jueves, 30 de junio de 2011

La Constitución o el delito. Por Santiago Kovadloff


Queda claro: la lucha de fondo, a partir de aquí, será a favor o en contra de la Constitución. A favor o en contra de la ley. A favor o en contra de la alternancia. A favor o en contra del autoritarismo. Sólo después, si se impusiera el marco de un sistema político y jurídico saneado, la izquierda y la derecha tendrán ocasión de ofertar sus matices doctrinarios.
Hasta ese momento la lucha será otra. Hasta allí, lo que está en juego son dos concepciones de la gobernabilidad. Una es democrática, la otra no. Anteponer lo ideológico -como campo de confrontación prioritaria- a esta alternativa axiomática equivale a darle la espalda al drama del país para buscar amparo en el lirismo conceptual. O, lo que es peor, a instalar la discusión en un escenario que a todas luces le conviene al oficialismo para seguir camuflando con bellas palabras hechos deleznables y propósitos demagógicos.
Javier González Fraga hizo saber que si Ricardo Alfonsín se impusiera en las elecciones de octubre, su gobierno sería gradualista en todo menos en lo que atañe a la Justicia. En otros términos: no hay que enfriar la economía, pero sí hay que recalentar la vigencia de la ley. Tiene razón. La Constitución no regirá de veras si no se impone la intransigencia en su cumplimiento. ¿No es ésta acaso también la convicción de Elisa Carrió? ¿No es éste el planteo central de Eduardo Duhalde? ¿Y qué decir de Hermes Binner, sino que es este mismo principio el que lo define? Ninguna de las fuerzas partidarias interesadas en competir por la conquista de la próxima presidencia puede tener con el oficialismo una diferencia más sustancial que ésta ni un motivo más hondo para impulsar un acuerdo básico entre todas ellas.
Es fácil prever hacia dónde se encaminará el oficialismo si gana las elecciones de la próxima primavera. No es fácil en cambio advertir todavía si sus opositores están dispuestos a deponer las diferencias que los segmentan ante la necesidad de impedir que ese triunfo oficialista se produzca. Nadie como los Kirchner ha manipulado con tamaña astucia y afán de distorsión los recursos ofertados al poder por una democracia debilitada, en favor de un desvalimiento aún mayor de sus fundamentos.
Hay horas en las cuales no entender qué es lo decisivo para una nación puede resultar fatal para su porvenir. Esta es una de ellas. Las circunstancias exigen de las dirigencias opositoras una lucidez perceptiva que no admite más dilaciones. Lo que primeramente hace falta es derrotar al kirchnerismo. Se trata de identificar o dejar de identificar la línea divisoria entre quienes comprenden que es indispensable defender la democracia y volver a consolidarla y quienes la esquilman sin pudor por entender que es otro el camino que debe seguir la organización nacional. De modo que o se está con la Constitución o se está contra ella. Con el propósito de respaldarla o con el proyecto de abolirla en favor de otra legalidad.
La fortaleza moral imprescindible para restituirle auténtica significación al orden constitucional malamente vigente no puede tener otra raíz que la conciencia del dolor, del envilecimiento, de la estafa y del empobrecimiento sembrados por la decadencia en que nos encontramos. No son la riqueza que el Estado acumula ni el consumo desbordante y circunstancial que alienta los que harán la felicidad de nuestro pueblo -como querían Sarmiento y Alberdi-, sino su adecuada y honesta administración. La corrupción administrativa por parte del Estado convierte los recursos con que cuenta en un robo y en una herramienta extorsiva. No es pues el progresismo lo que debe discutirse hoy en la Argentina, si de veras se quiere ir al fondo de las cosas. Hay algo previo que cabe discutir y son las condiciones que hacen posible la gobernabilidad. Ellas remiten a dos procedimientos básicos que pueden promoverla. Uno es el delito. El otro es la subordinación a la ley. Uno y otro encaran de muy distinta manera lo que es urgente resolver: el empleo, la educación, la inversión, la salud pública, la inseguridad. Se trata de optar, de convalidar uno u otro de esos dos procedimientos. De generar o dejar de generar las condiciones propicias para que la política, democráticamente entendida, vuelva a despertar expectativas sociales de dignidad y progreso.
¿Implica el acuerdo entre Ricardo Alfonsín y Javier González Fraga una evolución de ambos partidos -el Justicialismo y la Unión Cívica Radical- hacia una complementación que reconoce tanto la necesidad de acatar las instituciones como la de aprender a gestionar el poder? Si así no fuera, un eventual recambio de inquilinos en la Casa Rosada no habrá significado nada más que una efímera ilusión. Si así fuera, la distensión del conflicto social y el gradual desarrollo del proceso educativo irán infundiendo al ideario republicano un peso social y cultural que no tiene. De modo que la cuestión primordial no es saber quién ganará y quién perderá. Lo que cabe saber es qué se ganará y qué se perderá con quien gane y con quien pierda. Se trata de ver si estamos dispuestos a ir hacia una reforma constitucional que asegure la reelección indefinida del oficialismo actual o hacia un proyecto de alternancia que devuelva consistencia y seriedad a la democracia argentina.
Como ha ocurrido siempre con el kirchnerismo, es él mismo quien genera sus mayores dificultades y abre sus flancos más vulnerables. Sus contradicciones lo desbordan y, al igual que en el caso de Jekyll, su lado oscuro termina por empañar su triunfalismo y su soberbia. Como ha escrito Eduardo van der Kooy: "Los casos Bonafini y Moyano no se circunscriben sólo a ellos, a sus pensamientos y sus conductas. Representarían también un estado de crisis (¿incipiente?) en dos de los tres engranajes que, desde 2003, le permitieron funcionar al sistema kirchnerista. Refiere a las organizaciones sociales y de derechos humanos y al sindicalismo. La otra pieza está paralizada hace rato. El peronismo vive encapsulado y temeroso. ¿No esconde esta patología, también, un estado de crisis potencial?"
Si Néstor Kirchner viviera, el fantasma de la reforma constitucional no sería agitado con imprudente insistencia en la trastienda del poder. La alternancia matrimonial seguiría desempeñando, seguramente, el papel que empezó a cumplir en el año 2007. No siendo ello posible, Cristina Fernández necesita uno o dos períodos más al frente del Ejecutivo para terminar de dar a luz su descendencia confiable, hoy en pleno proceso de cocción. Transformada en madre simbólica y doctrinaria, podrá ver mañana su identidad expandida y perpetuada en un hijo o en varios de ellos, que no necesitarán ser carnales para ser ideológicamente legítimos. Por el momento, las referencias constantes de su entorno a la necesidad de "proteger a Cristina" tienen su razón de ser. La Presidenta depende mucho más de lo que desearía de quienes la rodean, cosa que con Néstor Kirchner no ocurría. A ella hay que cuidarla. De él había que cuidarse.
Para configurar la contundente victoria electoral que busca, Cristina Fernández debe sumar, a los que ya tiene asegurados, votos que la siembra populista no le basta para cosechar. El sentimentalismo que vertebra la sensibilidad política de muchos argentinos y el auge consumista en curso se muestran dispuestos a brindárselos. Los dictados del corazón, tan fervorosos como volátiles en el orden político, y los descarnados intereses económicos que sólo tramitan por la vía del cálculo sus opciones constitucionales se perfilan así como plenamente complementarios. Y la Presidenta ha demostrado tener reflejos rápidos para capitalizarlos. Bien lo ha dicho recientemente James Nielsen: "La compasión que tantos sienten por Cristina desde que murió su esposo ha podido más que la inoperancia tragicómica del gobierno que encabeza". Lo demás y siempre a su favor, al menos hasta ahora, lo ha venido haciendo la desconfianza social en la política y, sobre todo, en la consistencia de las instituciones.
Más allá de lo discutible que pueda resultar este diagnóstico, lo cierto es que el nuestro es un país con dificultades profundas para generar mecanismos de control. Y de esa impotencia se alimenta muy buena parte de nuestro escepticismo social. Carlos Pagni ha dicho con precisión que el nuestro es un país políticamente insolvente. Apto para los procedimientos populistas pero no para las exigencias de una democracia cabal. Propicio para la instrumentación de la pobreza pero no para su resolución. Nadie lo sabe mejor que aquellos que hoy celebran la fragmentación y la diáspora en que andan sumidos los partidos políticos y festejan el retroceso del orden constitucional. Es, no obstante, en circunstancias como éstas que cabe decidir de qué lado nos pondremos. Si del lado de la resignación o del lado de una búsqueda tan difícil como imprescindible. Tan riesgosa como fundamental.
© La Nacion

miércoles, 29 de junio de 2011

¿Si Cristina gana en octubre, los argentinos también ganan?

 La sociedad argentina está acostumbrada a tropezar con la misma piedra. Octubre se avecina y la pregunta que conviene hacerse es si ella gana,  los argentinos ganan o pierden su posible triunfo.



por JORGE HÉCTOR SANTOS
 
. Cuando Cristina Fernández de Kirchner fue elegida por su esposo para ser su posible sucesora presentándose a elecciones presidenciales de octubre de 2007 donde ganó y como consecuencia de ello desde diciembre de ese año ejerce el  Ejecutivo nacional.
 
Antes de ser electa quien escribe tuvo oportunidad de preguntarle a uno de los senadores nacionales más destacados -por su apellido famoso en la función pública-  y que fuera compañero de ella, durante largos años en el Congreso: ¿Cómo es Cristina?
 
La respuesta fue contundente: “Si Ud. la conoce no la vota”; y agregó:
 
“Néstor, a pesar de todo, es preferible que ella (Cristina)”.
 
Dicho esto, y aún sabiendo que Cristina Fernández tiene amplias posibilidades de ser reelecta, vale la pena preguntarse cuáles son los riesgos que se corren frente a un segundo mandato de la viuda de Kirchner.
 
En primer lugar la historia argentina recoge la experiencia que los segundos mandatos presidenciales nunca fueron buenos y en general terminaron mal.
 
Existen características que conforman la personalidad de la presidente y su reducido séquito que la rodea que hacen que ésta viva alejada o aislada de la realidad y además, se muestre en una actitud arrogante de ejercicio del poder, lo que la convierte en la virtual detentora del poder supremo, harto peligroso y muy proclive a un autoritarismo exacerbado.
 
La sociedad argentina está excesivamente fragmentada por acción de los Kirchner, que se han peleado con casi todos, y esta actitud en Cristina, de ganar puede a partir de una exagerada omnipotencia ahondar aún más esa desintegración.
 
Si la falta de diálogo con los distintos sectores sociales y políticos ha sido y es una particularidad de los Kirchner, de obtener en la urnas un nuevo período presidencial esto que hasta aquí ha sido un impedimento cierto puede convertirse en una dificultad mayúscula frente a cualquier obstáculo que se le presente por su propia misantropía.      
 
La libertad de prensa en la Argentina se podría ver seriamente comprometida y los medios independientes podrían ser aún más perseguidos con lo cual el panorama de las libertades individuales también se vería frente a un panorama desolador.
 
Si el monopolio informativo oficial, hasta aquí, no solo se multiplicó usando recursos públicos, en un nuevo mandato del cristinismo, este seguirá creciendo para seguir trastocando la realidad y seguir publicitando con un marketing mentiroso un país virtual, muy lejos del real.
 
Los adversarios políticos que puedan gestionar gobiernos provinciales o municipales si hasta el presente han sufrido y muchos fueron puestos de rodilla ante el poder central para recibir los fondos que le corresponden en un segundo período esta posibilidad de padecimiento se puede acrecentar producto de la vanidad de quienes hasta el presente han dado muestras de que la misma es desbordante.
 
La victoria del oficialismo, ya sea en primera o segunda vuelta, servirá para aplastar aún más las restantes instituciones de la vida democrática, muchas de ellas casi destruidas como la militar o en vías de serlo como la policial. Si el apriete a jueces hasta ahora a superado cualquier miopía va de suyo que igual práctica no solo continuará sino que trepará a escalas mayores.
 
Un gobierno reconfirmado en el poder pero sin la mesura que le podrían poner los peronistas tradicionales desplazados, puede convertirse en una topadora que trate de avasallar todo en su recorrido cuando buena parte de todos esos históricos han sido reemplazados con jóvenes fanatizados, que son destacados por la propia presidente en sus arengas, y que ocuparán puesto claves en el Legislativo y en el Ejecutivo.           
 
Si el “modelo” es considerado exitoso y no admite críticas ni autocríticas se sobre entiende que la inflación seguirá sin ser reconocida y por lo tanto no atacada con el riesgo y los costos sociales que esto implica, al igual que la inseguridad que no contempla plan estratégico alguno para combatirla seriamente sino que responde a medidas improvisadas y donde la policía parece ser el adversario a vencer mientras la delincuencia disfruta y se aprovecha de esas torpezas.
 
La inseguridad jurídica ya dado prueba más que suficientes que aleja capitales. En los cuatro años de gobierno de Cristina han salido del país US$ 50.000 millones. Si ella continúa en el poder por qué habría estos de regresar y de qué manera podrían ingresar inversiones extranjeras a un país que ha caído al sexto puesto en Latinoamérica en esta materia y que al unísono presenta intenciones y realidades en participaciones estatales en el accionariado de empresas privadas, las que podrían agudizarse.
 
Quién podría estar seguro que figuras como Guillermo Moreno o Gabriel Mariotto con sus formas y sus fondos no serían reemplazadas por otras provenientes de La Cámpora  que reúnan incluso distintos perfiles pero peores intenciones que los nombrados.    
 
Qué capital  extranjero que brinde puestos de trabajo para paliar el desempleo y el empleo en negro puede arribar a estas tierras cuando en pleno siglo XXI  el flamante candidato a vice gobernador por la provincia de Buenos Aires elogia a la presidente de la Nación expresando que "Cristina es el Perón y la Evita de este tiempo".
 
En qué palabra se puede confiar en un futuro gobierno de Cristina para poder llevar adelante una inversión en la Argentina, en la del ministro del área, en la de Carlos Zannini, en la de Julio De Vido, en la de la presidente o en la Máximo Kirchner.
 
Para llevar adelante un emprendimiento en la provincia de Buenos Aires, se puede hablar con el candidato a gobernador, Daniel Scioli, si este gana o habrá que hacerlo con su alguacil, Gabriel Mariotto, o con además con el casi 65% de La Cámpora que manejará la legislatura.
 
Qué panorama de paz social se avizora de ganar el cristinismo como consecuencia de las heridas no cicatrizadas de las luchas por espacios de poder perdidos por Hugo Moyano, los barones del conurbano y hasta del piquetero Luis D’Elía.
 
El premio que la presidente le otorgó a Roberto Feletti anexándolo a su boleta para pedir el voto a los porteños, es todo un síntoma a tomar muy en cuenta ya que el actual viceministro de Amado Boudou se hizo célebre cuando dijo que "el populismo debe radicalizarse" porque "ganada la batalla cultural contra los medios, y con un triunfo electoral, no tenés límites". Esto se debe agregar a las declaraciones de Mariotto quien dijo “Ahora vamos por todo”.
 
El caso Schoklender-Madres; los escándalos del Inadi aseguran que la corrupción a nivel gubernamental continuará con igual impunidad judicial que la que han logrado hasta el momento.
 
Existe y aumentará en un nuevo mandato el relato cambiado de la historia -cargado de odios y de resentimiento- sobre los sucesos de los años ‘70 vertidos como adoctrinamiento a jóvenes menores de  40 años -nacidos después de los ’70-. Esto se hace desde programas como ‘6, 7, 8’; desde periodistas como Horacio Verbitsky o Víctor Hugo Morales Morales; en claustros universitarios llevado adelante hasta aquí entre otros por Gabriel Mariotto. A estos jóvenes se les inyecta el venenoso concepto “que si les va bien es gracias a Cristina y si les va mal es debido a las malditas corporaciones”.
 
En el plano económico no se avizoran cambios para revertir la pobreza que alcanza al 25% de la población; la política clientelar del gobierno que a través de subsidios se ha convertido  en una fábrica de vagos; el desdén fáctico por la educación y la salud pública; los subsidios a los concesionarios de trenes que son un foco de corrupción; el sobreprecio de la escasa obra pública; el incremento del gasto público; el atraso cambiario; la inflación; la falta de transparencia en la utilización de los dineros fiscales; las atrasadas tarifas de los servicios públicos que son una bomba de tiempo, etc.
 
En conclusión:
 
Si la reina Cristina tiene posibilidades ciertas de imponerse en las próximas elecciones y aún en primera vuelta,  pese a esta lista enunciativa de conflictos no menores que se pueden acelerar en su posible nuevo mandato, la sociedad argentina atraviesa una crisis no menor que se extiende desde años y se agudiza con el tiempo y que demuestra que no aprende de sus errores; que la visión cortoplacista se impone; que el país de heredarán sus hijos poco le importa y que el individualismo prevalece más que nunca sobre una comunidad envuelta en una crisis de valores por demás extrema.
 
Si el pueblo unido jamás será vencido; los gobernantes hacen uso y abuso de la desunión del pueblo que ellos mismos fomentan para su propio beneficio y a espaldas del conjunto.  
 
Pero la invitación sigue en pie, Si en octubre Cristina gana, Ud. gana o pierde?

fuente: U24

Guía del Ciber K: Insultos y doble moral en Internet

 Captura de pantalla del blog ciber K
(posteo del viernes 24 de junio del 2011)
UNA CONTRADICCIÓN MÁS Y VAN


Una muestra más del doble discurso kirchnerista seguido por sus "militantes" en Internet: promueven debates sin insultos en el mismo blog oficial en el que se refieren a sus opositores de maneras denigrantes. Un ejemplo claro de cómo el oficialismo dice promover una cosa, pero hace otra bien distinta.


Sabido es que el gobierno de Cristina de Kirchner lleva tiempo reclutando "militantes" en Internet. Seguidores fervientes del modelo oficialista de doble discurso, la muchachada de ciber K cae en las mismas contradicciones que sus referentes.

Para muestra, un botón.

En uno de los tantos blogs promocionados dentro de foros y redes sociales, los ciber K presentan su declaración de principios en algo que denominan "La guía del ciber K", sin dudas una muestra excepcional de una declaración de intenciones que podría ser tomada en serio y como un buen gesto... si no fuera porque ni siquiera donde hacen gala de su pretendida altura intelectual y se dedican a hacer exactamente lo contrario.

En el blog Ciber K puede leerse la guía, que reza de la siguiente forma:

Guía del Ciber K

Los Ciber K buscamos profundizar el debate político auténtico en un entorno donde la manipulación mediática y la confusión están haciendo estragos. Para ser parte de la solución y no del problema debemos seguir algunas normas al momento de debatir tanto entre nosotros como con amigos o desconocidos en las redes sociales.

Lo que no hacemos

no realizamos ataques sistematizados contra ninguna persona o entidad.
no le faltamos el respeto a las personas con las que debatimos.
- no seguimos debatiendo cuando nos faltan el respeto en reiteradas ocasiones.

Lo que si hacemos

- Estudiamos. Aprendemos historia. Debatimos. Consensuamos.
- Expresamos nuestra opinión en las redes sociales y los medios on line.
- Le hacemos saber a los actores políticos nuestra opinión.
- Organizamos acciones dentro y fuera de internet para concientizar sobre la importancia de la política.

Ahora bien, en el último posteo subido al sitio militante hasta el día de hoy se propone lo siguiente:

"Día del gorila arrepentido

Difícil la vida del gorila en estos tiempos.

No me refiero al gorila viejo, ese ya está jugado. Me refiero al joven gorilita que un día se despierta y se da cuenta que en realidad estaba equivocado, que ya no quiere ser gorila.

Pero claro, esta todo cubierto de pelos, come bananas y todo el mundo lo señala con el dedo diciendo "ahi va el gorila". ¿Qué puede hacer?

Por eso queremos proponer crear el "Día del Gorila Arrepentido". Una especie de "amnistía" que una vez al año otorgaríamos a quienes se decidan a dar el salto.

Vayan pensando, si les gusta la idea, que día puede caer".


El comentario Ciber K oficial está simpaticamente ilustrado con un gorila joven que mira a la cámara de espaldas.

Se puede conceder que se trata de una especie de chanza que sin dudas resulta graciosa para más de un aliado al gobierno por la referencia clásica del peronismo a sus opositores pero... ¿no se trata eso de un ataque contra las personas, en este caso, aquellos jóvenes que puedan llegar a decidir optar por apoyar al gobierno? ¿No es insultivo decir que alguien es un mono que come bananas y está lleno de pelos sólo por no estar de acuerdo con este gobierno?

¿No se supone que los Ciber K no hacen esas cosas?

Y en la misma línea: ¿Dónde quedó el respeto? Se supone que no le faltan el respeto a las personas con las que debaten, aunque sus propios posteos resultan contradictorios.

Esa contradicción evidente es una línea de acción, sin duda una forma de "doble vínculo" utilizada frecuentemente desde el gobierno para atacar a opositores y, a la vez, aleccionar a sus seguidores.

Una sola palabra: lamentable.



FUENTE: U24

IMAGEN DE FORMULA 2011 FPV


Cuando gobernar es hacer campaña. Por Joaquín Morales Solá


Una de las más recientes fantasías del kirchnerismo es creer que un país puede vivir sin gobierno. La meticulosa obsesión de la Presidenta por la depuración de las listas de candidatos nacionales, provinciales y hasta municipales denunció que estuvo dedicada a tiempo completo en las últimas semanas a esa faena. Su equipo más íntimo la acompañó en las distracciones de esa manía. Importantes ministros estaban, por lo que se vio luego, empeñados en auparse en las listas más que en administrar el país.
El fenómeno no es nuevo. Ya desde comienzos de año se advertía, por ejemplo, que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, era sometido a una operación continua de poda política. El responsable constitucional de la aplicación del presupuesto nacional estaba más preocupado por la suerte de sus comisarios en la Policía Federal que por el buen destino de los fondos públicos. El canciller Héctor Timerman entró en una zona de increíble silencio desde que usó un alicate para abrir una valija militar del gobierno norteamericano que contenía las claves secretas del Pentágono. La Presidenta ordenó hace pocos días devolver esa valija, pero nunca se explicó por qué la restitución se demoró tanto.
Al revés de lo que opinó Cristina Kirchner cuando anunció su nombre como compañero de fórmula, Amado Boudou brilló más por su ausencia en los temas económicos que por el peso de sus iniciativas. A esa desaparición ministerial deben agregársele las rencillas internas del Banco Central y la constante discordancia entre el propio Boudou y la jefa de la autoridad monetaria, Mercedes Marcó del Pont. Boudou y Marcó del Pont fueron encumbrados cuando existía un jefe de la conducción económica en los hechos que no era ninguno de ellos; era Néstor Kirchner. A partir de la muerte del ex presidente, sobresalió más que nada un gobierno sin equipo económico.
Ahora, para peor, los candidatos Boudou, Aníbal Fernández y Julián Domínguez, ministro de Agricultura, están más interesados en las elecciones de octubre que en la conducción cotidiana del gobierno. El resto de los ministros (salvo la infaltable Alicia Kirchner) bregan para conservar sus cargos en un hipotético segundo mandato de la Presidenta. Muchos de ellos están conspirando, además, para ascender a los sillones que podrían quedar vacantes tras las elecciones de la primavera. La Argentina se prepara, por lo tanto, para enfrentar cuatro largos meses con menos gobierno de lo que ya tenía.
Triunfos y derrotas
La pregunta que debe hacerse, entonces, es por qué está Boudou en la candidatura vicepresidencial. Cualquier comparación entre los mandatos de Néstor y de Cristina Kirchner arroja resultados mucho mejores para los años en que gobernó el ex presidente muerto. El nivel de crecimiento de la economía fue más alto; hubo en esos años un importante superávit fiscal y de la balanza comercial, y existió un estilo más prudente para manejar el gasto público. La única habilidad manifiesta de Boudou ha sido la de inclinarse ante las necesidades políticas de su presidenta: se subordinó a Guillermo Moreno, hasta convalidar la intervención del Indec, y no puso ningún reparo cada vez que se decidió despilfarrar los recursos públicos.
Sin embargo, la derrota más estrepitosa del ministro y candidato se la propinó la inflación. Loscensurados estudios privados indican que el nivel de inflación durante 2011 oscilará entre el 25 y el 30 por ciento anual, lo que convierte a la Argentina en uno de los países más inflacionarios del mundo. Boudou habló una sola vez de la inflación y derrapó de tal manera que parece haberse callado para siempre. "La inflación es un problema de la clase media", dijo, contra todos los manuales de economía que se escribieron en la historia de la humanidad. La clase media lo detestó y los sectores pobres (que son las primeras víctimas de la inflación) lo condenaron. La Capital, donde está el corazón de la clase media argentina, lo vetó luego como candidato a jefe de gobierno.
Con escasos pergaminos como ministro y con módico atractivo electoral, aquella pregunta (¿por qué Boudou?) carece de respuesta. En su jubiloso discurso del sábado, la Presidenta describió a Boudou como uno de los arquitectos de un modelo argentino que no está atado a los vientos de cola del mundo. En su propio período presidencial está la réplica a esa afirmación: según, desde ya, los más serios estudios privados, el PBI argentino cayó entre el 2 y el 3 por ciento durante 2009 como consecuencia de la crisis financiera y económica mundial. Digan lo que digan, la economía argentina sigue atada a los vaivenes internacionales.
Resulta que ahora la economía del mundo camina muy cerca del abismo. Europa discute en voz baja la propia continuidad del euro, mientras se resuelve en estas horas si uno de sus países, Grecia, caerá -o no- en un próximo default. Los Estados Unidos no logran consolidar su recuperación tras la crisis y los últimos datos sobre el progreso de su economía no han sido buenos. China toma recaudos ante el menor consumo de muchos de sus más importantes mercados; debe lidiar también con los primeros brotes internos de rebeldía y con una inflación incompatible con su insensible sistema social. Brasil está tomando medidas para frenar una importante caída en el superávit de su balanza comercial, que podría afectar las importaciones que le llegan desde la Argentina.
Silencio en la Argentina. Brasil, Europa y China son los principales destinos de las exportaciones argentinas. Problemas de distinta envergadura están cercando a todos esos países. El Gobierno se encierra en el blindaje discursivo de que aquí existe un modelo propio, ajeno a las vibraciones del mundo. La oposición, es cierto, tampoco parece reconocer esas novedades que podrían tener serias consecuencias para la economía nacional. Un suerte de cultura aislacionista se instaló en la política argentina y, en ese sentido, debe aceptarse que existe un triunfo cultural del kirchnerismo.

fuente: La Nación

La democracia es debate. Por Alfredo Leuco (AUDIO)

Creo en el debate de ideas. Creo que esa esgrima de pensamiento es absolutamente enriquecedora para mejorar la calidad de la democracia y de las instituciones republicanas. Dudo, sospecho, me inspiran desconfianza los hombres providenciales y los que se creen dueños de la verdad y el discurso único. La sociedad democrática es la dinámica de la diversidad, ese arco iris que nos permite articular el pensamiento de cada uno de nosotros, para convertirlo en un producto colectivo de la cultura política. Creo profundamente en esa manera de construcción. 

Lejos del individualismo y de las grandes estrellas. Messi vale oro pero sin equipo no va a ningún lado. Confío en que muchas miradas honradas, con vocación de servicio y con la ética de la responsabilidad y la solidaridad van a parir mejores partidos políticos y una vida mejor para los ciudadanos. Escuchar y enriquecerse con el pensamiento del otro, rebatirlo, discutir fuerte y con pasión si es necesario, defender las convicciones y luego llevarlas en forma reparadora y transformadora a la sociedad es la mejor política que nos podemos conseguir. A eso tenemos que apuntar. 

Por eso estoy contento con el primer paso que vamos a dar esta noche en mi programa del canal 26. Hoy van a debatir civilizada y democráticamente los candidatos a vice jefe de los tres partidos que según todas las encuestas están más cerca de ocupar el podio. S van a cruzar con astucia, inteligencia, picardía e incluso con alguna chicana dirigentes de la talla de la ministra María Eugenia Vidal, compañera de fórmula de Mauricio Macri, el ministro Carlos Tomada que integra el binomio con Daniel Filmus y el diputado de la ciudad Jorge Selser que participa de la fórmula con Pino Solanas. Por ahora este es el único debate que se pudo armar por televisión. Si logramos dos puntos de rating, cosa que no es nada difícil porque hemos hecho mejores números que esos, los candidatos llegarán a 160 mil personas en una hora y media con sus propuestas. 

Digo que por ahora es el único debate que se pudo armar porque confío en que después los mismos protagonistas debatan en otros programas. O Macri, Filmus y Pino vean lo que va a pasar esta noche y decidan venir el martes que viene a debatir de la misma manera. Estoy orgullo del debate de esta noche. No por un tema de vanidad personal o profesional. Porque creo que del sano intercambio de ideas salen las mejores medidas de gobierno. 

Y porque creo que los que viven, sufren, gozan y votan en esta ciudad se merecen conocer que van a hacer estos dirigentes si llegan al poder. Vamos a escuchar las soluciones que prometen para los temas que más preocupan a los porteños. Seguridad, salud, educación, transporte y tránsito, los pilares de un gobierno van a ser expuestos, analizados, confrontados por cada uno de los protagonistas. Es un humilde aporte del lado del periodismo. Un granito de arena que intenta demostrar que se puede convivir pacíficamente en la diferencia, que se puede disentir respetuosamente, que se puede tomar una idea del adversario y mejorarla o llevarla a la práctica en bien de toda la comunidad. Hay ideologías distintas y eso está bien. No vivimos en una sociedad uniforme. Hay dirigentes con distintas trayectorias y eso está bien. 

Por eso van a ser juzgados por el voto popular que dará su veredicto. Pero hay un territorio común que es nuestro país y el sistema democrático que debemos cuidar entre todos. Esa casa es de todos los argentinos. Ojalá Macri, Filmus y Pino vean esta noche el programa y se den cuenta que no duele, que no pasa nada terrible, que solo hay ideas y neuronas en debate y que ellos también pueden hacer un aporte.
 
Ellos y todos los candidatos a presidentes o a gobernadores. ¿No le gustaría asistir a un debate entre Cristina, Alfonsín, Duhalde, Carrió, etc? ¿No sería bueno que Bonfatti, Rossi y Del Sel se crucen con sus mejores armas? ¿Y si Scioli, De Narváez, Stolbizer o Amadeo participan de un debate? ¿Quien gana? En realidad ganamos todos. En un debate el único que pierde es el autoritarismo. Porque la democracia es debate.




La democracia es debate
FUENTE: cONTINENTAL

martes, 28 de junio de 2011

Fútbol y barbarie


Lo que particularmente pienso, como simple ama de casa es, que si dejo la puerta sin llave y me entran a robar, LA CULPA ES MÍA, por mas que los ladrones sean responsables de hechos delictivos, si yo, como protectora de mi hogar, no tomo las medidas de precaución, conociendo que existen ladrones, entonces LA CULPA ES MÍA.

A no ser que quiera que me roben y deje adrede la puerta sin llave... ¿A quien beneficiaba que el problema existiera?
Graciela Rost


Debió haberse evitado el bochorno de la violencia en el estadio Monumental en vez de adjudicárselo a un grupo de vándalos


Era un operativo policial condenado al fracaso, por más que la Policía Federal haya destinado 2200 efectivos y las autoridades de River Plate hayan contratado cerca de 1000 guardias privados que se ubicaron dentro del estadio Monumental. En vista del bochorno del partido anterior, en Córdoba, el gobierno nacional debió haber dispuesto que se jugara a puertas cerradas.
No lo hizo y, con una necedad que linda con la falta de respeto y de sentido común, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, ha insistido en que la revancha debía jugarse tal como se jugó, con escasa seguridad para el público y los jugadores, e hizo responsable de la barbarie acontecida en el barrio de Núñez a "300 tarados" que "hay que buscar y meter presos".
Es inadmisible que un funcionario que suele obrar de vocero oficioso de la primera mandataria se despache con un argumento semejante, minimizando aquello que se sabía que podía terminar mal, y terminó peor, como si hubiera sido obra de marginales cuya existencia se desconocía. En el partido anterior fueron patéticas las imágenes de los hinchas de River dentro del campo de juego, increpando, insultando y hasta agrediendo a los jugadores de su equipo. Luego recibieron ayuda de la policía para regresar a la tribuna en lugar de ser arresados.
Se dirá que no se quiso caldear aún más el ambiente. En ese caso, frente al segundo partido, debió preverse que esos vándalos a los cuales se refirió con ligereza Fernández, en consonancia con las declaraciones iniciales del ministro del Interior, Florencio Randazzo , tildándolos de "delincuentes", debieron ser buscados y detenidos antes del encuentro, en lugar de lamentar ahora que haya habido un tendal de heridos entre civiles y policías, así como destrozos de magnitud en las instalaciones del club y sus alrededores.
Esto va a más allá del resultado del partido y de la suerte de River. Esto refleja la crónica incapacidad para prevenir este tipo de desmanes que padecen las autoridades gubernamentales. Que ahora haya sido clausurado el estadio y que peligre la posibilidad de que jueguen en él los seleccionados nacionales que disputarán la Copa América demuestra que nadie, empezando por la Presidenta, fue precavido ante una violencia que, después de lo ocurrido en el partido anterior, iba a estallar de todos modos.
Habrá que determinar, en el curso de la investigación, si en el estadio ingresaron 12.000 personas más de las 42.000 que habían permitido el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y sus organismos de control. Todo apunta hacia la revisión de los disturbios en lugar de haberlos evitado, que era lo que correspondía.
No resultó sorpresivo entonces, dados los antecedentes, que hinchas violentos de River lanzaran objetos contundentes contra los jugadores, rompieran las butacas de las plateas, se agredieran entre sí, trataran de invadir de nuevo el campo de juego y, con una impunidad que desquicia, hasta se enfrentaran a la policía.
Estos vergonzosos incidentes no son patrimonio de un club ni de una división de fútbol en particular. Irradian el canal de violencia en el que, por la ineficacia y la complicidad de los dirigentes deportivos y políticos, se ha convertido el fútbol argentino. No sólo falta decisión para aplicar políticas que pongan fin a esta tragedia, sino una voluntad que, después de varias desgracias, claramente no existe.
Fuente: La Nación