo como el máximo exponente de la Corpo, se cae en el habitual error de confundir al representante con lo representado, de atribuirle al periodismo la capacidad de imponer su relato sin importar qué suceda en la realidad. Como lo demostraron estas últimas elecciones primarias, cuando lo real está bien aunque los medios más importantes del país lo quieran ver mal, su capacidad de influencia es extremadamente limitada. El problema se presenta al estar mal lo real, como en 2009, cuando la economía argentina tuvo una seria caída y no por casualidad De Narváez le ganó a Néstor Kirchner.
Si lo real está mal, la caja de resonancia que en sí mismo es el periodismo multiplica la velocidad de percepción y potencia el humor negativo de la sociedad. Los gobiernos autoritarios tratan de controlar a los medios no –sólo– para que aplaudan en los momentos buenos sino para tenerlos contenidos en los momentos malos, donde su capacidad de daño se multiplica exponencialmente.
El Gobierno tiene hoy lo real a su favor pero su preocupación está colocada a partir de 2012, cuando se comience a sentir el enfriamiento de la economía y los índices de popularidad de la Presidenta y los de aprobación de su gestión se acerquen a los valores que tenían antes de la muerte de Néstor Kirchner.
Considerar al periodismo como el componente invariable de la Corpo es denunciarlo de estar en contra del progreso social, algo que por egoísmo comercial no les convendría a las empresas de medios (salvo coyunturas especiales, como un enfrentamiento puntual), ni por solidaridad de clase a los periodistas, casi ninguno de los cuales nació rico.
Informar sobre las amenazas que pueden impedir la realización de nuestros deseos no implica querer que esos sueños no se realicen. Por el contrario, pueden buscar la forma de perfeccionar su implementación. Y la alerta temprana de futuros problemas ayuda a crear con anticipación mecanismos de defensa que reduzcan las consecuencias negativas.
fuente: Perfil
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