ELPIDIO GONZALEZ
Por Luís Agustín J. Brasesco *
En
el Radicalismo encontramos un número considerable de afiliados y dirigentes que
no conocen la lucha, vida y obra de un número importante de próceres de esta corriente política, que son modelos
de vida, limitándose a Leandro N. Alem,
Hipólito Irigoyen y a los más recientes como Balbín, Larralde, Sabattini,
Alfonsín, entre otros. Estas omisiones repercuten, produciendo una deficiente
información y formación, que provocan cada
vez una mayor ausencia de mística
partidaria.-
Uno de esos próceres ignorados es Elpidio González, recordado casi
siempre, como un viejito de bigote, barba y pobre, que habiendo sido
Vicepresidente de la Nación, se fue al llano, con las manos y los bolsillos
vacios y la conciencia en paz. Esto es una síntesis que refleja una realidad
cierta pero muy incompleta.-
Empecemos en este acotado escrito, la tarea de contribuir al
conocimiento de la personalidad de este prócer, siguiendo a Ismael Bucich
Escobar en su obra “ História de los presidentes argentinos” que nos narra, “ El
Señor Elpídio González es oriundo de Rosario, donde nació el 19 de agosto de 1875,
pero su prestigio electoral emana de la Provincia de Córdoba, donde desarrolló
constantemente su acción política hasta su primera elección de Diputado
Nacional en 1916 por un período de cuatro años. Apenas iniciado en sus tareas
legislativas, el Presidente Irigoyen al organizar su primer ministerio el 12 de
octubre de 1916 le confió la cartera de Guerra, que desempeñó hasta septiembre
de 1918, pasando a ejercer el cargo de Jefe de Policía de la Capital Federal en
una época de continuas y graves agitaciones sociales. En septiembre de 1921
renunció a esas funciones, reintegrándose
a la política activa, tanto en Córdoba como en el orden nacional. Fue
candidato a la gobernación de aquella provincia en las elecciones de fines de
ese año, pero la suerte del comicio le
fue adversa. En marzo de 1922 la
Convención Nacional del Radicalismo, llamada a designar sus candidatos para la
Presidencia y Vice de la República por el período 1922-1928, consagró su nombre
para el segundo término de la fórmula conjunta, que triunfó en los comicios
subsiguientes y en los colegios electorales, tomando posesión de su alta envestidura
el 12 de octubre de 1922. El Señor González presidió invariablemente durante
los seis años de su mandato, las sesiones del Senado Nacional y el mismo día 12
de octubre de 1928 que cesaba en él, pasó a ejercer el Ministerio del Interior
designado por el señor Irigoyen al iniciar su segunda presidencia. Mantúvose en
ese puesto el Señor Gonzalez hasta el 6 de septiembre de 1930.”- A los efectos
de completar la información el Señor Elpidio Gonzáles fue Vicepresidente de
Marcelo T de Alvear.-
Fue un lector y estudioso de Marco Aurelio, filósofo que profundizó el
estudio de la virtud, tomando a las
mismas como reglas de vida que él cumplió a raja tabla.-
Marco Aurelio tuvo cuatro principios presentes en su vida a saber, a).
De su abuelo recibió el de practicar costumbres irreprochables, b)- De su
padre, el de la modestia y la fuerza varonil, c) De su madre, el de la piedad y
la beneficencia y c) De sus preceptores, él desterró la expresión *no tengo tiempo.* Asceta cívico tuvo en Hipólito Irigoyen a su
amigo y maestro, en el pensar y el obrar y encontró en los principios de la
abstención e intransigencia, los caminos para encauzar sus virtudes aprendidos
en las lecturas de Marco Aurelio y asumidos como estilo de vida.-
Amable, sereno, practicante de la no violencia, inteligente, capaz,
recto en su actuar, severo consigo mismo, decente, honrado, trabajador
incansable, para él la Unión Cívica Radical, era una religión cívica que
imponía ser un sacerdote laico de su doctrina y ser un misionero de la
democracia.-
Elpidio González, alumno aventajado de abogacía en plena juventud se
planteo que la lucha que libraba el Radicalismo para consumar la Reparación
Nacional, imponía decidirse, estar en el foro o en la Plaza y decidió abandonar
la abogacía y estar en el lugar que le imponía el ministerio laico de su
religión cívica, la Plaza.-
Este hombre no pretendía imponer su estilo y hábitos de vida, pero sí,
con su pensar y obrar pretendía brindar una formación básica en el hombre radical, sin la cual se desvirtúa
la doctrina partidaria y el objetivo final que es ser escuela de civismo e
instrumento para consumar la Reparación Nacional. Así un Radical debe ser de
costumbres irreprochables, modesto, firme en sus ideas que se manifiestan en su
actuar y estilo de vida, firme en la voluntad para que cada habitante del suelo
patrio se transforme en ciudadano, ser piadoso, no violento, honrado, decente.
Sin esta formación moral no se puede predicar la doctrina del Radicalismo y la
filosofía de la Democracia.-
Eso fue Elpidio González, respetado, escuchado por todos y
lamentablemente por muchos olvidado, quizás porque tengan miedo al actuar,
obrar, pensar y vivir de Don Elpidio.-
En
estos tiempos en que se discute si la Unión Cívica Radical debe unirse o hacer
un frente con este o aquel partido, es necesario primero mirar dentro del
partido, profundizar un examen colectivo
e individual para llegar a saber si somos lo que debemos ser o simplemente
estamos dilapidando el pasado glorioso del Radicalismo habiendo sepultado la
mística y con gran naturalidad – espero que sea no consiente- recitando
slogan repetidos, esforzándonos en ser
minoría y tener algunas bancas, siendo un burdo mascaron del centenario
partido.-
Esto es lo importante, ¿Hablamos permanentemente con el pueblo o vivimos
los problemas de la sociedad solamente viendo televisión?, ¿vivimos a lo largo
y ancho del país alejado de los diversos sectores sociales o estamos con la
naturalidad y permanencia de quienes viven el problema del otro en contacto con
ellos? Porqué estas preguntas? Sencillamente porque si lo que nos enseñaron
nuestros próceres partidarios, la mística, la doctrina, los ideales del
Radicalismo, las virtudes de vida de Elpidio Gonzalez y de otros prohombres
partidarios, no están encarnados en la de nuestros dirigentes, se está
sepultando a la Unión Cívica Radical.-
Quien escribe estas líneas, ya lo ha comentado muchas veces, siendo niño
creo haber tenido diez años, por allá por 1940, de la mano con mi padre
caminando una mañana por Avenida de Mayo, en Capital Federal, de repente
exclamó * Don Elpidio*, y este anciano de barba y bigote, sobriamente vestido,
contestó * Brasesco, que gusto como se
encuentra Ud. y los amigos de Entre
Ríos*. Parecía un profeta, sencillo, humilde que imponía respeto e irradiaba
paz. Hablaron unos minutos, se saludaron con un fuerte abrazo y se despidieron. Mi padre me
dijo, *este Señor fue Vicepresidente de la Nación y actualmente vende anilinas
y hojas de afeitar que llevan escrito en su envoltorio el nombre de Don Hipólito,
con su foto, y más abajo se lee una
leyenda que dice Un Corte Rasante, un amigo,
que fabrica hojitas de afeitar, las ha hecho especialmente para que Don
Elpidio se dedique a venderlas, por eso agregó, lleva ese portafolio negro*, y
ese hombre se perdió en la multitud.-
Profundamente religioso, fue un laico franciscano, vivió una vida
monástica, serena y feliz sus últimos años, no aceptando una pensión que el
gobierno del fraudulento Presidente Justo pretendió otorgarle. Sencillamente
vivió una pobreza digna, honrada,, por
ello Arturo Capdevila, ese gran escritor cordobés, gloria de las letras
argentinas y radical nos cuenta en un largo escrito sobre su vida “…….Después
enfermó para el último trance. Se tendió para él, ex vicepresidente de la
Nación, indeterminado lecho de hospital. Se comprendió por muchas señales que
el angel, de la inmensa paz no andaba
lejos. Que se le acercaba. Que le cubría
con un ala, y ahora sí que la hora del ansiado
hábito monástico de la orden seráfica se aproximaba, bien que el hábito
le llegaría en forma de mortaja, con su
cordón y su capucho como probado buen abrigo para los fríos ulteriores. En la mañana del 18 de octubre – año 1951- fueron
trasladados sus restos del Hospital Italiano a la Casa Radical Fui
de los primeros en reverenciar su silencio. Pero ya muchos prohombres del
Partido habianse adelantado a inclinarse ante su féretro. Estaba
bellísimo aquel varón admirable en el lecho del ataúd. No como de mármol; sino,
mejor, como de marfil. Así: ebúrneo. Y la barba, de una plata amarillenta, iba
a confundirse con la cruz de su apacible fe que, como trascendente escudo, le
habían puesto sobre el pecho. En esa forma era una estampa del Oriente, así
ataviado de peregrino de los Eterno, como bajo un fulgor de santidad de otros
tiempos: ¡ Tan rico estaba ese pobre!
Y
pues parecía dormido y no muerto, y dado que seguía subiendo la mañana y no es
bueno que un monje de San Francisco duerma más allá del alba, era como para
tomar la resolución de decirle: * Padre Elpidio, padre González, despertad.
Miradnos. Aquí os estamos rodeando con la reverencia en el alma. Despertad,
padre Elpidio González. ¡Echadnos la
bendición!”.-
*Abogado Senador Nacional
(1983-1992) U. C. R.
Secretario Convención
Nacional Constituyente 1994
Vicepresidente primero
Convención Constituyente de Entre Ríos 2008
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